Cautivo

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— ¿Quién eres?—Preguntó al acecho Lucas. La figura frente a él no tomaba una forma en particular, sólo giraba. Era un callejón sin salida y el día se había transformado en una oscura noche. Lucas, arrojó una piedra pero su esfuerzo no sirvió de nada.

Aquella criatura estaba a punto de atacar, pero fue interrumpido por un sonido. Un carro arrancó contra ellos y fue ahí donde la entidad desapareció.

La puerta se abrió.

— ¿Argos?

— Sube, no hay tiempo.

La puerta cerró y el carro volvió a la carretera. Lucas lucía desconcertado, era la primera vez que veía a su hermano después de aquel trágico accidente en el que había perdido la vida.

— ¿Qué haces aquí?

— Esto no es real, pero lo será dentro de poco- Dijo Argos con lo mirada fija en la carretera.

— ¿Cómo que no es real? ¿A qué te refieres?

— Toma—Dijo Argos entregándole una esfera.

— ¿Qué es esto?

— Me tengo que ir—fue lo último que dijo antes de que el carro cayera por el acantilado.

Lucas comenzó a gritar, sin darse cuenta de que todo había sido un sueño. Estaba en su cama. Los rayos del sol habían hecho que sus ojos le empezarán a doler. No comprendía nada, ¿Cómo Argos había estado ahí?

Su mente había logrado tranquilizarse pensando que la imaginación había llegado demasiado lejos, hasta notar la presencia de un objeto. Era la esfera, aquella esfera que su hermano le había entregado. Las facciones de su rostro comenzaban a mostrar lo que Lucas sentía, desesperación, miedo, pero un poco de curiosidad.

Se sentó en su pupitre de todos los días, sólo que esta vez su ánimo no se encontraba con él. Sus ojos estaban pesados y no se contuvo a dormir de nuevo.

Algo estaba encima de él. Sentía el frío del Ártico, pero una parte de él sentía el calor abrasador del Sol. Abrió los ojos, y pudo notar la bruma que lo aprisionaba.

No podía hablar, y mucho menos moverse.

De pronto, comenzó a sentir otra personalidad, algo que era incómodo. Era aquella bruma, que no lo dejaba moverse. Era como si su cuerpo ya no lo fuera, como si la realidad le diera la espalda para mostrar el lado más salvaje del universo.

El mismo sonido se hizo notar, era Argos.

Tomó a la entidad y la empezó a jalar como si no hubiera motivo aunque, ya era tarde. Ahora Lucas ya no era Lucas, si no aquella cosa de la que no se sabía que era. Su cuerpo se sacudió, y Lucas salió de él.

En un instante, el cuerpo fue deshaciéndose hasta dejar una mancha en el suelo. Ahí fue donde Lucas apareció, tirado en el suelo. Argos seguía ahí.

— ¿A eso te referías?

— Si. Vamos, no podemos arreglarlo ahora.

La neblina ocultaba lo que realmente había en la calle. Lucas y Argos caminaron durante un buen rato.

Argos, tratando de ver entre la densa niebla, encontró lo que buscaba.

Argos tomó a Lucas y le ayudó a revelar el misterio. Era una mansión.

— Sígueme, esto nos ayudará.

Corrieron, recorriendo los jardines secos de aquel lugar.

Era extraño que esa construcción se hubiera conservado, puesto que nada a su alrededor lo había hecho. Era la representación misma de la fragilidad de una copa de vino, su techo no tenía soporte alguno para seguir de pie y las paredes parecían haber sido atacadas por un fuerte tornado.

Cuentos Lejanos De La Mente #WOWAwards2k17Where stories live. Discover now