Capítulo Cuarenta y nueve

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Martes 05 de Julio

9:16. Jeremy no llega. Y su ausencia me está comenzando a preocupar. Ayer me quedé pensando que quizás lo contagié con mis bichos. Pero nadie me dicho nada de su licencia.

9:19. Aunque, para qué me engaño, a mi nadie me cuenta nada. Siempre me entero de las últimas… ¡Diablos!

¡Ops!... correo ¡puede ser de Jeremy!

9:36. Mm… no era de Jeremy, era de Benjamín. Me ha enviado un link para comenzar a probar las nuevas aplicaciones. Mm… ¡uf! Preveo un día de arduo trabajo en equipo…

21:39. Cansada, cansada… agotada mentalmente.

Mi desubicado hermanito menor me ha invitado este sábado para una fiesta en su casa…

Yo estaba sentada en un sillón leyendo una revista de psicología y Arturo Mollins acababa de llegar. Al entrar lo primero que hizo fue ir a prepararse un café, le echó dos cucharas colmadas, vertió el agua hervida y se bebió un trago, al seco.

-          Podrías inyectártelo directo a la vena… - le dije.

-          Si sabes cómo se hace, me avisas – respondió poniendo cara de asco. Café negro al seco… yo no podría.

En eso comenzó a sonar el teléfono. Al tercer ring saltó la grabadora. Una voz de hombre bastante melosa me puso tensa.

-          Hermanita… saca esta payasada, gansa…. Si tienes al macho de voz sexy dile que levante el auricular para terminar nuestra conversación del otro día. Quedé a medio camino de un orgas… - en ese momento salté olímpicamente por sobre todos los muebles para levantar el teléfono.

-          Eres un tarado, Polín, ¿lo sabías? – dije mientras me sobaba la canilla. Me había golpeado en la mesa de living. Dios, cómo me dolía.

-          Si, hermanita… lo sé… ¿cómo estás? La mamá me dijo que te estabas muriendo. Yo anduve cotizando ataúdes ¿te interesa que te mande los valores?... cuesta un ojo de la cara morirse ahora. Aunque, tú nos podrías salir barata, como eres chica caes en una caja de zapatos…

-          Polín, ¿me llamaste para decirme que estabas buscándome un ataúd?

-          No, no, cómo se te ocurre. Este sábado haré una fiesta. Quiero que vengas… será una fiesta heterosexual… ¿qué dices?

-          Mm… no sé si pueda – Arturo Mollins me hacía señas. Quería saber si le prestaba la revista que yo estaba leyendo. A lo Nerón, levanté el pulgar para dar mi venia.

-          Eeeella, la más femme fatal… con una agenda colmada de eventos…

-          Le dije a papá que iría a la librería.

-          Pero mi fiesta es en la noche, pava…

-          No sé… quizá asista… oye… ¿puedo llevar a una amiga? – de pronto recordé a Carla y su alicaído ánimo.

-          ¡Uy! ¿Llevarás al hombre de voz orgásmica?

-          No, dije a una a-mi-ga, zopenco…

-          Mm… si claro que puedes llevar a todas tus amigas imaginarias, yo feliz, mientras más gente mejor… aunque prefiero que traigas al hombre que ocultas… ¿vendrás entonces?

-          Te dije que quizás. Las fiestas no son lo mío.

-          ¡ABURRIDA!– me gritó – ya, piénsatelo. Marlon y Esteban se mueren de verte. Ya sabes lo que les gusta crearte nuevos looks. Ahora puedes volver a tu cama para ponerte ese hombre que escondes, entre tus piernas… sucia putilla…

Yiyi, La peor de todasWhere stories live. Discover now