Capítulo Sesenta y cuatro

6.2K 255 47
                                    

03 de Agosto

23:36. ¡Uf! la visita a la Sala Ercilla estuvo espectacular. Aprovechamos de hablar con papá de lo de la librería. Me confidenció que estaba muy preocupado. Las ventas no aumentan y según lo que ha escuchado muchos están cediendo frente a la presión y han pensando vender por lo que les ofrezcan.

-          Prefieren eso, antes de seguir peleando y perder pan y pedazo.

-          ¿Y qué es lo que desea usted papá?

-    No sé hijita… esa librería tiene toda la historia de mi familia. Me duele abandonarla, pero toda esta situación es muy tensa. Yo estoy viejo y tú tienes tantos problemas con ese ricachón del Mollins.

-          Pero no vea ese tema, papá. Esto se solucionará. Yo lo apoyaré en lo que desee hacer. No soy buena para arrancar de las batallas tampoco.

-          Pero tu hermano mayor me aconseja evaluar lo de la venta…

-          Le repito la pregunta ¿qué es lo que desea usted papá?

-          Yo no quiero perder la librería.

-          Entonces, eso será. A mi hermano lo atrinco yo, no se preocupe.

Cuando llegué al departamento llamé a Claudio y le dije que no le insistiera a papá por la venta de la librería.

-          Pero Gabi, va a perder todo.

-          Bueno – le dije ya enrabiada – que pierda todo, pero déjalo que de la pelea. No le impidas luchar por lo que tanto ama. Para ti es fácil decirle que venda, cuando no has pasado un día completo en la librería. No sabes como se siente papá, y no sabes lo que siento yo tampoco.

-          No seas bocona, Gabriela. De niños pasábamos en esa librería todo el día, yo también le tengo cariño. Pero la salud de papá… ¡HEY MANOLO BÁJATE DE ESA SILLA! – manolo es uno de mis revoltosos sobrinos – disculpa, ¿qué mamá no ha conversado nada contigo de la salud de papá?

-          Si, pero mamá no me dijo que lo convenciera para vender la librería. Mamá me pidió que lo ayudara en todo el conflicto.

-          Pero la mamá no sabe…

-          ¿Qué? ¿qué? – dije aniñadamente - ¿Qué me vas a decir? ¿qué mamá no tiene idea? ¿qué te crees que porque eres abogado la mamá no sabe lo que tiene que decirnos?

-          No, Gabi… no he querido decir nada de eso… - dijo un poco avergonzado.

-          La mamá sabe lo que siente papá… y tu no deberías tirar tus estudios por sobre las emociones de ellos. Deberías respetarlos. Papá no quiere perder la librería, la mamá lo apoya y nosotros como hijos debemos estar detrás… no te pagaron los estudios toda tu mocosa vida para que le tires los cartones en su cara. Lo mínimo que debes hacer, Claudio, es aconsejarlos y nada más…

-          Pero sabes que todo esto puede ser un error…

-          Bueno… quizás lo sea… pero deja a papá que salga con la cabeza en alto y que cuando muera diga que se la jugó por entero por lo que amó. Será una lección hasta para tus propios nietos… tener un par de abuelos aperrados como nuestros padres.

Claudio me prometió no volver a molestarlo con lo de la venta, pero dijo que le expondría su parecer para que a futuro no dijéramos que no nos advirtió. Estuve de acuerdo con su postura.

Yiyi, La peor de todasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora