Capítulo 31: Final

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Sentía el corazón pesado, el enojo fluía como un río después de una tormenta, poderoso. La red se aferraba a cada rincón de mi cuerpo y no podía moverme. Traté de nadar, de liberarme, pero era inútil. Había perdido de vista a Katharia, no podía ayudarme. Odiaba la basura humana que quedaba en el mar. Cada vez mataba a más criaturas marinas, miles de peces, tortugas, delfines, tiburones y ballenas morían cada día por la basura. Ellos no sólo pescaban lo que necesitaban, sino más. Todos los humanos siempre querían más. Más dinero, más poder, más lujos, más, más, más. Más de lo que podrían llegar a utilizar alguna vez. Pero sólo tenían un planeta. Un solo planeta. Un planeta que descuidaban y destruían. Eran egoístas. Hacían uso de la tierra como si solo les perteneciera a ellos. No pensaban en las demás especies. De hecho, creían que aquellas especies también les pertenecían. Se creían los dueños de todo, sólo porque tenían pulgares oponibles y "razón". Asesinaban sin piedad, como si una vida valiera menos que otra. Les importaba más esa destructiva tecnología que la tierra que les obsequiaba todo sin pedir nada más que cuidado. Yo siempre había pensado en que si los humanos se extinguían, en la tierra reinaría la paz y la naturaleza. La maldad humana no estaría allí para destruirlo todo.

La solidez de la arena se hizo sentir en mi espalda, ayudando a impulsarme con la aleta. Cuando lo hice, choqué contra una roca. El agua todavía me llegaba a cubrir parte del cuerpo, pero estaba al descubierto. Un chirriante y molesto sonido llegó a mis oídos. Era irregular y feo, pero parecía música humana. Me alarmé y traté de liberarme rompiendo la red, pero era muy resistente, y mis brazos estaban muy apretados, no podía moverme del todo. Sentí la presencia de alguien, por lo que empecé a hacer todavía más fuerza para escapar sin ser visto. No podía convertir mi aleta en piernas para disimular, era luna llena. Tenía un aroma artificial a flores, pero había algo más... A medida que se acercaba, el sonido se hacía más irritante. Me sobresalté al ver que alguien saltaba hasta quedar frente a mí. Era una chica pelirroja. Al parecer todavía no me había visto. Me moví e intenté alejarla, pero no pude golpear su pierna, ya que la red me retuvo. Sacó algo de su bolsillo, una linterna, y la encendió. Pero se le cayó. Pude ver su expresión al descubrirme. Estaba aterrorizada y sorprendida. La miré con odio al ver que sostenía una navaja.

Planea matarme.

Se agachó y sacó del agua su, ahora estropeada, linterna. Se quedó inmóvil unos segundos, podía sentir su miedo y confusión, y eso, junto con el asqueroso ruido que salía de su bolsillo, me aturdían. Dio un paso hacia mí y empecé a gruñirle, lo que aumentó su miedo. Al estar más cerca, pude golpearle la pierna con mi aleta, pero no se alejó, sino que dejó de verme inmóvil y se acercó hasta quedar a pocos centímetros. Su navaja me apuntaba. Le gruñí con más ímpetu, seguía siendo inútil. Agarró la red que me sostenía e intentó cortarla. Al parecer, no podía cortar mi carne con eso de por medio. Me moví con más violencia y traté de apartar sus brazos de mí, pero seguía sin retroceder. Dijo unas cuantas palabras que no logré escuchar porque sus sensaciones y el chirriante sonido me cegaban los pensamientos, quería liberarme e irme. Vi a Katharia en el agua, estaba a punto de saltar a la espalda de aquella humana, pero no lo hizo.

¿Qué estaba esperando? ¡Iban a matarme!

El olor a sangre golpeó mi nariz, provocándome nauseas. Se había herido con su propia arma, lo que me causó una leve sensación de satisfacción. Eso tenía por querer cortarme en trocitos.

- ¡Franchesca! -Escuché la voz de otro humano, un hombre, y me desesperé más. Me sacudí y sentí que la red empezaba a aflojarse. Sentí la frustración de la joven, acompañada con el enojo y la desesperación. Maldita- ¡¿Dónde estás?!

La chica chilló y sus movimientos aumentaron de velocidad. Se arrodilló junto a mí, por lo que la empujé con más fuerza, no la quería cerca. Parte de mi torso se liberó, y ella se tomó un segundo para ver mis marcas de nacimiento. Acercó la navaja a mi cuello, me preocupé y golpeé con fuerza su brazo. Hizo una mueca de dolor pero siguió cortando. Una lágrima se asomaba por su ojo a causa del dolor que le provoqué. Tenía su labio inferior atrapado entre sus dientes y sentí que sollozaba. Me miró a la cara con súplica, al parecer para que dejara de golpearla. Pero iba a luchar contra ella aunque se me fuera la vida en ello. No iba a tolerar que una humana se sintiera dueña de mí por haberme encontrado. El otro humano se había acercado casi por completo cuando mi brazo se liberó y me permitió arrancar el resto de la red de mi cuerpo. Me abalancé hacia el océano rápidamente y la golpeé con la aleta en el proceso.

EscamasWhere stories live. Discover now