Capítulo 6: Raro

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Joe Simmons en la multimediaaa :3

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Apagué el motor de la lancha y la amarré al muelle. Habíamos estado en silencio durante todo el trayecto, y es que estaba frustrada por no haber encontrado el brazalete y por haber dejado escapar a ese maldito escamoso. Joe me sonreía, pero yo no estaba de muy buen humor. Me sentía mal por no haber podido disfrutar del tiempo que estuve con él. En otra situación habría estado completamente encantada con eso, pero tenía demasiadas cosas en la cabeza. Theo y lo que se avecinaba, los exámenes finales, mi futuro trabajo, el escurridizo hombre sirena (o "tritón" como había averiguado en internet), el descubrimiento inconcluso de papá, el dinero, el velero, el brazalete, el collar, las pesadillas que seguían atormentándome, etcétera, etcétera, etcétera.

— Fue divertido pasar la tarde contigo, Fran —dijo Joe, sacándome momentáneamente de mis pensamientos—. Aunque hubiera sido mejor que la señal llegara a mi teléfono.

— ¿Divertido? —ironicé— Te dejé solo la mayor parte del tiempo. —Agarré mi mochila y las cosas mojadas que usé para bucear.

— Puedes compensármelo —contestó—. Tengamos una cita esta noche. —Dejé de levantar las cosas y me quedé agachada, sorprendida y quieta.

— Una...

— Sí, una cita.

— ¿Estás...? ¿Estás seguro? —Me di vuelta y lo miré.

— Te lo pedí antes de que te marcharas ese fin de semana, ¿por qué habría yo de cambiar de opinión?

— No lo sé... —susurré y desvié la mirada. Él se acercó a mí y me ayudó a erguirme, pero no me soltó de la mano ni se alejó.

— Por favor. —Me besó el dorso y yo me derretí en mi interior. Estuve tentada en saltarle al cuello allí mismo, pero me reprimí. Asentí con la cabeza levemente, incapaz de hacer otra cosa— Bien —sonrió—. ¿Dónde quieres ir?

— Ahm...

— ¿El cine? —preguntó. Recordé lo de la "cita cliché" y traté de no reír—.

— No me gusta ninguna de las películas que están en cartelera —Traté de hacer que se esforzara un poco—. ¿Qué otra cosa puede ser?

— ¿Cenar? —Incorrecto, Simmons

— Mmm, ¿qué tal si preparo algo en mi casa y vemos películas en la sala?

— ¿Películas? —Levantó una ceja, notablemente contrariado. Yo asentí, sin entender por qué dudaba de eso— ¿No crees que es muy rápido? —Se rascó la nuca y miró para otro lado.

— Dios... Dime que no pensaste que estaba invitándote a... —Enrojecí.

— ¡No! —exclamó y me miró—. Bueno, sí, un poco. Es que... —balbuceó— Lo siento, en serio. No sé qué demonios estoy pensando.

— ¿Es que siempre que vas a ver películas con una chica terminan...? —me silencié. Él me miró con pena y asintió. Yo alcé las cejas y guardé las llaves en mi bolsillo.

— Pero sólo una comida preparada por ti y una película suena genial —dijo. Yo sonreí y seguí levantando las cosas—. Te ayudo con eso.

Él llevó parte de las cosas y me acompañó hasta mi casa. Según él, apenas se mudó con sus padres quiso comprar una casa de playa, pero que no había ninguna en venta. Me contó también en el camino, que estaba yendo a entrevistas en diferentes escuelas para ver si lograba entrar como profesor de gimnasia, ya que había estudiado para eso en su ciudad anterior. Lo hice entrar en mi casa y me felicité a mí misma por haber limpiado el día anterior. Dejó las cosas en donde le indiqué y se despidió de mí, diciéndome que volvería a las nueve para nuestra cita.

EscamasWhere stories live. Discover now