Capítulo 9: Mancha atractiva.

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— Oblígame—replicó Chad. Y le vi un poco asombrada por no tenerle miedo al matón de Acher considerando que la mayoría de estudiantes lo hacían.

— Como pidas, chico de los audífonos —se movió rápidamente rodeándome y tomando de la camisa a Chad pero luego éste se apartó retrocediendo unos cuantos pasos sin perder su sonrisa burlona y mirada confiada, Acher intentó darle un puñetazo pero Chad se movió tan rápido que lo esquivó y metió su pie en medio de los de Acher provocando que cayera de boca en el suelo.

— ¿Eso es lo mejor que tienes? —se burló Chad sacando un libro de la estantería y ojeándolo como si nada mientras un muy enojado Acher se levantaba y se abalanzaba sobre él, pero de nuevo lo logró esquivar, al aburrirme de su estúpido cuadrito me planté de nuevo en medio de los dos.

— Si te atreves a dar un paso más, te juro que te arrepentirás el resto de tu ridícula vida—le amenacé con una mirada desafiante y firme cuando se aproximaba a Chad, pueda que fuera un gigante de casi dos metros con músculos bien marcados pero eso no me intimidaba.

— Quítate de mi camino, nena—ordenó acercándose un poco más y posé mis manos en su pecho empujándolo.

— Vete al tártaro y púdrete—le dijo Chad detrás de mí en burla, le quedé viendo como si hubiera dicho una locura, ¿Qué clase de "insulto" era ese? A pesar de ser de la mitología griega no era tan "cool" o "ofensivo" para personas como Acher que desconocían su significado.

— ¿Qué mierdas acabas de decir, Gedemer?—confusión en sus ojos azules y yo puse los ojos en blanco— ¿Y por qué defiendes a este estúpido bicho raro, Maddie?

— Porque se me da la jodida gana, ¿Y qué?

— Me las pagarás, Gedemer.

— Uy que miedo, mira como tiemblo—contestó el amenazado con sarcasmo y una mueca burlona.

— Deberías.

— Y vos deberías dejar de hacerte ilusiones que le pondrás una mano encima, porque si te le acercas a más de diez metros te puedes ir despidiendo de esa beca de fútbol—sonreí de lado cuando mi amenaza le arrebató su mirada amenazante.

— Sólo porque la reina lo ordena —con una sonrisa pícara hizo un intento de reverencia.

— Ya lárgate —le ordené, se quedó viéndome por un momento y luego tomó un libro de la estantería y se lo lanzó a Chad, el cual lo atrapó y vio con desprecio a Acher cuando este salía del pasillo de la biblioteca.

Suspiré y dirigí mi vista adónde Chad me miraba con una sonrisita de lado. —No era necesario que lo amenazaras por mí.

Le sonreí de lado un poco distraída y le respondí: —Es un idiota, y me las debía.

— Me gustó que no te dejarás denigrar por ese idiota.

— ¿Para qué querías que habláramos aquí? —cuestioné apartándome un poco de él y cruzándome de brazos.

— Solo quería verte más de cerca—me sonrió pícaro y con ese hermoso brillo en sus ojos, pero luego centró su atención en los libros de la estantería continua, estábamos en la sección de clásicos.

— ¿No te pudiste acercar adonde estuviera o esperar la clase de literatura?

Hizo un gesto negativo con un dedo mientras tomaba una novela de Oscar Wilde y luego comentó ignorando lo que pregunté. —Te recomiendo que leas este libro, te juro que amarás El retrato de Dorian Grey.

— Chad.

— ¿Sí?

— Responde mi pregunta —le quité el libro de sus manos y frunció sus labios.

El chico de los audífonos. [Borrador].Where stories live. Discover now