Capítulo 10

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Despierto a mediodía, felizmente nadie ha osado en despertarme, estoy tan agotada que si Skylar o Carter o quién sea me molestaba, los hubiera mandado directamente a la mierda.

Después de descubrir que Justin se llevó un empujón memorable por salpicarme agua, hizo que me sintiera mal. Debí dejar que me diera una explicación antes de ponerme en plan ogro, pero ¿cómo iba yo a saber que no era licor? Vamos, era una fiesta, todos beben (menos yo). Como sea, lo hecho, hecho está, aunque ayer no pensé en eso antes de salir como una flecha de la casa de Kennedy, ni siquiera me despedí de Andy.

Soy patética.

Voy a la cocina y me preparo un té de manzanilla, no me doy cuenta del hambre que tengo hasta que veo el pan fresco en la mesa del comedor. Abro el refrigerador buscando un complemento para el pan. ¿Mantequilla? No, hoy iré al gimnasio y tiene mucha grasa, ¿queso? Demonios, no hay, ¿aceitunas? Quedan en abundancia pero ahora mismo no me apetecen... mmm, tomo la nutella y una cuchara, me siento con torpeza en la mesa de vidrio y unto la nutella en el pan, amo la nutella, digo: ¿quién no? Es el alimento más delicioso, sé que tiene mucho azúcar, pero me importa un bledo.

Debe ser que estoy haciendo mucho ruido porque mientras me termino el segundo pan, Carter se presenta en la cocina, se sirve un vaso de leche y se sienta a la mesa.

Debe ser que estoy haciendo mucho ruido porque mientras me termino el segundo pan, Carter se presenta en la cocina, se sirve un vaso de leche y se sienta a la mesa

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– Buenos días, hija – saluda cordialmente.

Le suelto un seco <<hola>> y me paro, con nutella en mano, con la intención de evitar cualquier posible conversación con él.

– Espera, quiero hablarte – dice casi suplicando.

– Si lo que quieres saber es a dónde fui – me adelanto – estuve en una fiesta. Fin.

– Lo sé, lo sé, pero no era de eso lo que quería hablarte.

– ¿A no? – Enarco una ceja, incrédula – por mí no hay problema. Adelante, grítame.

¿De qué quiere hablar si no es de ayer? Sabía que iba a poner el grito en el cielo al enterarse de que salí sin permiso, pero me tenía sin cuidado, ya le he dejado muy claro que su opinión no cuenta en nada para mí. Qué raro que no me haya dicho nada.

– Estoy esperando – insisto y chasqueo los dedos impacientemente – dicta mi sentencia.

– No te castigaré, solo quiero que hablemos como personas civilizadas.

No tengo ganas de escucharlo, sin embargo, llevo esperando mi vida entera este momento: decirle que todo este tiempo me ha hecho falta y lo necesito en mi vida. Veo que de veras está intentando reconstruir su relación padre-hija conmigo y, aunque no estoy lista, tengo miedo de que en un momento dado, al ver que no le hago caso, se rinda para siempre.

Me debo a mi misma escucharlo.

– Bien – accedo – pero que sea rápido.

Nos sentamos al mismo tiempo. Permanezco callada porque el que me debe una explicación es él, no yo.

Count The Fears ||Andy Biersack & Justin Bieber||Where stories live. Discover now