VI

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Miguel trata de tener todo arreglado; desde la caja registradora hasta que cada instrumento este en su lugar. Camina por los pasillos verificando que las guitarras estén afinadas o que los precios estén en su respectivo lugar. No tarda mucho en darse cuenta de que todo está en orden, y con nervios camina hasta el mostrador sintiendo sus piernas flaquear con cada paso. Toma una de las pulseras que obsequiaría, y juega con ella sintiendo el sudor escurrirse en sus dedos. Miguel no puede creer que su sueño se esté volviendo realidad. Hace más de un par de meses había terminado su carrera y ahora se sentía dueño del mundo entero, y como le decía la señora Green, así te sientes cada vez que consigues lo que quieres; pero la parte difícil es que lo más complicado está por venir y eso es la tienda. Su más preciado tesoro.

La campanilla de la tienda suena, y Miguel levanta la mirada observando a su más preciado cliente. Ruben camina hacia él con una sonrisa adornada en su rostro y una pequeña caja en sus manos. Miguel puede sentir su corazón latir con fuerza sobre su pecho, y abraza a Ruben con fuerza mientras esconde su rostro en su cuello.

"¿Así es cómo vas a recibir a todos tus clientes? Con un abrazo así de amoroso." Ruben dice con un tono celoso, y Miguel ríe. "Claro que no, pero no lo dudaría en hacer si te viera entrar por aquí de nuevo." Miguel le guiña un ojo y Ruben se sonroja hasta la nariz. Miguel amaba verlo así en especial cuando se sonrojaba por algún gesto suyo.

"¿Estás nervioso?" Ruben pregunta mientras deja el presente en el mostrador, y se apoya en este para ver a Miguel frente a frente. Miguel asiente mordiéndose el labio y alzando sus brazos, aquello deja ver los tatuajes que Ruben amaba delinear todas la noche. "Lo estoy, bubú. Tengo miedo de que alguien me critique por no vender bien o hacer el ridículo al tratar de sostener algún instrumento." Miguel murmura mientras observa las puertas de vidrio, esperando por tomar ese cartel y girarlo lo más rápido posible.

"Nadie te va a rechazar. Eres un buen vendedor, además hasta el encargado de los violines de la tienda del centro te dijo de que si querías trabajar con ellos te apuntaras." Ruben toma el presente y se lo estira a Miguel con una sonrisa sincera. Miguel lo toma algo confundido, pero se percata que la caja pesa más de lo usual. "¿Qué diablos haz puesto allí?" Miguel agita la caja con pesadez, y sólo logra moverla de arriba a abajo. Ruben ríe, sus mejillas se adornan de un color carmesí y Miguel piensa que es lo más hermoso que ha podido ver.

"Sólo ábrelo" Ruben dice y sonríe al ver como Miguel destapa la caja azul que tenía un moño azul encima. Los ojos del ojinegro se abren de par en par al ver el preciado objeto para él. Una caja de música antigua junto a unas baquetas, o mejor dicho, de lápiz.

"No debiste" Miguel dice mientras observa a Ruben con los ojos aguados. Era un regalo que siempre quiso tener, pero las tiendas le subían el precio al ser un objeto no muy común en la actualidad. Ruben lo enrolla en sus brazos, y besa su cabeza mientras juega con sus dedos. Ambos habían hecho de su relación algo muy preciado, ambos estaban completamente enamorados y eso nadie lo podía negar.

Después de aquel beso Miguel decidió que era su turno de poner las cartas en juego, y aquello era acercarse cada vez más a Ruben, y no sólo en el tren si no desde mensajes hasta pequeñas salidas. Ruben se dio cuenta de sus intenciones, claro que al principio pensó que Miguel quería conocerlo más como amigo, pero luego de aquella cita en un restaurante carísimo ambos se besaron debajo de la mesa al tratar de encontrar el anillo de la mesera que los atendía. Y desde entonces Cloe, la mesera, se ha vuelto una fiel amiga de ambos.

Ruben siempre tuvo la idea de que Miguel nunca se fijaría en él. Que era raro que un chico tan apuesto cómo él se fijara en una jirafa andante, con un piercing en los labios y un gran amor hacia el rock. Pero parecía que la vida le tenía otros planes, porque desde la primera vez que Miguel decidió tomar el tren nunca perdió de vista a Ruben, y aunque algunas veces no lograba localizarlo, siempre llegaba a tenerlo en su radar.

Metro Station|| RubelangelWhere stories live. Discover now