capitulo 1

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Señorita, debemos recoger su vestido de la tintorería antes de que cierren -. La señorita René y su impacientismo crónico.

-Voy, voy...- protesté. Estaba observando aquellos zapatos, los zapatillas más bonitas que había visto. Eran blancas y negras, pero su color predominante era un azul eléctrico, oscuro. Las zapatillas que serían el sueño de cualquier bailarín de Hip-Hop, o de algún que otro chico de esos que andan siempre con su monopatín. Mis padres me hubiesen asesinado de verme con eso en los pies. Daría lo que fuera por tenerlos, y no es por dinero... que me sobra, sino el hecho de que en mi familia se vestía adecuada a cada situación, y esas zapatillas no eran adientes a ninguna situación que las necesitase. 

Seguimos caminando por la calle que llevaba a la tintorería, donde recogería mi vestido más elegante y "fabuloso" ( con todo el sarcasmo posible, por favor). Esta noche todo el mundo se divertiría menos yo. Mis padres y sus fiestas de alta sociedad, donde se come y se bebe, siempre con alta moderación. Donde las mujeres y los hombres se dividen en dos grupos, hablando ellos de negocios y ellas de cotilleos, moda y absurdos complementos demasiado caros para lo que eran en realidad. ¡Y mis primos! Estirados... Y esos chicos bien, que acompañan a sus padres, y después se alejan del grupo y empiezan a hablar de sus fiestas de universidades e institutos pijos. No pinto nada yo allí. 

Dos niños se nos cruzaron, uno llevaba una bolsa con el logo de una tienda de artículos de fiesta, debía llevar dios sabe que petardos para mayores de su edad, pero eran fiestas, a nadie le preocupaba, todos los niños saben tirar petardos, es tradición en la ciudad. Una vez de pequeña, me escape de la fiesta de San Juan de mis padres y terminé en plaza mayor, bajo las antorchas llenas de bengalas de los demonios... El fuego me dejó absorta, miraba el ruido, las caras de los ciudadanos, algunos chillaban para que algún hombre vestido de demonio y con una sierra les persiguiese adrede.... Pero estaba claro que eso no iba a durar, y apareció René, con la cara marcada de preocupación y me sacó de en medio, tenía mi chaqueta en la mano, me la echó encima y yo sin protestar la seguí hasta mi casa, de nuevo a la "fiesta" de mis padres. -¡Es precioso! -gritó René al ver mi vestido de gala. - tu padre hizo una buena compra... -Sí, supongo -dije sin prestar demasiada atención. -este año me han dicho que vienen los Harris de Norte América. Cuentan que han pensado en pasar el próximo año aquí en España, para que sus hijos puedan darle más fluidez al español. Ya se sabe, si hablas inglés, Francés y Español... ¡Dominas el mundo! René se emocionaba demasiado, era una mujer muy sencilla, me había criado y ahora se dedicaba a hacerme de perrito guardián por encargo de mis padres. No fuera a ser que la atolondrada hija extraña, la que había salido con un alma tan inquieta y alborotadora fuese a caer en las manos de algún extraño, o peor... ¡A encontrar un novio que fuese de clase media! Odiaba mi vida. ( y sólo tenía quince bonitos años)   -Tu hermano ha contratado a la banda de Barcelona... ¿Te lo puedes creer? Se ve que ha hecho de intermediario una joven a la que se le ha declarado, una joven que toca el violín como los ángeles, dicen. -Eva no es tan perfecta como dicen -solté sin pensar que era la única que conocía a la novia de mi hermano mayor, el perfecto chico bien... -La señorita es hermosa, es lista, sus padres son educados y adinerados, y tus padres los adoran, así que no sé que problema le ves a la chica. -No es lista, se dedica a estudiar todo el día, apuesto a que si le preguntamos algo que no este en sus libros de universidad pija no tiene ni idea. -No seas vulgar, querida. -Nací así, querida René, deberías ser quien más lo sabe. Cuando llegamos a mi casa, mi madre ya estaba arreglada, mi padre estaba hablando con el ama de llaves y mi hermano estaba tocando el piano en el salón.  -¡Llegáis muy tarde! -gritó mi madre histérica como siempre - Anda, niña, sube a arreglarte. Subí las escaleras tan lenta como pude, para expresar lo mejor posible mi contrariedad a esa fiesta de pijos, pero mi madre ya no se fijaba en mí, solamente en las flores que había puesto en la entrada, para que ni un solo pétalo estuviese fuera de lugar. -Estúpida fiesta, estúpida familia, estúpida Eva, estúpidas flores, estúpido piano - eran mis palabras, mi voz y mis pensamientos, era todo lo que sentía en ese momento. Tuve la tentación de dejarme mis Converse puestas con el vestido verde escarlata, pero pensé que eso haría que mi madre se desmayase del espanto. Y los oí, los oí llegar, uno a uno todos los invitados. Remoloneé todo lo que pude en mi habitación hasta que René me sacó a rastras. Bajé las escaleras a regañadientes. ¡No quería ver a los estúpidos de mis primos! Ni tampoco conocer a los Harris.  Y entonces le vi. Sentado al lado de la ventana, con un traje perfecto para un niño pijo, de todos modos había algo en él que lo distinguía. Brillaba con luz propia, y entonces me fije en su muñeca, ¿llevaba una pulsera? ¡No era una simple pulsera! Eran un montón de chapas de lata de refresco (posiblemente coca-cola) unidas con una cinta negra, le daban toque de humor al traje elegante y cursi que llevaba y le creaba a él un estilo algo rockero. Era como que no encajaba con el resto de invitados, exactamente igual que yo. De todos modos, no me acerqué, una pulsera no me iba a hacer cambiar de opinión respecto a los Harris... Un grupo de estirados, eso era lo que eran, seguramente la pulsera era sólo una moda del instituto del que venía. Estaba decidida a estar enfadada con él, con su hermano y con sus padres, por existir solamente.

Run Away (corre lejos)Where stories live. Discover now