||Capítulo 11||

1.6K 67 19
                                    

CAPÍTULO 11 – Fiesta para alguien especial.


-¿T-Terry? – pregunté.

Ella giro a verme, sus ojos mostraban cierto desconcierto y confusión.

-Si, Terry – sonrió mientras empujaba la puerta de aquella boutique.

-¿Grandchester? – pregunte de nuevo.

Ella asintió con una sonrisa de oreja a oreja, sin decir mas se giró viendo hacia los adentros de la tienda, vestidos, vestidos y mas vestidos se extendían a lo largo de aquel lugar, algunos permanecían colgados de cerchas, algunos otros eran exhibidos por los maniquíes de madera y otros eran probados por las demás personas del lugar.

-Amo ir de compras – dijo con un suspiro – Gracias por haber aceptado  acompañarme.

-N-no hay de que – tartamudeé aun tratando de procesar lo antes dicho.

Maira tomó mi muñeca para luego caminar rápidamente hacia un maniquí que llamaba bastante la atención al estar en lo alto del medio de la toda la tienda, las personas que pasaban lo veían admiradas, incluso nosotras, que ahora permanecíamos paradas frente a el con la cabeza elevada para ver lo hermoso que aquel vestido era, sin magas o tirantes, de un llamativo color naranja como el crepúsculo que había afuera en las calles, escote corazón y ajustado por la cintura para luego soltarse hasta los pies con capas puestas una sobre la otra. Sin duda era bello.

-Disculpe – escuché la dulce voz de Maira hablando - ¿Podría mostrarnos aquel vestido naranja?

-¡Con gusto! – exclamo la voz femenina – Ahora se lo traigo señorita Wolf.

-Por favor, dígame Maira – dijo ella con una sonrisa.

La señorita de cabello marrón se giró para perderse entre los pasillos llenos de vestidos. Maira respiro hondo para luego estirar sus brazos en el aire y bostezar. Yo me limité a observar, como había dicho antes, ella era perfecta para Terry, hermosa, carismática, amable y de sangre noble, como el duque pedía.
Quizás el dejar a Terry con ella en Londres había sido lo mejor para ambos. Horas antes me cuestionaba el si Terry se encontraría devastado o desilusionado por la forma en la que lo había dejado en el muelle el otro día, pero ahora, sabia que no, incluso, pensaba que el se encontraba sonriente al lado de Maira, sonriente, como la vez que lo vi abrazándola entre las flores de aquel jardín. Sonriente como cuando le dijo “Te quiero”, sonriente, como el día en el que la había conocido…

-¡Listo! – escuche decir logrando salir de mis pensamientos para luego girar – Aquí lo tiene.

-Muchas gracias – dijo ella recibiendo el vestido - ¿Qué te parece Candy? – pregunto volteando a verme.

-Me parece hermoso – sinceré. Ella sonrió.

-¿Podría por favor empacarlo? – pidió amablemente – Vamos a comprarlo.


***

El auto avanzaba tranquilamente por los caminos rodeados de colinas y valles que eran apenas iluminados por las ultimas horas de sol que restaban. Aquel día de compras había sido agotador, pero por fin, luego de bastantes helados, frutas, autógrafos y vestidos, nos dirigíamos a casa en donde podría descansar al menos unos minutos antes de que la fiesta comenzara.

-¿Candy? – llamó la cansada voz de Maira.

-¿Si? – me giré a verle.

Los últimos rayos de sol iluminaban su cara provocando que sus ojos brillaran y su cabello se viera marrón. Su mirada se mantenía fija sobre la pequeña caja rosa en la cual se encontraba el vestido naranja que había comprado.

-Esto es para ti – habló luego de segundos mientras me entregaba la pequeña caja rosa.

-Maira no deb…

-Tómalo como un agradecimiento – insistió – Eres la primera persona con la que he tenido un verdadero día de compras así que gracias, por haber aceptado por quien soy y no por mi fama – dijo sonriendo de manera cansada.

-Maira y-yo – intenté hablar.

-Llegamos señorita Andrew – interrumpió el conductor.

Asentí sin decir mas, me incliné sobre el asiento y tomé a Maira en un sincero abrazo. Un abrazo, que mas que solo demostrar mi aprecio, pedía que por favor cuidara de Terry. Pedía, que por favor no lo dejara ir.

-La próxima vez que nos veamos prometo contarte mi historia – dijo para luego deshacer el abrazo.

Sonreí en aprobación y bajé del auto, Gorje, el cual había aparecido segundos antes frente a la puerta, esperaba paciente, mientras yo observaba como el auto de Maira avanzaba por el camino hasta desparecer entre los arboles frondosos que cubrían el lugar.

***

“Toc-toc, toc-toc, toc-toc”.

El sonido del repique de la puerta retumbó en mis oídos provocando un prologado y molestoso eco, con la almohada de plumas cubierta en seda blanca cubrí mis oídos, sin embargo el ruido no se detuvo. Sin mas opción, me levante de la cama para luego arrastrar los pies descalzos sobre el mármol en dirección a la puerta. Con rapidez giré la perilla, del otro lado se encontraba Sally, la chica que se encargaría de peinarme para la fiesta.

-Señorita – suspiró cansada – Por un momento pensé que algo le había sucedido.

-Lo siento – dije – Es solo que me encontraba un tanto cansada por el día de hoy que caí dormida.

-Bueno, lo importante es que ya esta despierta y que el señor Albert ha mandado que se le arregle para la celebración de hoy por la noche – habló.

Bostecé mientras abría mas la puerta para que Sally pudiera entrar a la habitación. Ella de inmediato me ordeno despojarme del vestido celeste que Maira me había dado en su casa para poder cambiarlo por el que usaría aquella noche.

-¿Qué vestido le gustaría usar señorita? – preguntó mientras rebuscaba en el guarda ropa.

-Este – dije rápidamente mientras tomaba el obsequio de Maira.

Sally se giró para tomar la caja que permanecía en mis manos, luego quitó el listón y la tapa encontrándose con el vestido naranja de capas. Los ojos de Sally parecieron iluminarse al verlo, así como lo habían los míos y los de Maira al verlo en el maniquí en la tienda.

-¡Es un vestido hermoso! – dijo sacándolo con delicadeza de la caja - ¡Ha sido una buena elección!

Ella me vistió, maquilló y peinó. Para cuando hubo acabado, la luz de la luna ya penetraba la habitación, me levanté con cuidado de la aterciopelada silla y caminé en dirección en al espejo de cuerpo completo que se encontraba en una esquina de la habitación.

-¿Qué le parece? – preguntó Sally asomándose sobre mi hombro.

Estaba asombrada viéndome en el espejo. El vestido naranja, un par de zapatos del mismo color, un collar de perlas a jugo con los aretes y mi cabello recogido en un maravilloso peinado.

-Me gusta mucho – dije mientras me giraba – Gracias – dije para lanzarme a abrazarla.

-De nada señorita – dijo – Ahora será mejor que baje, el señor Albert le está esperando.

Deshice el abrazo para luego asentir y dirigirme a la puerta de l habitación. Abrí, encontrándome de nuevo frente a aquel largo pasillo, sin embargo, ahora, en lugar de ser la luz del sol la que iluminaba aquel pasillo. La luz tenue de la luna se colaba por las cortina de seda, las aves ya no se escuchaban más, ahora esos melodiosos cantos habían sido sustituidos por los grillos y la música de la orquesta.

Bajé las escalera encontrándome rápidamente en el bullicio de la fiesta, personas hablando, las ruedas de los carruajes al alejarse de la mansión, algunos motores de los pocos autos y música, de nuevo música.

-Candy – habló Albert parándose frente a mí.

-Ho, hola Albert – hablé – Sally me dijo que esperabas por mi, ¿Necesitas algo?

-Si – asintió -Sabes, el invitado del que te hablé no tardará en llegar, así que necesito que vayas a la entrada y junto a Archie me ayudes a recibirlo.

-Albert – llamé – A-Archie no está aquí… El fue a casa de un amigo de Annie para arreglar un malentendido que hubo.

-Entiendo, entonces lo harás tu sola – dijo tomando mi hombro – Prométeme que no huiras de ahí.

-Lo prometo Albert – dije sonriendo – Será mejor que me valla.

El se limitó a asentir para luego soltar mi hombro y sonreír. Albert se giró y comenzó a caminar alejándose de mi. Yo, me limité a ver, el había estado actuando muy extraño, incluso, habían momentos en los que pareciera que el mismo se asombraba con la delicadeza con la que hablaba, nunca era así, nunca hablaba de aquella manera tan formal con migo, sin embargo, desde aquel día en el que nos informó que se realizaría una fiesta, comenzó a cambiar. Su forma de hablar, su forma de vestir he incluso pasaba días enteros encerrado en su oficina.

《¿Tan importante es el invitado especial? Por algo es invitado especial, pero, ¿Es tan especial como para cambiar  a Albert? 》

Suspire cansada, debía dejar de pensar en los problemas que me rodeaban y concentrarme en la vida que tenía por delante. Una vida sin Terry, una vida sin Annie o Archie, una vida sin el viejo amigo Albert, una vida en la que Anthony… ya no podría venir y sacarme de la soledad en la que estaba hundida…

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Hola, gracias por leer la historia ♡

Intentaré subir el próximo capítulo hoy por la noche o la tarde.

B-Y-E











CANDY CANDY ||Un Final Feliz||Where stories live. Discover now