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(Sídney, Australia. 6:27 p.m. Calle Evergreen, residencia de los Hemmings)

—Esta seco de aquel lado, cariño— dice mi madre en un tono suave y señala un lugar en el césped. Sé que ya moje ahí pero no me quejo y pasó la manguera por ahí, para regar.

Mamá, Jack, su novia y yo estamos en el jardín, ellos platican de temas triviales mientras yo riego el césped por orden de mamá, realmente no me molesta.

La tarde es muy linda y el sol comienza a ocultarse pintando el cielo de un color entre rosado y morado.

—Buenas tardes— escucho que saluda una voz ajena a mi madre, yo no veo quién es puesto que estoy de espaldas cerrando el grifo del agua.

—Buenas tardes igualmente, señora Hood— saluda de vuelta mamá y es cuando me volteo. Veo a una mujer morena de pelo corto y junto a esta a un chico alto de casi mi edad.

Es Calum.

El me sonríe cálidamente antes de seguir su camino junto a su madre hasta la casa de al lado y entrar.

—¿Conoces a Calum, cariño?— pregunta mamá un poco sorprendía, quizá vio como el moreno me sonrió.

—Eso parece— dije encogiéndome de hombros, yo aún no había escuchado su voz.

(Sídney, Australia. 11:09 p.m, habitación de Luke Hemmings)

Las cortinas de mi habitación estaban altas, al igual que las de Calum y ya hacia un rato habíamos empezado a 'platicar'

"¿Sabes algo, Luke?"

Pregunto mostrándome un papel con letras en azul y aguantando la risa por sus cachetes inflados. No me dio tiempo de responder cuando había escrito:

"Te vi el trasero mientras cerrabas el grifo del agua"

Me mostró esta vez sin aguantar la risa y me pareció haberla escuchado, los vidrios eran buenos aislantes de sonido y odiaba eso.

No me avergoncé por otro lado, solo negué con una sonrisa divertida y espere a que terminara de reír.

"¿Por qué aún no he escuchado tu voz?"

Le pregunté mostrándole el papel.

"Espera"

Escribió en grande y dejó pegado el papel, mientras veía como se alejaba hasta desaparecer de mi campo de visión y lo único que tenía a la vista era la hoja de papel pegada a su ventana.

Minutos más tarde regresó con un libro grande y comenzó a marcar unos números. 1, 2, 3 segundos y sentí mi celular vibrar.

«Número desconocido»

Marcaba el identificador.

"CONTESTA"

Me decía Calum en otra pancarta aún sosteniendo su celular contra su oreja. Claro, iba a escuchar su voz.

Descolgué al instante y la línea quedo en silencio. Solo él y yo viéndonos a través de la ventanas a unos metros de distancia sin hablarnos.

—Hey— él fue el primero el hablar, su voz era agradable de escuchar, ni muy aguda, ni muy ronca, era adecuada y hablaba de una manera suave.

Me sonrió, le sonreí.

—Hey.

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