Capítulo 5: Que su tema recurrente...

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Debería regalarme un trofeo a mí mismo por lograr aguantar todo lo que duró esa videollamada. Eso sí, apenas se apagó la cámara, dejé caer el celular en el sofá y mi rostro aterrizó en mis manos. Con mis dedos presionaba mis párpados cerrados para ayudarlos a retener las lágrimas picantes. No lloraría, podía resistir más que eso. Era boxeador, ¿cómo era que me herían más mis sentimientos que los golpes de una pelea que acababa perdiendo por nocaut? Me era insólito.

Comencé a temblar debido al esfuerzo de contenerme. La tristeza me envolvía, no era capaz de desviar mis pensamientos a otro rincón para animarme. Todo lo que oía en mi cabeza era: "A Dave le gusta otro chico, Dave se enamorará de él, Dave ya no podrá ser tan íntimo conmigo, Dave tendrá novio y yo estaré solo".

¿Por qué le atraía alguien tan nuevo? Estaba seguro de que con él no había compartido ni un cuarto de lo vivido a mi lado. No debía conocerlo tan bien como yo. ¿Por qué no se fijaba en mí? ¿Nunca le había dado curiosidad? ¿Nunca se había preguntado cómo sería yo como un amante real? ¿Yo era el único que imaginaba esas cosas?

Había sido su amigo por cinco años ya. Gracias a la compañía mutua superamos con el mejor humor esa etapa en la que nadie nos aceptaba. Éramos la primera opción del otro para casi cualquier asunto importante. Podíamos contar en el otro para lo que fuera. Con tanta confianza y una relación tan fuerte, ¿cómo era que él no sentía nada más que amistad por mí? Lo admito, tenía la esperanza de que él también estuviese de cierto modo interesado en mí, aunque fuese lo suficiente para probar algo. Si había llegado a tal grado de atracción hacia alguien más, eso significaba que no existía nada que le dijera que nosotros podíamos evolucionar.

Fue imposible controlarlo, un par de lágrimas se escurrieron. ¿Cómo iba a hacer para verlo en la tarde? No era para nada recomendable encontrarnos el mismo día en el que mis ilusiones fueron pisoteadas, pero no sabía cómo evitarlo. Ya había visto que estaba bien, al menos por fuera. ¿Qué me sucedería en tan pocas horas como para que lo creyera y cancelara el entrenamiento? ¿No sería muy obvio luego? Nunca lo dejaba botado. Era cierto que siempre había una primera vez, pero sería demasiado sospechoso que esa primera vez fuese justo después de la confesión.

Me deslicé de lado hasta quedar acostado sobre mis costillas, mis pies aún tocaban el piso. Mi mano izquierda pasó a ser la almohada y depósito del llanto, mi mano derecha se resbaló hasta el cuero. Los sollozos aparecieron, mi respiración ya no era regular. El desconsuelo se apoderaba de mí y no tenía idea de cómo enfrentarlo.

—¿Qué voy a hacer ahora? —susurraba con una voz chillona, algo que odiaba de llorar.

¿Cómo podría mantener mi amistad con Dave a salvo si él me gustaba y no había manera de que el sentimiento fuese recíproco en poco tiempo? Temía que todo fuese a arruinarse por mi culpa.

Otra desventaja era lo conversador que se volvía cuando se enamoraba. Él siempre había sido del tipo que no paraba de hablar de su pareja si nadie reclamaba en contra de eso. Antes era divertido escucharlo, su alegría desbordaba de todo su ser e incluso te hacía querer estar en una relación como la suya. Recuerdo que si pasaba un día sin mencionar siquiera el nombre de su novio, le preguntaba qué andaba mal, aunque la mayoría de esas veces no era nada. Podrá sonar como algo fastidioso, mas era algo que disfrutaba porque era bueno verlo feliz. ¿Seguiría considerándolo así ahora? Lo dudaba.

Nunca creí en esas mierdas de "mientras él sea feliz, yo soy feliz". ¿Qué cosa tan idiota era esa? ¡Algo de dignidad, por favor! ¿Quién es feliz mientras sus sentimientos son machacados al ver a su querido con la competencia? ¿Quién es feliz mientras la otra persona se le va de las manos para acabar en las del rival? ¿Quieren saberlo? ¡Nadie! Quien diga esa estupidez no tiene ni una pizca de amor propio. Una cosa es que te alegre la felicidad de ese ser especial, otra muy distinta es que seas feliz por completo sólo porque ese ser especial también lo es. Podría llegar a alegrarme verlo lleno de sonrisas, pero no sería capaz de ser feliz sabiendo que yo no era quien originase aquello.

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