CAPÍTULO 01: Donovan.

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Rooney soltó el mando de la Play y se levantó cabreado.

          —¡Al mejor de cinco! —exclamó inmediatamente. ¿Por qué simplemente no aceptaba que el Fifa no era su juego?

         —Antes has dicho que al mejor de tres. Y también que te tenías que ir temprano por no sé qué asunto del partido —fue mi respuesta. Era cierto... pero también lo era que ni siquiera me gustaba jugar con él; apestaba en los videojuegos.

         —No me intentes engañar, tú lo que quieres es quedar con Danielle antes —me lanzó una sonrisa sugerente.

         Me encogí de hombros. No le solía contar lo que pasaba entre ella y yo porque eran nuestras cosas, y porque sentía que se caería el mito de Donovan Cox si cualquiera, incluso mi mejor amigo, se diese cuenta de lo terriblemente enamorado que estaba de esa chica.

         —La verdad es que ella juega bastante mejor que tú.

         —Wow, vale —se rió, y se colocó las gafas—, qué manera de atacar a tu mejor amigo, ¿eh?

         Después de un rato más, me despedí de él. Ni siquiera me dijo que fuera al partido porque era obvio que iba a ir... Danielle era una de las animadora, y si movía ese precioso culo, yo quería verlo, aunque la verdad era que también prefería saber si alguien más la miraba. No ocurría mucho, pues todos ponían sus ojos sobre la capitana, Jessica, pero ¿no dicen que más vale prevenir que curar?

         Rooney recogió sus cosas y dejando el mando de la Play sobre el sofá donde estábamos sentados, se encaminó hacia la puerta del sótano para subir las escaleras y marcharse de allí. Era un buen amigo, aunque a veces demasiado bueno con todo el mundo, y eso me cabreaba porque en ocasiones, más que bueno era tonto.

         —¿Nos vemos después? —le dije al ver que no me decía nada. No creí haberle molestado con el comentario anterior pero, ¿quién sabe?

         —Claro, estaré con el disfraz, no creo que se te haga muy difícil encontrarme.

         Me reí y él hizo lo mismo. Se podría decir que Rooney no era del todo... bueno jugando al fútbol americano. Él lo intentaba y ponía toda su fuerza de voluntad para hacerlo bien, pero no le salía. Él en el campo significaría la derrota del equipo asegurada. Pero como el entrenador ya no sabía qué hacer con él y con su insistencia, le había propuesto ser la mascota. No era lo ideal, pero alguien tenía que hacerlo y él quería formar parte del equipo de una u otra forma; en cierto modo, todos ganaban con ese trato.

         Cogí el móvil que tenía cargando sobre la mesita que había justo enfrente del sofá y le escribí un mensaje a Danielle, diciéndole que ya podía venir. Ese era nuestro ritual de, prácticamente, cada día.

         Recogí las latas de refresco vacías que había sobre la mesita y el resto de comida que no nos comimos Rooney y yo y lo subí todo a piso de arriba, a la planta principal. No había nadie en casa, así que la tenía para mí solo durante unas cuantas horas. No iba a estar con Danielle todo ese tiempo, ya que tenía que ensayar con las animadoras antes del partido o algo así. A pesar de lo que yo decía... me gustaba tener una novia animadora. Lo que no me gustaba tanto era que a veces nuestro tiempo dependía de sus entrenamientos.

         Me respondió diciendo que podía venir y estar un par de horas. Sonreí como un idiota, estaba seguro de ello. Danielle me volvía loco... y muy, muy tonto. Era todo bondad y dulzura... Bueno, salvo cuando la cosa se calentaba, ya me entendéis... Tenía una sonrisa que se parecía a la de una niña pequeña, tan tierna e inocente como lo era ella.

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