Capítulo 11

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Delante de nosotros colgaba el indicativo de excursiones en barcos de vapor, una atracción que el parque denominaba tranquila y que se trataba, fundamentalmente, de una puesta en escena extravagante y animada narrada por los «capitanes» del barco. La última vez que subí, el personal iba disfrazado como vestían los antiguos capitanes de las rutas fluviales, chaquetas granates y brazaletes decorados incluidos. Ahora vestían el uniforme del resto del personal del parque. Una gran decepción.

-Vaya, excursiones en barco de vapor. No me he subido -me detuve a la puerta.

-Subamos entonces.

-No tenemos que hacerlo. Hay muchas otras atracciones.

- ¿Y? Tenemos tiempo -Paio me tendió la mano.

El paseo era tan empalagoso y encantador como recordaba. Los chistes eran malos, pero nos hicieron reír, y fue un viaje tranquilo. Nos sentamos al fondo, las piernas de uno y otro muy juntas en el estrecho banco. El agua del canal era de un tono verde pardusco.

-Creía que el barco se movía por unos rieles -mascullé cuando el capitán de nuestro barco aceleró el motor para evitar un banco de arena.

-Cuando trabajaba aquí, uno de los capitanes casi hunde un barco.

- ¿De verdad? ¿Cómo se hace para hundirlo? -me volví hacia Paio.

-Golpeó el muelle con demasiada fuerza. Supongo que se haría un agujero en alguna parte -Pablo señaló con la cabeza hacia el muelle en el que esperaban dos de los otros capitanes para amarrar el barco y que bajaran los pasajeros.

Me volví hacia él y lo miré con curiosidad. - ¿Fuiste tú?

Paio se quedó sin palabras un momento, al cabo del cual se echó a reír. -No. Yo era el que limpiaba los aseos.

Debió de notar la sorpresa en mi cara. -Siempre pensé que...

A América no le hace demasiada gracia lo del sistema de clases. Todos somos iguales, aun cuando no lo somos. Nadie admitiría nunca en voz alta que para ocuparse de los aseos contrataban a gente menos presentable, digamos, desde el punto de vista social, que a la que se contrataba para manejar las atracciones o servir la comida.

- ¿Ves lo que se consigue cuando tienes mala actitud?

Se encogió de hombros. Bajamos del barco. Le di las gracias al joven capitán, que todavía parecía un poco abochornado por haber estado a punto de embarrancar. Oí cómo le tomaban el pelo sus compañeros mientras nos alejábamos.

-Entonces te dedicabas a limpiar los aseos. ¿Durante cuánto tiempo lo hiciste?

-Dos temporadas. Después pasé a formar parte del personal de mantenimiento a tiempo completo.

-Trabajaste aquí mucho tiempo.

-Hasta que cumplí veintiuno. Conocí a un tipo en un club que estaba contratando gente para una fábrica que tenía fuera del país. Me introdujo en el negocio de los transportes y la distribución. Dos años después tenía mi propio negocio.

-Y ahora eres más que multimillonario.

-De limpia retretes a hombre de éxito hecho a sí mismo -dijo él, sin jactarse, pero sin restarle importancia tampoco-. De la mierda al esplendor.

Me apetecía beber algo y nos detuvimos a comprar un par de limonadas recién hechas. La limonada, ácida y fría, me hizo fruncir los labios. Pura delicia. Verano líquido.

TentaciónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant