Capítulo 33 - Caso resuelto

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    Sus palabras suenan más duras de lo que pretende, lo sé porque al terminar me da una rápida mirada como si quisiera comprobar que todo sigue bien, que no se ha pasado. Me recargo contra el asiento como única respuesta, mi mente ya está trabajando en un plan, en una idea que sea plausible.

    —No debería de haber dejado que fueras tú quien lo viera. —Sus palabras no son más que una baja queja dirigida a sí mismo, pero lo escucho igualmente y toda la rabia se apaga por un momento.

    Lo que he visto, la imagen que he tenido a la vista escasos segundos ahora se ha grabado a fuego en mi mente, cada recuerdo de Josh es sustituido por ello, com un virus que está terminando de contaminar el recuerdo que tengo de él. Uno tras otro los va destrozando y sustituyendo.

    De nuevo siento ese nudo en la garganta y el estómago revolviéndose por la imagen. Busco una distracción en el exterior esperando que las formas rápidas de las personas y los colores de sus ropas me den otra cosa en la que pensar.

    —Prefiero haber sido yo —confieso y, aunque creo que él da por hecho que hablo de que necesitaba asegurarme, no es sólo por eso—. Ver algo así, ver a alguien que te importa de esa forma es horrible, es como si todos tus recuerdos cambiaran y no pudieras recordarle como era antes. Tenía que asegurarme de que fuera él, pero al mismo tiempo me arrepiento, me arrepiento tanto que no puedo ponerlo en palabras. No le deseo eso a nadie, es mejor que no lo hayas visto, creeme.

    No miento, en absoluto. Y la horrorosa forma de la zona donde antes estaba su mandíbula es lo que más me persigue, como si se tratara de una película de terror, sólo que esta vez es real y es alguien a quien conozco.

    Siento los escalofríos contra mi espalda por el mero roce de la ropa. Estoy cansada, tan cansada de todo, pero con tanto miedo de cerrar los ojos, de permitirme descansar por un momento...

    —Aun así —le escucho decir—. Que le hayas visto sola...

    —Te he hecho un favor, y ojalá yo me hubiera fiado en un primer momento, ojalá hubiera aceptado el nombre que me daban porque ver algo así... —Aprieto un par de dedos contra mi sien, con fuerza, siento las yemas arder ante el contacto—. Verle así ha sido horrible.

    Las últimas palabras salen con un hilo de voz, tan temblorosas como realmente me siento. El instinto de antes ha desaparecido y ahora siento que mi fuerza se ha ido con ello. Sólo quiero un abrazo. Un fuerte abrazo que haga que me sienta protegida, bien, segura. Un abrazo que me haga sentir que no estoy sola. Aparto esa última idea antes de poder reflexionar sobre ello, si me rompo ahora no habrá forma de recomponerme y, si la idea de venganza es lo único que puede mantenerme emocionalmente equilibrada, que así sea.

    Ethan no parece saber bien qué decir y opta por el silencio, no le culpo. ¿Qué se dice en un momento como este? No hay palabras. Realmente no las hay.

    Para cuando llegamos a la cabaña toda la fuerza que creía poseer se ha ido y lo único que consigo es llegar a la habitación que he adoptado como mía, quitarse los zapatos, la chaqueta y meterme en la cama.

    Me he prometido no volver a soltar una lágrima hasta que todo esto no terminara, mantener ese sentimiento como una fuerte rabia que me mantuviera a flote, pero nada más mi cabeza roza la almohada la primera lágrima cae.

    Puedo creer ser una luchadora, puede que haya estudiado el comportamiento del ser humano durante años, que haya aprendido a controlar mis emociones y manipular a otros para conseguir lo que quiero, pero en mi interior todavía queda espacio para esa niña pequeña que lloraba por las noches porque sus padres no iban a desearle las buenas noches, a arroparla, a decir que la querían. Así que ella sale a la luz.

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