Veinticuatro

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Al dia siguiente fuimos al doctor. Al parecer voy progresando poco a poco con mi enfermedad, y todo gracias a Dylan.

Luego decidimos ir al centro comercial a pasear un rato. Tenia planeado preguntarle cosas acerca de su pasado. Pero temo a que se moleste demasiado.

-Oye, quiero decirte algo.-lo tome del brazo y mire fijamente esos ojos mieles brillantes.-

-Claro, dime.-

-Me gustaria que me contaras sobre tu pasado.-de repente su expresion tranquila, paso a ser una tensa y seria.-

-Que quieres saber?.-dijo seco.- Haz visto lo suficiente como para saber como fui.

-Lo se, pero me gustaria saber un poco mas, solo para.-

-No.-interrumpio.-

-Pero...

-Ya escuchaste bien. No.-dijo seco.- Ahora vamonos, que odio estar aqui.- frunci el ceño y negue con la cabeza. Primero se comporta tan amable y respetuoso, y ahora es como si quisiera matarme o hacerme desaparecer. Existe otra persona mas bipolar que este chico?

En el camino a casa, hubo un silencio profundo y pequeños rozes entre nosotros. Yo solo me dedique a mirar los paisajes que se me presentaban y suspiraba cada vez que recordaba lo que habia pasado hace ya media hora. Mis ojos se cerraban por si solos y sin darme cuenta, ya estaba dormida.

Frote mis ojos, que poco a poco me permitieron ver con claridad el techo de mi habitacion. Mire hacia todos lados y suspire aliviada. De una manera u otra debia enfrentar a Dylan y su bipolaridad. Creo que si quiero quedarme a su lado, por empezar, debo acostumbrarme a sus cambios repentinos de humor. Senti como se abria la puerta y cerre rapidamente los ojos, fingiendo estar dormida.

-Nina, sabes que te deseo con toda mi alma.- susurro en un tono ebrio. Esto acaso era un sueño?.- Pero no puedo permitirme hacer esto. Sabes lo que soy. Joder, eres tan hermosa hasta cuando duermes. Porque no puedo conquistarte?.- grito.- Odio ser un maldito demonio!.-golpeo la cama haciendome rebotar en ella. Su fuerza era el doble que la de un ser humano. En estos momentos sentia dos cosas: la primera era ganas de besarlo, y la segunda, miedo a que me lastimara. Estar ebrio es no controlar tus impulsos y no estar consciente de lo que haces o dices. Pero mas alla de eso, lo seguia queriendo, desde el primer dia en que lo vi, en un bar insignificante, donde solo eramos el y yo, observandonos y admirando las facciones del otro. Como si en otras vidas nos hubiesemos visto, y nos encontramos, no por casualidad, sino porque el destino quizo que estuviesemos juntos.

El Dia Que Me Quieras - Novela de Dylan O'BrienUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum