Epílogo.

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Tres meses después.

Las doce menos cuarto de la mañana. El fin del verano se comenzaba a notar, y ya hacía falta tener una chaqueta a mano, al menos por las mañanas y por las tardes. Había llegado el día uno de septiembre. Dentro de diecisiete días el curso en mi nuevo instituto en Los Ángeles comenzaba, y había acordado con mi madre viajar hasta California el primer día de aquel fatídico mes.

Estaba fuera de casa, sentada en el porche, con mis dos grandes maletas a mi lado. Podía advertirse que me había pasado la noche sin dormir pensando en que me tendría que ir por las grandes ojeras violáceas que se divisaban debajo de mis ojos y por el hecho de que mis párpados estaban luchando por no cerrarse. Cuando oí que la puerta de la casa se abrió, me giré para ver como mi hermano, Riley, Noah y Summer salían de casa para comenzar a meter el resto de mi equipaje en el coche de Connor. Habíamos acordado que solo irían al aeropuerto mi hermano, Riley (porque solo había venido para las vacaciones de verano), Connor y mi padre para despedirme. Al fin y al cabo, me parecía bien, porque tampoco me apetecía mucho montar una escena de lágrimas delante de toda la familia.

Mientras los demás guardaban mi equipaje en el coche, procuraron no mirarme. Todos sabían que no estaba de humor para despedidas largas, con mi horrible cara de zombie y mi pose de "voy a morir".

La verdad es que este verano había sido uno de los mejores que había pasado. La ausencia de Hunter me había influido, por supuesto, y me había pasado las primeras semanas saliendo con mis amigos de mala gana, sin poder evitar acordarme de Hunter a cada segundo. Le echaba de menos muchísimo, y había sido una suerte que hubiera encontrado unos días en la mitad del verano para venir a visitarnos. Por supuesto, la ausencia de Hunter la compensó la presencia de Connor, y sus constantes besos. Nos lo habíamos pasado genial, y siempre recordaría este verano como uno de los mejores.

Sentí una mano que se apoyaba en mi hombro, y acto seguido giré la cabeza para descubrir quién me había sacado de mis deprimentes pensamientos. Mi padre me miraba con ojos cansados, y con una triste sonrisa plasmada en sus labios.

—Es la hora de irnos, cariño.

Apreté los labios y me levanté muy despacio del porche. Después, caminé casi arrastrándome hasta el coche, donde el resto de la familia me estaba esperando para despedirme. Connor ya estaba dentro del coche. Había preferido no presenciar este momento, y lo entendía. También tenía que estar siendo un momento muy duro para él.

Me despedí de Summer, de Noah y de Christie. Hubo lágrimas, no lo puedo negar, pero yo traté de mantener las mías dentro de mis ojos, donde debían estar. No quería derramar ni una sola lágrima hasta que llegara el momento de despedirme de Connor, cuando peor lo iba a pasar.

Mi padre me apremió y me hizo meterme el coche con prisas, porque íbamos un poco pillados de tiempo para coger el avión. Me despedí desde la ventana del coche a los que se habían convertido en mi familia durante los últimos tres meses. Había conseguido hacer buenas migas con Summer y había descubierto que, en realidad, teníamos muchas cosas en común. Había cuidado de Riley como una hermana mayor. Noah y yo nos habíamos unido muchísimo, y en estos momentos era mi hermano. Pero mi único hermano verdadero, de sangre, estaba metido en el coche conmigo, en silencio, y me iba a costar muchísimo dejarle en Hailford.

Mi hermano era alguien a quién estaba muy unida, porque como a mí siempre me habían gustado las cosas de chicos, mi hermano y yo siempre habíamos jugado a esas cosas juntos y nuestros lazos se habían unido aún más.

El viaje fue muy silencioso, porque ninguno teníamos ganas de hablar de lo que iba a pasar a continuación. Llegamos al aeropuerto tan rápido que ni siquiera me di cuenta, y hubiera preferido que el viaje hubiera durado para siempre para no tener que despedirme de las personas que más quería en el mundo. Bajamos del coche y los chicos cargaron con mis maletas mientras yo apenas me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Este iba a ser el peor año de toda mi vida. Bueno, siempre me quedaba la opción de tirarme por un puente.

Viviendo con los Evans © [Evans 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora