Fechas, problemas

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- Tomo eso como un sí.- Se acomodó las solapas de su abrigo y sonrió con suficiencia. Al final, no me pude poner bravo con el, así que solo le robé un beso y dije.

- Bueno. Cuando?- Brais puso ambas manos en mi trasero, haciendo que me exaltara y me sorprendiera.

- Cada noche de nuestras vidas.- Dijo con tono ronco, que me hizo sentir corrientes eléctricas en mi espalda.
Me acomodé en sus piernas, poniendo una a cada lado de sus caderas.

- Empezamos hoy, o mañana?- Acerqué mi boca a su cuello y lo besé. Podía sentir su aliento caliente en el mío. Se me erizaron los bellos de la nuca y un jadeo se escapó por mis labios.
Brais no paraba de jugar en mi cuello, haciéndome sentir algo parecido a las cosquillas, pero no eran eso... Era algo nuevo.
Pronto algo se sintió apretado en mis pantalones y me dolía.

[Narrador Omnisciente]

- B-Brais...- Dijo el pequeño doncel, con vergüenza, llamando la atención del grande y fuerte varón, que lo tenía en brazos.

- Dime...- Dijo sobre su suave cuello, ahora brillante y algo rojo por la saliva, y las suaves mordidas.

- Me du-ele- Se le dificultaba hablar, pero Brais entendió. Entonces decidió que era mejor hacerlo en su habitación, y no en medio del jardín, donde los interrumpieran.

Al cargar al doncel en brazos, como si fuera un koala, ambas intimidades se rozaron por encima de la ropa, sacándole un pequeño gemido al menor. Que, al ser un doncel, resultaba mas sensible que una mujer o un varón a este tipo de cosas.
A cada paso que daban, esas zonas se acariciaban una y otra vez. Esa fue la mejor y la peor tortura para el varón, que ya quería estar unido a su pequeño y frágil doncel, que le costaba guardar la compostura.
Al subir las escaleras, evitando la fiesta, fue peor para Elian, que no paraba de sentir las rodillas de ese hombre contra sus nalgas una y otra vez. Y que de vez en cuando tocaban con su entrepierna ya despierta.

Llegaron al cuarto y Brais dejó a Elian delicadamente sobre la cama, su cabeza sobre las almohadas y las dos manos del mayor a cada lado de esta.

...Entonces se oyó un gran estruendo, una explosión. Los dos se pusieron alertas, se acomodaron la ropa y se pararon el medio de la gran habitación, esperando a que algo pasara. Y se oyó el mismo sonido, pero esta vez venía del piso de abajo.

[Pov Elian]

Se volvió a escuchar una explosión y entonces pensé en nuestro hijo. Aricin seguía en la fiesta.

- Aricin...- Y al decir su nombre todo se volvió real. Mi hijo podría estar en peligro, un peligro del que no sabía nada por estar haciendo cosas con mi prometido. Lo agarré del antebrazo con fuerza, mientras lo miraba angustiado y repetí.- Aricin...- Brais asintió y salimos hacia el primer piso, corrimos hasta que él me tuvo que detener, para que una viga de madera en llamas no me cayera encima.

Había fuego por todos lados, paredes destruidas, gente aplastada por pedazos del techo y soldados, y guardias, peleando con otros soldados, uniformados con un escudo que conocía muy bien. El palacio estaba siendo invadido por las tropas de Fagfor.

- Elian!- Me llamó Brais, mientras ponía su mano derecha sobre mi hombro.- Tienes que subir.- Comenzó, pare yo a duras penas le podía poner atención, poniendo mas cuidado a que no se nos acercara ningún enemigo.- Arranca varias de las cortinas de los ventanales y úsalas como abrigo. Necesito que subas a la terraza en la que caíste enfermo, en la que hace mucho frío. La recuerdas?- Asentí muy nervioso.- Bueno, allí debe estar mi madre, te debe estar esperando a ti y a Aricin. Allí va a estar a salvo. Listo? Ve.

- Pe-pero Aricin!- Lo agarré con desesperación de la capa y le rogué.- Toca buscarlo! Debemos buscarlo!- Entonces lo oí, su llanto y sus gritos, junto con los de Zíu, mi doncel de compañía.

Me volteé y vi como dos soldados de Fagfor retenían a Zíu, mientras el pataleaba y lloraba por que no le quitaran a mi bebé. Otros tres soldados estaban cargando a Aricin y sus dos amigos, fuera del palacio.

En ese momento no pensé ni en mi seguridad ni en escapar, ni siquiera en lo que me decía Brais...solo pensé en que no perdería a mi familia. Le arranqué la espada de la mano a un cadáver y corrí hasta alcanzar al desgraciado que estaba tocando a mi hijo. La adrenalina me recorrió todo el cuerpo y se la enterré en toda la garganta. Los dos que retenían a mi doncel de compañía lo soltaron y fueron a por mí.

Luego apareció Brais y los atravesó a los dos como si fueran dos pedazos de carne en una brocheta. Yo fui a por los amigos de Aricin, metí la espada entre las vértebras lumbares de uno, lo que lo hizo caer, soltando al niño, que corrió con Zíu y Aricin. Cuando me volteé, Brais ya había matado al otro sujeto y liberado al niño.

- Corran a donde te dije.- Dijo y me dio un pequeño beso, lleno de todo. Agarré su mano y le pregunté.

- Vas...vas a estar bien?- Lo miré preocupado. El asintió y juntó nuestras frentes, de cierto modo, eso me dio valor.- Te amo.

- Yo también te amo...

Luego de eso le saqué otra espada a otro hombre que estaba cerca y se la pasé a Zíu. Puse a Aricin en mi espalda y tomé a otro niño por el frente, como nos cargaba mi padre cuando jugábamos con el. Luego de ver que mi amigo cargaba al otro niño, miré por ultima vez a Brais y salimos corriendo.

Arrancamos unas ocho cortinas, que nos hacían mas difícil correr, pero no paramos en ningún momento. Los niños lloraban desconsoladamente y no los culpaba, yo también me quería echar a llorar y tirarlo todo a un lado, pero no podía.

Llegamos a la puerta y tocamos, o mas bien golpeamos, una y otra vez hasta que Bera abrió la puerta. Hacía un frío insoportable y el efecto de la adrenalina se me bajó tan rápido como llegó. Me dolían todos y cada uno de los huesos de mi cuerpo, Caí de rodillas, solté la espada y los dos niños se me bajaron de encima.

Bera me ayudó a entrar, mientras Zíu se aseguraba de que no nos habían seguido. Aricin se me acercó y me abrazó mientras seguía llorando. Lo apegué mas a mí y lo consolé. Más tarde se quedó dormido, junto a los otros. Los arropé con una de las cortinas y me senté a su lado con otra de las cortinas encima. Agarré la espada y me quedé viendo hacia la puerta, en medio de la noche, esperando y rezando por que Brais la atravesara en cualquier momento.

Toda la noche se oyeron ruidos de cañones, espadas y escudos chocando y los gritos de los hombres y mujeres que pedían clemencia. Me sentía tan sucio y vil por esconderme como una rata, en vez de estar abajo con el resto de gente, pero, al mismo tiempo, no de quería mover de donde estaba. no quería morir, ni dejar solos a estos niños, ni apartarme de Brais.

A la mañana siguiente los gritos y el estridente sonido de metal contra metal, ya habían cesado. Estaba muy cansado, tanto física como mentalmente. No sabía que hacer, ni que pensar, ni qué querer...ni mucho menos qué esperar.

Me acerqué un poco a las barandas, sin saber que ver, y abajo había dos soldados de Fagfor descansando, echados contra el muro. Logré oír parte de su conversación.

- Que lio nos ponen...- Comenzó el mas pequeño, moreno por el sol y algo panzón.- Pensar que todo esto fue por secuestrar al príncipe heredero... Y ni pudimos encontrar al resto de la familia real.- Después de oír eso me aparté. Entonces no encontraron a Alvar ni a Regner.

De todos modos, dijeron secuestrar, no matar, entonces Brais está vivo. Solté un gran suspiro al saber que no estaba muerto, pero de todos modos... Se habían metido con mi familia.

Y pensar que ni habíamos comido...

Fagfor se estaba metiendo con más de lo que creían.

El camino ( YAOI )Where stories live. Discover now