Pero tú, eras igual a ellos solo por ese sentido.
Eras bueno, ahora detestas a todos.
Te encantaba sonreír, tus sonrisas son solo para ella.
Tenías valor, Solo quieres que ella lo vea.

Eres un gato, un gato callejero que las personas atormentaron. Les temías a ellos, te daba miedo ir a ese hospital porque siempre te tenían que inyectar, ese era el veterinario para ti.
Odiabas todo y a todos, tal vez seas igual a ella. Pero en tu mente solo eras un demonio que no podía amar.

Solo querías huir.

(...)

Era la primera vez que lo mirabas de ese modo, y el escapo.
Sabias donde vivía, pero nadie te aseguraba que estuviera haya.

Mirabas el recetario, reconocías cada medicamento. Tu padre tomaba estos, ¿Cierto?

Temías lo peor.

Te resulto extraño, diferente y distante, era la primera vez que mirabas a ese rubio comportarse así. Él tenía miedo, terror y en su temblor notaste la fobia.

¿Qué le ocurrió?

Te preguntabas una y otra vez, te maldijiste y pusiste nerviosa, llevabas media hora en ese mismo lugar; las personas ya te miraban raro.

Una vez tu amiga llego, inventaste cualquier excusa pero ella...

-Ve, él necesita ayuda-

¿Creíste que tu amiga era ciega?, No amor, ella te había visto.

Le agradeciste y emprendiste tu huida hacia aquella casa. El viaje en ese autobús te pareció infinita y aunque después tus piernas te quemaban como el mismo infierno, no te importo y seguiste corriendo.

No somos los únicos que lloramos.

En la vida, existen otras experiencias que también lastiman. Aunque la tuya era dolorosa, sabias que no eras la única que vivía lo mismo que tú pero no los conocías.
Eras demasiado despistada que hasta llegaste a olvidar aquello que te hacia diferente.

"Las personas que más sonríen, algunas veces son las que más sufren"

No llores, no mientras corres; él está bien, o eso crees.

¿Sabías que... no debes juzgar un libro por su portada?

No era una casa, era un apartamento.
No había nadie, pero escuchabas sollozos.
El lugar estaba completamente sucio.

Tus manos temblaron, temías no encontrarlo, pero haya estaba; Te miraba con miedo, tú te acercaste y el retrocedió.

Su rostro mostraba repulsión a cada paso que dabas, el caía y se tropezaba por toda la habitación escapando de ti.

-Adrien, ¡Detente!- Tu voz se notaba cansada, tus ojos no paraban de llorar.

Él por fin llego a una esquina sin retorno.

¿Sabías que... los hombres también tienen el derecho de llorar?

El gritaba que te alejaras, sujetaba sus cabellos entre sus manos mientras trataba de ocultar su rostro entre sus piernas. Parecía un niño asustado, te recordaba a ti cuando querías escapar cada 1er de julio. Te dio pena, te dolía verlo así.

-Perdóname padre... yo no quería que ella muriera- Sus sollozos repetían la muerte de alguien.

¿Creíste que el único dolor era el tuyo? No, existen otros que nos torturan, que por más que deseemos detenerlos, no se irán.

Te arrodillaste frente a él por instinto acercaste tus manos a las suyas, apartándolas de sus cabellos. Nunca habías abrazado con verdadero amor, felicidades esta seria tu primera vez.
Acunaste su rostro en tu pecho y enseguida sentiste sus lágrimas empapar tu blusa, sus sollozos aumentaron repitiendo las mismas palabras: "Perdóname", "Madre" o "Déjenme en paz".

Solo Un Reto(Adrianette)Where stories live. Discover now