-Estoy bien.

-Ese viaje fue demasiado.

-No fue eso –en ese momento Loki se percató de que estaban sonando los cuernos del palacio- ¿Qué está ocurriendo?

-El Padre de Todo marcha a la batalla.

-¿Qué...? –trató de salir de la cama pero Eir se lo impidió- ¡Déjame verle!

-Él mismo ordenó que permaneciera en cama, Majestad.

-¡No soy...!

-Por favor –suplicó la sanadora.

Su mirada detuvo a Loki quien se tumbó sobre la cama tallándose el rostro. –Al menos quisiera beber agua.

-Enseguida, Majestad.

Volvió a incorporarse con ayuda de Eir quien le tendió la copa de agua fresca que bebió de golpe, calmando la ligera fiebre que había tenido por aquel sueño. Era de madrugada, tenía un par de horas que Thor había salido con los Vengadores hacia Vanaheim y ahora Odín, Padre de Todo también se unía a la batalla pese a que no estaba del todo recuperado.

-Descanse, milord.

Loki esperó a que ella saliera, dispuesto a ir con Odín para saber la razón de su marcha, sin embargo su cuerpo le pesó demasiado y se quedó dormido hasta que amaneció, dándose cuenta que Eir le había sedado a propósito. Gruñó cansado, aventando las pieles poniendo atención al exterior. Los cuernos no sonaban, eso indicaba que aún no regresaban. Se vistió aprisa, llamando a Sif que de inmediato estuvo a su lado.

-Eir me drogó –acusó.

-Recuerda que llevas una vida dentro de ti.

-¿Noticias?

-La pelea encrudeció. Solo sabemos eso. Alfheim envió apoyo hasta Vanaheim y Odín está en la parte sur rechazando una intrusión.

El ojiverde apretó sus labios, el miedo quería volver a dominarle. Los Otros poseían un temible ejército, el cual podría estarse abriendo paso hacia él.

-No van a llevarte –Sif pareció leerle el pensamiento.

-Tal vez solo me maten.

-Loki, eso no es gracioso.

-Lo siento –suspiró notando que llegaban unos consejeros que recibió- ¿Qué sucede?

-Han traído el obsequio de Alfheim.

Casi salió despedido hacia la sala donde esperaba una caja pequeña sobre la mesa, dentro estaba un diminuto y delgado frasco que brillaba con luz propia. La sangre del Oráculo. Apretándola entre sus dedos intentó una vez más que Idunn le escuchara sin éxito. Más frustrado que nunca, regresó al comedor donde terminó sus alimentos, ordenando que le dejaran solo en la recámara donde se encerró meditando que hacer mientras amarraba los listones del frasco alrededor del cuello del oso de peluche que abrazó sentándose frente a la chimenea. Un sopor volvió a apoderarse de su mente. El hijo de Thor era muy fuerte y le robaba las energías. Estaba a punto de quedarse completamente dormido cuando de nuevo sintió la sensación de que alguien le observaba. Abrió sus ojos, respingando en la silla, buscando de inmediato alrededor. Fenrir le miró confundido ladeando su rostro. La habitación estaba vacía. Frunció su ceño a punto de recostarse de nuevo en la silla cuando el perro ladró a un punto específico, corriendo a las puertas que rasguñó intentando salir. Con el corazón latiéndole a mil por hora, Loki le dejó ir para perseguirle por el palacio, sabiendo que Fenrir solo se ponía así cuando Lucky estaba cerca.

-Hija...

Llevando a Tedum en una mano, abrió las puertas del palacio al tiempo que escuchaba los cuernos sonar con un timbre más apurado, un llamado urgente. Los Einherjars comenzaron a moverse por los pasillos. Escuchó el ladrido de Fenrir no lejos, doblando hacia donde la cámara de tesoros de Odín cuando una mano le detuvo casi haciéndole trastabillar.

Danza de HieloWhere stories live. Discover now