-Permiso concedido.

Loki rió tranquilamente dejándose consentir por el rubio quien terminó las cerezas, mirando complacido como aquellos labios terminaron con un tono rosado y brillante por sus besos que repartió ahora por todo su rostro con una mano acariciando sus cabellos largos mientras la otra sobaba en círculos su abdomen, pensando en aquel pequeño que nacería.

-Thor, ¿qué te agobia? –Loki le miró serio. Aún no olvidaba cómo se había marchado a Asgard aquel día que supo que llevaba otro hijo suyo.

-Nada, mi amor.

-Lucky sabe mentir mejor.

-¿Acaso nuestra hija ha aprendido a mentir?

-No trates de desviar el tema.

-Es imposible con alguien como tú.

Cerrando el libro sobre su pecho, el ojiverde levantó una mano tocando un pómulo del guerrero que besó sus dedos.

-Dime.

-Asuntos de Asgard sin importancia.

-Esfuérzate más.

Thor apartó unos mechones sueltos de su frente. –He peleado con Sif.

-¿Por nosotros?

-Claro que...

-Claro que sí –le interrumpió Loki- No es tan despistada como tú para no preguntarse qué cosas estás haciendo en Midgard por tanto tiempo. Oficialmente soy un prisionero de los Vengadores y no olvido su promesa de hacerme pagar los daños causados... aunque no es la única con ese tipo de promesa, me temo.

-Loki... -el Dios del Trueno le abrazó posesivo- No permitiré que te hagan daño.

-¿Aunque pierdas todo por ello?

-Nuestros hijos y tú son lo único que me importa. Y lo que me suceda es nada comparado con lo que has tenido que soportar ustedes dos.

El ojiverde calló por unos momentos, su mano dibujó los contornos de la armadura del Asgardiano apretando después la mano más cercana que le sujetaba.

-Nunca nos aceptarán.

-Por eso no les verán en Asgard.

-Y por eso perderás el trono y ellos a un gran rey.

-Cuidado con lo que estás insinuando, Loki. Me tienes en baja estima si crees que voy a abandonarles frente a esa clase de presiones.

Loki frunció su ceño mirando hacia la ventana. Era una disyuntiva que no podía dejar pendiente, el deber de Thor como protector de los Nueve Reinos o su felicidad a su lado. Tenía razones de sobra para ser lo suficientemente egoísta y dejar a todos a su suerte quedándose con él, eso era precisamente lo que empujaba sus pensamientos en la dirección contraria. Así como los Vengadores necesitaban de su martillo y su poder, no podía dejar solo a Odín con aquel peso del trono cuando el ataque del ejército de las sombras había mermado a los gobernantes y su descendencia, necesitando nuevas familias que florecer en un ambiente de paz duradera que solamente un regente como el Dios del Trueno podía traer. Una mano gentil tomó su mentón haciéndole volver la vista hacia los ojos azules de su pareja.

-No puedo abandonarles, sería mi muerte.

-No quiero que lo hagas –susurró Loki- Pero ya he hecho tanto daño y ahora la situación...

-Ssshh –Thor puso un dedo sobre sus labios- Te prohíbo siquiera que lo pienses.

-No puedes prohibirme nada.

Danza de HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora