¿Qué podía generar tanto terror en alguien como Loki?

Su hermano no era renuente a sus peticiones de cazar a su lado aunque permanecía quieto en su caballo sin hacer nada en realidad. Le felicitaba de corazón cuando Thor le presumía sus trofeos, completando la historia en el comedor junto a su padre o reafirmando sus palabras sobre logros diplomáticos en los que le asistía. También le acompañaba en los entrenamientos, sentado en uno de los atrios alrededor de la arena de combate desde donde le observaba. El Dios del Trueno entendía perfectamente que ya no poseía poderes, y sospechaba que su tristeza tenía relación con ello. Pero había algo más. Algo que había herido profundamente a Loki y el Asgardiano sentía la sangre hervir de pensar que el daño fuese definitivo.

-Rey Thor. Majestad.

-Príncipe Ultheir –saludó aquel con una reverencia a uno de los altos nobles de Vanaheim- Espero haya sido de su agrado su visita a nuestras tierras.

-Absolutamente, solo me hace falta algo para sentirme completamente satisfecho.

-¿Es algo que podamos ofrecerle?

El príncipe sonrió volviendo su mirada hacia el jardín piso abajo donde Loki estaba sentado, concentrado en el árbol frente a él que examinaba con detenimiento. Era de los pocos árboles que florecían a pesar del invierno, de hojas doradas que reflejaban los débiles rayos de luz invernal, herencia de los trabajos en los jardines reales de la fallecida reina Frigga.

-¿Será posible que pueda tener unas palabras a solas con el príncipe Loki?

Esa pregunta disparó algo en Thor que le hizo bufar. –Me temo que mi hermano se encuentra indispuesto en estos momentos.

Sin ánimo de seguir hablando, se despidió del príncipe bajando hacia el jardín a pasos apurados frunciendo su ceño. ¿Para qué deseaba hablarle a Loki? Estaba completamente seguro que el ojiverde no iba aceptar verse con aquel guerrero, no entablaba charlas con nadie ajeno al círculo íntimo de Odín. Encontró a su hermano tomando uno de los frutos dorados del árbol que mordió lentamente como dándose tiempo a disfrutarlo.

-¿No estará frío? –le preguntó.

Como buena maldición, Loki respingó de nuevo al no percatarse de su presencia. El fruto resbaló de sus manos rodando por la nieve a los pies de Thor que lo levantó sacudiéndolo ligeramente observando la mordida sobre la cual el imprimió la suya. Estaba frío pero eso acentuaba su sabor dulce, que estaba combinado con el perteneciente a los labios de Loki quien le miró fijamente jugueteando con manos inquietas ante su gesto.

-Está bueno –opinó tendiendo el fruto a Loki.

-Termínatelo –se quejó éste mirando su mano.

-No te contagiaré nada.

El ojiverde solo negó arqueando una ceja, aparentemente ofendido de que Thor hubiera mordido su fruta, entrando de lleno por aquel jardín, uno de los favoritos de Frigga y que ella misma hubiera creado siglos atrás, una combinación entre arcos de ramas entrelazadas con árboles flanqueando el camino empedrado intercalando esculturas de piedra gris y rosales con tallos secos por la estación. Los pasos del Dios del Trueno le siguieron para su exasperación. Había algo que no se había perdido en Loki y era su enfado cuando Thor era endemoniadamente insistente.

-Hey, puedo cortar otro para ti si lo deseas –ofreció alcanzándole, con un brazo rodeando la cintura de su hermano por la espalda.

-Perdí el apetito.

-No seas quisquilloso. Pareces un niño.

-Habló la madurez encarnada.

Thor rió divertido, deteniéndose junto con Loki al pie de unas escaleras que bajaban hacia una fuente de tres niveles ahora cubierta de hielo que caía en forma de picos por los bordes, apenas si dejando ver las cabezas talladas en forma de carnero. Era curioso, ese mismo sitio era donde ambos solían correr alrededor para huir de sus nodrizas cuando era la hora del baño hasta que Frigga los atrapaba con magia. Pasando el otro brazo por el costado del ojiverde, le tendió una vez más aquella fruta recargando su mentón en su hombro.

Danza de HieloWhere stories live. Discover now