La vida de Sebastián, un joven trabajador que ayuda a su padre en una panadería, cambia cuando un día viajando en bus queda cautivado con la belleza de una hermosa joven universitaria llamada Irina.
Él pensaba que solo era algo pasajero, algo fugaz...
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Recuerdo que esa noche soñé con ella, soñé que íbamos de la mano por un lugar muy iluminado y elegante, solo nosotros dos.
Mi sorpresa fue que rara vez recordaba lo que soñaba, recordar un sueño para mí desde pequeño ha sido algo anormal en mí, solo ocurre en ocasiones especiales.
Las horas pasaron y al día siguiente traté de levantarme temprano, la pereza quería ganarme sin embargo mis ganas de verla ganaron la batalla.
Sabía que si iba temprano la volvería a ver una vez más en el bus, las cosas no se dieron así, porque a veces planeas una cosa y surge otra totalmente diferente.
La suerte no estaba de mi lado, no pude subirme al bus de las siete y quince sino al de las siete y veinticinco.
Me enojé conmigo mismo, por no ser tan rápido para llegar temprano a la parada de bus, pensé que ya no la iba a ver que seguramente ella había subido al primer bus.
Sin embargo en una de las tantas paradas que hizo el bus, ella subió.
Cuando la vi me emocioné, no lo puedo negar, no sabía si era otra casualidad o no, lo único que me importaba en ese momento era que me volví a encontrar con la chica de hermosa sonrisa.
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