La vida de Sebastián, un joven trabajador que ayuda a su padre en una panadería, cambia cuando un día viajando en bus queda cautivado con la belleza de una hermosa joven universitaria llamada Irina.
Él pensaba que solo era algo pasajero, algo fugaz...
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Aún recuerdo cuándo la conocí, a ella, a esa hermosa chica, la que tanto amo y tanto amé...
Era un lunes por la mañana, para muchos el día menos favorito de todos sin embargo para mí era diferente, desde que tengo memoria me han gustado los días lunes.
Aquel día me levanté muy temprano en la mañana, ya era costumbre para mí a pesar de que no me gustaba hacerlo pero debía cumplir con todas mis obligaciones, no podía fallarle a mi padre, no a él.
Salí de mi casa sin mucho entusiasmo, al salir miré al cielo, junté las palmas de mis manos y luego me persigné, agradeciéndole a Dios por un días más de vida.
Me dirigí a la parada de bus, la que quedaba en frente del parque central de la ciudad.
El bus no tardó en llegar, al subir me senté en la parte de atrás. A medida que avanzaba el bus se detuvo en unas cuantas ocasiones, para recoger más personas, en especial a los universitarios.
El medio de transporte se llenó en pocos minutos.
Cuando el bus se detuvo por sexta ocasión, un grupo más de universitarios subió a toda prisa, en ese instante pude notar a una chica de cabello oscuro y muy largo, de una belleza indescriptible, que la hacía resaltar sobre las personas a su alrededor.
En tan pocos segundos quedé cautivado con su belleza.
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