Capítulo 9.

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Darrel

Hazel y Max se habían encargado de preparar el desayuno, mientras que Andrew miraba la televisión con los pies arriba de la mesita de la sala.

—Baja los pies de ahí —le di un manotazo.

Puse en su lugar el cojín que se había caído al suelo.

—¿Y ayer que tanto hablabas con Cat? —se echó un poco de cereal a la boca.

—Nada que a ti te importe, Andrew.

Resopló.

—No me quieres dar los jugosos detalles de lo que hicieron —de nuevo se echó cereal a la boca.

—No te voy a decir nada porque no hicimos nada —entornó los ojos.

—¿Seguro?

—Estoy más que seguro.

—No te creo —me señaló —. Pero bueno —siguió mirando la pantalla.

—Idiota —fui a la cocina donde mis hermanos seguían con el desayuno.

Hazel preparaba pan cakes, mientras que Max se encargaba del café y la fruta.

—¿Les ayudo?

—Sigue perdiendo el tiempo —masculló Hazel —. Dile a Cat que ya puede bajar.

—Bien —me di la vuelta para subir las escaleras.

Me detuve un momento antes de tocar con los nudillos en la madera.

Levanté la mano y toqué un par de veces.

—¡Voy! —escuché desde dentro de la habitación.

Bruno empezó a ladrar y Cat lo calmaba con siseos.

—Bruno, ya —la puerta se abrió y detrás vi a Cat.

En cuanto se dio cuenta que era yo soltó a Bruno que empezó a mover la cola, se metió entre mis piernas y salió corriendo hacia las escaleras.

—Buenos días, Cat —sonrió.

—Buenos días, Darrel —se pasó un mechón de su húmedo cabello detrás de la oreja.

—El desayuno está listo, puedes bajar —señalé atrás.

—Gracias —cerró la puerta y caminé a su lado.

—¿Cómo dormiste? —me miró de reojo —. Es que yo sentí que hizo mucho calor anoche.

—Hizo algo de calor, pero dormí bien. Gracias por preguntar —su mano y la mía se acariciaron.

Sentí un ligero escalofrío que me recorrió de pies a cabeza. Tenerla cerca se estaba convirtiendo en algo que me gustaba más de lo que yo quería admitir.

Bajamos las escaleras y Andrew seguía en la sala, viendo la televisión con el plato de cereal en las manos.

—Buenos días, Andrew.

—Buenos días, Cat —le sonrió mi amigo.

Fuimos a la cocina y Max ya estaba sentado en uno de los taburetes.

—Siéntate donde quieras, Cat —le indicó Max.

Hazel dejó la última tanda de pancakes sobre la mesa y se sentó al lado de Max, a la vez que Cat se sentaba a mi lado.

—¡Ven aquí inútil sino te quedas sin desayuno!

Los gritos de mi hermana resonaron por toda la casa, además de que cuando gritaba todo mundo la podía escuchar. Andrew no tardó en entrar a la cocina, dejó el plato de cereal sobre la mesa y se sentó a mi lado.

Corromper a un ángel (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora