Capítulo 11

2.6K 182 3
                                    

Una especie de cita.

Narra Carlos.

-(...) Tu eres el primero.

Cuando oí esas palabras, mi corazón se detuvo y levante mi cabeza al instante.

Zafiro nunca había traído a alguien aquí, soy la primera persona en quien confía y tengo como misión engañarla para destruir todo lo que conoce. No puedo sentirme tan angustiado en este momento, pero ella no debe notarlo.

-¿Carlos estas bien?

-Eh, claro que sí, estoy muy bien. Es sólo que es impactante saber que soy el primero en venir aquí.

Ella ríe abiertamente, me dedico a mirarla bien.

Zafiro es una muchacha sumamente hermosa. Tiene unas facciones tan bonitas, delicadas dignas de una princesa, pero a la vez es tan diferente a las demás, es graciosa, simpática, natural. Cualquier otra chica no estaría sentada en el suelo, si no que me hubiera pedido mi ropa para sentarse encima pero ella no, ella se sienta en el suelo y ríe. Me sorprende saltando hacia mi y rodeandome con sus brazos. No lo dudo dos veces y le correspondo.

-¿A que debe eso? - Le pregunté una vez que me soltó.

-No lo sé, pero fue lindo. - Dijo riendo haciendo que yo también suelte una risa. El silencio, como ya es costumbre, reina entre nosotros. Una vez leí una frase que decía:

"El silencio dice mucho más que cualquier cantidad de palabras."

Y recién ahora entiendo su significado. Siempre que estoy con Zafiro el silencio me brinda una calidez en el pecho, me brinda paz. Una paz que jamás pude sentir con nadie. Un impulso en mi pecho me obligó a rodearla con mis brazos y atraerla hacia mi.

Pasamos al rededor de dos horas hablando, y pudimos descubrir que tenemos muchas cosas en común. A los dos nos gusta la música, nos gusta un poco el arte, descubrí que ella puede cantar y muy bien a decir verdad. Y lo que mas me sorprendió es que le gusta la ciencia y experimentación, algo que a mi me apasiona. Compartimos algunas anécdotas de algunos experimentos, como por ejemplo lo que le sucedió con su robot, que tuvo un problema con el filtro de calor y al sobre calentarse terminó explotando y quemandole las cejas a su padre. Reímos mucho con eso.

-¿Carlos, tienes hambre?

La verdad era que sí, hace al rededor de media hora noté que tenía hambre.

-Algo, ¿Por qué? ¿Tu tienes hambre?

-No en absoluto, sol - Pero fue interrumpida por un ruido, un ruido proveniente de su estómago. Una gran carcajada salió de mi. Ella completamente sonrojada bajó la cabeza.

-Creo que es momento de ir por algo de comer, podemos ir al pueblo ¿Que dices, Zafiro?

-¿Por algo de comer? No es necesario podemos comer algo aquí.

Después de decir eso se paró del suelo y empezó a caminar directo a donde volvía a comenzar el bosque, la seguí a unos pasos de distancia.

Caminamos entre árboles, esquivando ramas, raíces y demás. Hasta que Zafiro se detiene frente a un gran arbusto.

No puedo saber de que es, pero ella se agacha y vuelve a incorporarse con una canasta en las manos. Una vez que me deja ver de que es, veo una planta de frutillas. Nunca antes he probado frutillas, recuerdo una vez cuando era niño que al abrir un armario en mi casa encontré un cesto llenó de frutillas, estaba a punto de meterme una a la boca pero llegó mi madre y empezó a gritar, recuerdo que me decía que era un insolente, un desagradecido y me encerró por una semana en el sótano, ese lugar frío y humedo.

-CARLOS!

El grito de Zafiro me trae de vuelta a la realidad.

>>¿Estas bien? Te quedaste demasiado callado por un momento.

-Si estoy bien, ¿Decías algo?

-Te comentaba que encontre ese arbusto cuando tenía 10 años, estaba triste porque mi mamá se llevó a mi cachorro entonces entre al bosque por otro lugar, por un momento estuve perdida, comencé a asustarme pero cuando estoy aquí, aunque suene extraño, no me siento sola. Siempre tengo la sensación de estar protegida. Y ese día fue como si algo dentro de mi me guiara y me dejara aquí en mi lugar.

Cuando deja de hablar me mira, pude notar en su mirada armonía, pero también confusión, angustia, duda. Pude notar eso en tan pocos segundos, que llegué a la conclusión de que Zafiro es una chica muy transparente, y no sé si eso es bueno.

[...]

Decidimos volver cuando el sol empezó a ponerse. Insistí para que me dejara acompañarla a su casa, y despues de usar algunas de mis artimañas de villano, lo conseguí.

Zafiro me contó porque no vive en la preparatoria, al parecer para su madre la preparatoria es un lugar indigno para una princesa, que le faltan comodidades y no sé que más. Preferi cambiar el tema, ya que ese me pondría de mal humor, Blanca Nieves lo dice porque ella no vivió en la Isla.

Después comenzamos a hablar del colegio, de los profesores, empecé a burlarme de algunos de ellos, Zafiro reía bastante con mis imitaciones.

Nos detuvimos delante de una casa, y que casa. Era enorme, de vidrio, tenía piscina, era perfecta.

-¿Esa es tu casa?

-Si esa es mi casa, podría vivir toda la preparatoria ¿No lo crees?

No sé como lo hace, pero esta chica me saca más carcajadas que cualquiera. No podía sacar la sonrisa de mi rostro.

-¿Qué sucede? ¿Por qué estas tan sonriente?

-Es agradable pasar tiempo contigo, eso es todo.

Después de escuchar eso, así sin más, me abrazo.

¿Y qué? Descendientes. [Carlos De Vill]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora