#49.5

237 40 1
                                    

El tiempo se paró por un momento; mientras la niña de mis sueños sonría y aceptaba ir al baile conmigo.

— ¿Hablas en serio? — mi voz salió con unas cuantas risas de felicidad.
— Yo no jugaría con los sentimientos de Ed. — se acercó a mí.

Mi sueño se había cumplido, pero aún así mis pensamientos se mezclaron con un sentimiento desconocido para mi.

— Yo sí quiero ir contigo, Mary. Pero, yo-
Se lanza hacia mí antes de que continuará, y su fragancia de mujer me distrajo.

Fue entonces cuando,la pequeña silueta de ella estaba observando desde lejos. Su cara estaba sorprendida y algo llorosa, y sus manos estaban llenos pedazos de papel de colores. El momento se quedó paralizado, hasta que solté a Mary y trata de llamar a Cecilia.
— Cecilia, se ha olvidado entregarte esto. — dije mientras señalaba su listón aún en mi muñeca. Bajo la cabeza y se acercó con pasos inseguros.
— ¡Cecilia, felicidades por ganar el rally! — Mary se interpuso en nosotros.
— Si, gracias. — contesto con su típica voz ronca.
Quedamos un minuto en silencio, hasta que Cecilia me dejo escuchar un tono de su voz que nunca lo había oído:
— Mary, Ed te ha invitado al baile. ¿No es así?
— Si, me lo ha pedido desde hace mucho. Y tú, ¿con quién irás? — Mary contestó tratando de animar el ambiente.
— Con alguien mentiroso.
Salió corriendo, pero sus lágrimas no se oyeron en ningún momento. O realmente nunca habían salido.
— ¿A quién se refiere? — Mary continuó mientras me miraba.
— Tengo que ir a verla. — mis palabras salieron por sí solas, y empecé a caminar lejos de la chica de mis sueños.
— Espera, no puedes dejar a tu pareja sola. — me agarro y me dejó a espaldas de donde Cecilia había corrido.
— Es cierto, por eso soy un mentiroso

Nunca me lo espere, no note cuando Mary al terminar mi oración se alejó de mí para que no saliera mojada.
En un instante estaba empapado de agua morada pegajosa, y un vaso de plástico que aterrizó en mi cabeza dejando el líquido caer me había pegado.
Y la pequeña niña de las rarezas estaba junto a mí, todavía con la mano arriba. Mirando a lo que queda de agua en el piso, no vi sus ojos ni su cara. Su voz sonó pesada y fría:
— Perdón por ensuciarte.

Los animadores obligaron a Cecilia a pedir una disculpa, aunque yo nunca me queje. Solo quiera salir de ahí, lejos de las miradas de todos. Mis tenis blancos ya no lo estaban y camisa ahora tenía gotas de agua de jamaica escurriendo en todos lados. Mi cabello todavía esta pegajoso, aún después de bañarme y cambiarme de ropa me seguía sintiendo así.

He oído que Mary ha ido con Sergio al baile, y Cecilia fue castigada por lo que no fue al baile. Mentí que me sentía mal, no quería ir al baile. Ahora solo quiero ir a mi casa, para que dejen de preguntar cosas que no entendiendo.

Después de todo, soy un mentiroso

Cuando aún no lo entendía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora