A la edad de dieciséis años Michael tuvo que asistir cada día a la oficina de aquel chico para volver a ser un "hombre"
"¿Cómo te sientes?" Preguntaba cada día aquel hombre rubio, Michael simplemente le miraba de mala manera, casi con odio en sus ojos, aquello obviamente no pasaba desapercibido por Luke, el psicólogo, al igual que tampoco cuando Michael faltaba sin embargo, intentaba ser indiferente ante aquellos temas.
"¿Podrías dejar de sentir lástima? Es molesto" Habló por primera vez Michael, Luke le observó por leves segundos con la sorpresa dibujada en su rostro sin embargo se controló antes de que el teñido se percatara de ello.
"No es lástima, es amabilidad" Fue lo que aquel rubio respondió mientras tomaba un lápiz de su escritorio, habían muchos puesto que al ser un joven tan guapo y apuesto, las jovencitas de aquel establecimiento pasaban regalándole lápices o dulces, claramente con segundas intenciones.
" ¿Y cuál es la puta diferencia? Vamos, toda tu mierda de amabilidad, como le dices tú, nace porque me tienes lástima. Soy el jodido niño huérfano de ojos tristes que merece compasión y lástima por quedar solo y ser obligado a prostituirse y vestirse de mujer, pero para tú información lo hago porque me gusta, me gusta el sexo y no tiene ninguna mierda de malo" Terminó por, prácticamente, vomitar las palabras el muchacho joven levantándose enfadado para salir de inmediato por la puerta de aquella elegante oficina.
Luke sonrió anotando unos últimos puntos en su libreta.
[...]
Esa noche Luke salió tarde del establecimiento, estaba cansado y estresado y el rostro molesto de Michael aún rondaba en su cabeza. Mientras caminaba por los pasillos de aquel establecimiento se encontró con Ashton, uno de sus colegas.
" Hey, te ves terrible" Saludó Ashton, Luke rodó los ojos y dejando las formalidades de lado le mostró el dedo de enmedio.
"Calla" Ordenó el de azules ojos en un tono divertido, Ashton rió.
"¿Te llevo a casa? He venido en mi auto" Ofreció el mayor de ambos, Luke no pensó mucho para terminar aceptando aquella propuesta.
En el auto disfrutaban de la buena música de aquellos tiempos la cual no era mucha y es que el sistema acababa por poner censura a todo. En fin, antes de llegar al departamento en el que Luke vivía, el mayor sonrió tendiéndole un papel con un número en este.
