Un favor para Alya

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La punta de carbón avanzaba por la página sin problemas. Trazando las líneas necesarias para darle el punto final a su obra, o lo era hasta que con tan solo una línea no planeada se arruinara el dibujo. Algo confundido el joven con el lápiz en mano volteó encontrándose con la peor chica de toda la escuela, o hasta de París.

— ¡Ups! —exclamó sin culpa alguna, y burla, en cambio. Comenzó a reírse mientras con una mirada maliciosa le quitaba la hoja de debajo de los brazos del chico, quién no lo pudo evitar—. ¿Sigues ilusionado con Mariboba? Puff, que patético.

La hoja la soltó y aplastó con su zapato. Volteó al chico de caballera rojiza, Nathaniel se llamaba, quien retrocedió por instinto.

—De-déjame Chloé.

— ¿Qué si no lo hago? —Levantó su fina ceja y se cruzó de brazos.

— ¡Chloé, deja ya a Nathaniel! —exclamó Marinette deteniendo a la chica rubia.

Y ahí toda la atención se dirigió a ellas nada más. Era la pelea del día. El pelirrojo suspiró aliviado. La clase estaba a punto de comenzar y las chicas, como siempre, se encaraban la una a la otra por cualquier tontería, aunque en este caso fuese él la victima de en medio por Chloé.

Se reacomodó en su asiento viendo a su alrededor. Continuaban los lápices que usaba para dibujar sobre el escritorio y algunas hojas sueltas, aparte de su mochila abierta. Cuando el escándalo conformado por las jóvenes se alejó, dirigiéndose hacia abajo, Nath no pudo evitar buscar su dibujo arruinado por Chloé con la mirada.

—Esto es tuyo, Nath —Alya le extendió la hoja de papel, algo manchada por la suela de la chica-más-molesta-del-mundo. Sorprendido Nathaniel la aceptó.

—Gracias.

—No hay de qué —respondió la chica de inmediato, con una sonrisa—. Pero, oye, ¡que buen dibujante eres! —alagó y el chico no pudo hacer más que sonrojarse. Nunca nadie le había dicho eso, era la persona que siempre pasaba desapercibida así que ¿a quién le importaría siquiera cómo dibujaba?

—Gr-gracias —Otra vez.

La chica sonrió y se sentó rápidamente al lado del chico, justo en el asiento vacío. Con la mirada ansiosa observó los materiales del dibujante.

—Y Nath, ¿podrías hacerme un favor?

La repentina propuesta sorprendió al pelirrojo. Dudando bajó la mirada un momento.

— ¿De qué se trataría?

Alya amplió su sonrisa. Nath se removió incómodo. ¿Cuánto más tardaría en sonar la campana para que todos empezasen a ignorarlo de nuevo? La atención nunca la buscaba, por eso era cerrado y casi invisible. Y repentinamente viene Chloé a molestarlo y Marinette a defenderlo, <<qué vergüenza>>, y Alya a pedirle un favor de la nada.

—Pues- —Y ahí la campana suena, la maestra entra y todos tienen que ir a acomodarse.

<<Ups se me ha ido el tiempo>>, pensó la chica algo decepcionada. Con una sonrisa apenada Alya se despidió de Nath y se fue a su asiento.

La maestra comenzó con su clase y los jóvenes intentaron guardar silencio, en todo lo que cabe en una mañana de lunes.

El pelirrojo confundido siguió con la mirada a la chica morena hasta que ésta tomó asiento. Luego la dirigió a la hoja sucia en donde se encontraban los rasgos de Marinette, la chica que le gustaba. Suspiró, jamás encontraría la manera de siquiera declararse. No le parecía nada adecuado, entonces sólo podía hacer eso... dibujarla. Aunque así atrajera la atención de Chloe más de lo debido, sólo para aprovechar y burlarse de él. Ya habían sido cinco veces en menos de un mes, ¿qué le pasaba?

Tomó la hoja entre sus manos y la hizo bola, luego la tiraría en algún bote.

Ahora podría concentrarse en lo que la maestra decía o simplemente ponerse a dibujar, de nuevo...

No tardó en pensarlo y optar por lo segundo.

<*<*<*

Cuando el timbre sonó anunciando el final de ese día, Nathaniel se esperó al último, como pocas veces. Estaba finalizando un boceto, sólo agregándole algún detalle antes de ir a casa. <<Mejor aprovechar el momento de inspiración>>, pensó. Y a una línea de que se viera perfecto alguien le interrumpió.

—Hola, Nath —Esta vez fue Alya—. ¡Oh, estás dibujando! —exclamó quitándole el boceto como si nada. Lo admiró un largo rato mientras hablaba—. ¿Sabes, Nath?
Son muy buenos tus dibujos, ¿cuánto me cobrarías por hacerme algunos? Es que me gustaría hacerle algo especial a alguien, pero no soy para nada buena dibujando. Entonces me imaginé que no te molestaría mucho hacerme un favor como éste, ¿no?

Nathaniel guardó silencio un momento, procesando la información. <<¿Qué?>>

— ¿Qué?

Alya rió y le devolvió la hoja con el dibujo de un carrusel, uno parecido al que había en el parque. Tomó asiento y con una gran sonrisa continuó:

—Por favor, necesito esto. Es para alguien especial para mí, y estoy segura que le encantará, ya que bueno, su cumpleaños está cerca.

Alya puso una cara suplicante y esperó ansiosa la respuesta. A Nath se le aguadó el corazón. Suspiró asintiendo.

—Ah, bueno, no tengo nada que hacer por las tardes entonces...

— ¡Genial!, gracias Nath —exclamó la chica interrumpiendo enérgica.

Levantándose del asiento se despidió alegando en la puerta:

—Te mandaré por mensaje cuales son los temas, luego ajustamos el precio, ¿te parece? —pero sin esperar siquiera un asentimiento del chico pelirrojo Alya desapareció tras la puerta.

—Pero, nunca te he dado mi teléfono —murmuró algo sorprendido, pero por supuesto no fue escuchado.

Suspiró y comenzó a guardar sus útiles de dibujo, y un cuaderno 'x' para aparentar en cualquier momento de la clase. Al final dejó el dibujo del carrusel. Lo guardó entre las hojas de un cuaderno. Y ya listo bajó los escalones para irse a casa.

...
¿Hola?
No me peguen, soy nueva... en eso de escribir fanfiction así que sí, es mi primer fanfic, de toda mi vida, y me enorgullece que sea yaoi... o un intento de. La intensión es lo que cuenta.
Espero que les agrade la idea. La verdad me llevó un tiempo escribir esto, a pesar de lo corto que es.
Sin mucho que decir los dejo por ahora.
Nos vemos en el siguiente capítulo.

Bye bye.

Todo gracias a Alya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora