EMBOSCADA

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[Delsin]

—Quin... ¿Quintana?— digo desconcertado.
—¿Qué pasa Ramos, no te alegra verme?— exclama al soltar una risa.
—Sinceramente, no esperaba que estuviera vivo comandante, pero si te rasguñaron, ¿Cómo es que no te convertiste?— preguntó dudoso.
—Es una larga historia, luego te cuento, te vine a buscar, ya que la teniente Montero te necesita.
—Justamente iba hacía la oficina de la Teniente.

Comenzamos a caminar, Quintana va a la par mía, en silencio, muy raro en el, sospeche que algo raro pasa, pero no le di importancia, mientras nos dirigimos hacia la oficina, nos cruzamos con el campo de tiro, el cual fue el ultimo lugar en el que estuvimos en el campamento antes de salir.

Pasamos detenidamente por el campo de tiro para apreciar los casquillos de las balas, el humo rodea las casas, ya que es un entrenamiento en el que debes entrar con el humo para así no ser visto por los bastardos que debes matar, en la otra zona vemos el lugar donde comenzamos nuestro entrenamiento físico, saltar vallas, ir cuerpo a tierra, subir paredes, balanzarse con las dianas y varios ejercicios mas. Gracias a eso, estoy en un buen estado físico y ni hablar de mi Comandante, el obviamente entró al ejercito un poco antes que yo, es muy inteligente y astuto, esta muy bien merecido su rango.

Quintana me había informado antes de que pase todo esto, que me iba a ascender a Sargento, estaba muy orgulloso de mi mismo, ya que luche mucho para llegar hasta este lugar, pero luego, paso lo que paso y se fue todo a la mierda.

—Apurese Ramos, no tengo todo el día.— dice Quintana impaciente.

Seguimos caminando, al ratito pasamos por la enfermería, la cual era de esperarse que tenga heridos, ya que este virus, esta acabando con nuestro campamento lentamente. Pero no hay que perder la esperanza, los científicos del campamento trabajan día y noche para encontrar una cura, la cual está teniendo muchos avances, pero ¿sirve de algo? No es que lo esté cuestionando ni nada, pero si aún los científicos mas prestigiosos no encontraron, ¿por qué encontrarían algo aquí? Ya dejare de hacerme la cabeza con esto y me concentraré en lo que la teniente me tiene que decir.

Llegamos a la oficina de la teniente Montero, hay dos guardias vigilando la puerta, al verme rápidamente la abren, y ahí esta la Teniente Montero con un hombre, que según dice su rango es Coronel, el Coronel Marcos R. Suárez.

Yo y Quintana nos paramos firmes poniendo la mano en la frente.

—¡Sargento Quintana a sus órdenes!
—Soldado..— digo y el Coronel me para.
—Ramos, ¿No?— dice mirándome serio.
—Si señor.— exclamo algo extrañado.
—Tal y como te había informado Quintana, te íbamos a ascender a Sargento, y debido a todos los incidentes que ocurrieron no pudo ser posible, ¿Aún te gustaría ser Sargento?— me dice y yo quedó sin reacción.
—Si..- digo entrecortado.
—No lo escucho.— dice poniendo su mano detrás de su oreja.
—¡Si señor, quiero ser Sargento, señor.— digo con la mano en la frente orgulloso.

Le hace un gesto a la Teniente para que saque algo del cajón, ella va hacia el escritorio y saca una insignia, yo estaba emocionado, ya que había esperado esto por mucho tiempo.

—Delsin Ramos, por su valor, honestidad, astucia y dedicación, con orgullo lo nombro Sargento.— exclama el Coronel al colocarme la insignia.

Yo estoy muy emocionado, ya que, tal y como lo había dicho he esperado esto por mucho tiempo.

El coronel le da la orden a Quintana y Montero de retirarse, quiere hablar conmigo según había dicho.

—Ramos, cuando la Teniente lo encontró, tenía un arma nuclear, exactamente, ¿de donde la obtuvo?— Al escuchar "arma nuclear", comencé a recordar todo lo que había pasado en Ceibal.
—La encontramos en el campamento de las afueras de Ceibal.— mentí, ya que si decía la verdad probablemente nos mataran.— estaba en un campamento, dentro de un laboratorio con tecnología muy avanzada, pero ocurrió la tragedia de que por alguna rara razón, destruyeron el campamento, dejando un cráter profundo.
—¿El sargento venía con usted?— pregunta sentándose en el escritorio.
—Si, pero el decidió irse ya que había sido rasguñado por un zombi, y eso significa que se transformará en uno de ellos.
—Mmm, ya veo.— dice mirándome serio.— Puede retirarse, Sargento Ramos.— Añade al estrecharme la mano.
— Fue un placer conocerlo señor.— digo al poner la mano en la frente.

Salgo feliz por lo ascenso, me voy dirigiendo hacia el comedor cuando de pronto, se escucha una explosión, proviene de la zona de entrenamiento, el cual alguien tira una granada de humo y comienzan a salir mucho hombres.

Nosotros vamos a la armería, pocos llegamos, otros son asesinados o heridos por balas que provienen del humo, entro a la armería, agarro una M16, una navaja y salgo. Nuevamente tiran una granada de humo, el campamento esta siendo invadido por esos hombres con capuchas según logro ver, disparo casi a siegas, busco a Quintana pero no lo encuentro, entro al laboratorio, y ahí esta, agarrando el arma nuclear.

—¿Qué hacés?— pregunto en voz baja.
—¿Qué no ves? Este ataque es nuestra culpa, buscan esta arma.
—¿Nuestra? Tu la robaste imbécil.— digo enojado.
—No es hora de hablar, vámonos de aquí.— Dice Quintana y salimos sigilosamente.

Voy abriendo paso al disparar con la M16, mientras que el sargento va llevando el arma nuclear.

Llegamos a las salida y cuando estamos por salir, aparecen dos encapuchados.

—¡Los encontré, están por acá!— dice el encapuchado de la izquierda con voz ronca.—¡Levanten las manos y tiren las armas!— hacemos lo que dice ya que sino nos mataría.
—Aja, aquí están, hijos de putas.— dice un hombre que por lo visto es su jefe.— ¿creyeron que nos podrían robar y escapar? ¡JAJA! Están muy equivocados.— dice y me da una fuerte patada en el estómago haciendo que escupa sangre.

Levanto mi cabeza y veo que le están apuntado a el sargento y en un abrir y cerrar de ojos, disparan, cae, muerto, Redfield ha muerto, No no no no, no puede ser, ¿Por qué él? Me levanto con dificultad.

—Vas a morir.— digo sonriendo.

De repente siento que alguien me golpea en la nuca, haciendo que quede inconsciente.

Voy abriendo los ojos con dificultad, estoy encadenado a una silla metálica, esta obscuro, solo una luz me alumbra, escucho risas, me inyectan algo que me hace doler la cabeza y unos minutos después quedó inconsciente nuevamente.

Infección Z: Supervivencia [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora