ESCAPANDO

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[Alejandro]

Golpean la puerta, yo estoy en mi habitación, mi madre, va a abrir ignorando lo que le había dicho.

—¡MAMA NO ABRAS LA PUERTA!— grito a mas no poder, pero ya es tarde.

Voy corriendo a la sala, y lo que veo me deja de piedra sin capacidad de reaccionar. Mi madre siendo comida, solo veo como los zombies devoraban sus vísceras, sus brazos y su cuello, era un charco de sangre. Yo fui lentamente hacia la puerta trasera en silencio sin aun poder reaccionar, estoy saliendo y de pronto, cae un vaso y los zombies fijan su mirada en mi y vienen directo hacia donde estoy, como soy bastante ágil, me subo al techo de mi casa, y voy hacia la parte delantera, salto y caigo un poco mal, siento un leve dolor en la pierna izquierda, pero se va en unos segundos, miro hacia atrás, veo a mi madre, convertida en zombie, ya sé lo que tenia que hacer pero no tengo el valor, vi un palo tirado, voy lo agarro, cierro los ojos, tomo aire. ¡PUM! escucho un disparo, abro los ojos rápidamente y la veo tirada con una bala en la frente, miro hacia atrás y veo a un chico, adolescente, de unos dieciocho años, morocho, de 1,87, era bastante alto y un poco musculoso.

—¡HIJO DE PUTA, ERA MI MADRE!— Me abalanzó sobre él tomando el palo con rabia, y cuando estaba apunto de pegarle al chico, alguien me detiene, es Paula, mi prima.
—¿¡QUÉ HACÉS?!— grito con mucha ira.
—Primero, ¡no me grites idiota! segundo, él nos puede ayudar, tiene un arma estúpido.— me dice pero sigo muy enojado.
—¡Mato a mi madre! ¿lo entiendes?
—Era una zombi, lo tuve que hacer, además, estaba cerca de rasguñarte, y ya sabes lo que pasa si un zombi te rasguña.— exclama el chico con un tono tranquilo y  me hace entrar en razón.
—No importa, era mi madre, y yo lo tenía que haber hecho, que importaba si me arañaba o no. —digo un poco dolido.
—Lo importante es que estas bien Ale, el te salvo la vida, disculpate con... como te llamas?— mira al muchacho.
—Lionel.
—Disculpate con Lionel.— dice mi prima un poco molesta.
—Esta bien.— digo un poco disgustado.—lo siento Lionel por gritarte.— suelto una leve sonrisa.
—No pasa nada, entiendo lo que sientes, yo también me disculpo por haberle disparado a tu madre, sé que lo indicado era que tu lo hagas.— responde un poco arrepentido.

Después de eso, mi prima, saca una linterna, son las dos de la madrugada, no se ve nada, porque como es de esperarse en un apocalipsis, se corto la luz en toda ciudad. Vamos saliendo del barrio y nos dirigimos a la casa de Matias que queda a unas veinte cuadras de donde estábamos. En el camino nos vamos topando con varios zombies, en la avenida San Martín, que queda cerca del centro de la ciudad, hay muchos muertos vivientes, cualquiera que fuera al centro, estaría muerto. Tomamos la calle San Cristóbal que queda a dos cuadras del centro de la ciudad, nos cruzamos con siete o ocho zombies, pero dentro de todo, tranquilo, demasiado tranquilo. Nos falta cuatro cuadras para llegar a la casa de Mati, vamos tranquilamente, cuando de pronto, nos encontramos con una horda de muertos vivientes, mi prima y Lionel empiezan a correr a una casa que tiene las puertas abiertas, yo fui caminando hacia donde estan ellos, ya que los zombis son lentos, ellos me gritan para que me apure, pero en un instante escucho un grito, es Lionel, lo mordió en el hombro un zombi que esta dentro de la casa. Paula agarra el arma de el chico, y le dispara en la cabeza al zombi. Yo corro rápidamente a la casa, agarró el arma, la linterna y entró a la casa a revisar que no haya ningún zombi.

—¡No hay nadie!— grito para que entren y cierren la puerta.

Mi prima trae a Lionel con mucha sangre en la remera blanca que llevaba, lo apoya en el sillón que esta en la sala, yo agarro el arma por si se convierte.

—Dispara ahora, no quiero ser uno de ellos. —dice Lionel con lágrimas en los ojos. Paula se va a la habitación porque no quiere ver.
—¿Estás seguro?— pregunto estúpidamente, ya que de todos modos dispararía.
—Si, pero antes una cosa, dile a Mati que no llegare para la cena.— susurra al soltar una débil risa.
—¿Cómo lo conoces?— pregunto curioso.
—Soy un amigo del gimnasio.— responde y sus ojos empiezan a ponerse blanco y de a poco deja de respirar, signo de que esta convirtiéndose.

Yo, empuñó el arma con firmeza, apunto y cuando veo que se convierte, disparo, sus cesos vuelan manchando parte del sillón, lo que me pareció raro es que lo disfrute al dispararle al zombi, pero es obvió siempre he querido matarlos. Mi prima viene corriendo hacia mi con algunas lágrimas en los ojos y me abraza fuerte, yo no se porque, pero algo esta ocurriendo, no quería pensar en lo peor.

—¿Paula qué te pasa?- pregunto con la voz temblorosa.
—Esto.— responde y me da un beso, algo que no me esperaba, me quedo boquiabierto. La tomo del brazo y sentí algo, tiene una rasguñada, me quede helado.— Te amo y siempre te he amado, no podía irme sin antes decírtelo.— exclama con una sonrisa, trato de decir algo pero ella me lo impide.— No hace falta que digas algo, ya es hora, debo irme, cuidate primo, saluda al tal Mati de mi parte.— Me besa la frente y se sienta en el suelo esperando lo peor, pasan cinco minutos y comienza a transformarse. Yo dejo caer unas lágrimas, pero no más, debo ser fuerte, empuñó el revolver, y espero. Escucho que empieza a gruñir, apunto y disparo, inmediatamente cae al suelo que se esta cubriendo con su sangre, me dirijo a la parte trasera del edificio y voy por los callejones, no hay ningún muerto viviente, cuando voy llegando, miro atrás, vienen dos, me apresuro y golpeo la puerta con desesperación.

—¡ABRE LA PUTA PUERTA!— grito con desesperación viendo que los zombis se van acercando. Abre, entro y veo que él sale con un cuchillo muy afilado a matar a los dos zombis que me seguían.

—Ven te llevo a la habitación de mis padres.— entro y me tiro en la cama agotado y de un momento a otro me duermo.

Infección Z: Supervivencia [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora