Los peces danzantes que vuelan y se pierden en el cielo

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Era un día perfecto para pescar, las olas se encontraban tranquilas y se veian desde la costa miles de peces que brincaban en el mar formando arcos. En la costa un grupo de pescadores dueños del primer barco pesquero en la costa se preparaban para salir en busca de aquellos pescados danzantes, al salir de la costa se dirigieron mar adentro dónde se encontraban dichos peces, el mar se encontraba en calma y los peces no dejaban de brincar por todas partes los pescadores se volvían locos y gritaban de felicidad al ver que sus jaulas salían rebosando de peces y tesoros marinos que se desprendían de la tierra por la fuerte corriente que dirigía todo hacia la superficie, uno de los diez pescadores abandono su puesto como capitán improvisado ya que el viejo capitán se había quedado hebrio en uno de los tantos bares que ofrecía la costa de aquel puerto de dónde sarparon. Aquel joven se dirigió hacia sus compañeros que lo llamaban con fervor para que viera la cantidad inimaginable de peces que llevaban y que todavía se encontraban brincando como si esperarán que aquellos pescadores los pescaran, al paso de unas horas el barco se encontraba lleno de atunes y tesoros por todas partes del barco desde la punta del barco hasta la cola en la que lucia un helipuerto que servía como un almacén de pescados, los pescadores llenados de pensamientos codiciosos siguieron pescando hasta el anochecer, ya que los peces seguían brincando como si se regenerar al instante de que los pescaran.
Al caer la noche el barco se había hundido dos metros y pesaba dos toneladas más, los pescadores se encontraban encimas de piletas de pescados danzantes que morían al instante de entrar al bote, tanta era la suerte de aquel día que tuvieron aquellos pescadores que en una de las tantas jaulas que sacaban diez tiburones se habían colado, uno de los pescadores que se encontraba en un montículo de cuatro metros de pescados sintió que una gota le caía en su brazo derecho y que la marea empezaba a aumentar lentamente. Los otros nueve pescadores seguían hipnotizados por la cantidad inimaginables de pescados que habían conseguido en un solo día, y tanta era la aboracidad de aquellos pescadores que ni si quiera se movían de sus lugares solo giraban en su propio eje y tiraban los pescados en cualquier parte que les pareciera.

La marea seguía subiendo en calma y la penumbra se apoderaba cada vez más del barco y una niebla inimaginable empezaba a cubrir todo el mar, segando la vista de todos los pescadores. Los pescadores siguieron con la misma rutina hasta al amanecer en el que se logro apreciar que una gran mancha que hemanaba luz empezaba a subir lentamente por el cielo, los pescadores la miraron fijamente a aquella mancha luminosa que iliminaba todo el cielo en el mar, uno de los pescadores que se encontraban exhaustos pregunto "Que sera aquélla mancha luminosa que brilla en el cielo", a lo que le contestó uno de los pescadores que se encontraba tirado en el suelo de pescados "es el sol, el sol amigo mío...".
Entonces aquel pescador se acercó hacía el y lo miro fijamente como si fuera la primera vez en que el lo viera, sus compañeros se acercaron a él y contemplaron juntos al sol, hasta que uno de los pescadores se percató de que los peces danzantes empezaban a volar y se perdían en el cielo como si todo hubiese sido un sueño...

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