CAPITULO 1

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Cojo lo primero que  abriga del armario, hoy hace un día de perros, el cielo está completamente gris y la lluvia no va a tardar en llegar, espero que no empiece hasta de que llegue al instituto

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Cojo lo primero que abriga del armario, hoy hace un día de perros, el cielo está completamente gris y la lluvia no va a tardar en llegar, espero que no empiece hasta de que llegue al instituto.

En mi casa soy como un fantasma, siempre tengo que hacer todo por mi sola por eso tengo que madrugar bastante.

 Termino de ducharme y vestirme, me pongo en camino a la planta de abajo para prepararme el desayuno.

Hoy mamá está al lado de la cafetera, ella suele trabajar todo el día y casi nunca me la encuentro.

- Buenos días –  como de costumbre no responde. ella es enfermera, bueno en realidad es jefa de enfermeras.

- ¿Piensas ir así al instituto? – noto su mirada de reojo

- Sí ¿Qué le ves de malo? – llevo unos leggins y una camiseta larga bastante bonita y calentita.

- No te queda bien – señala

- Ma... Lurdes – corrijo rápidamente – Para ti últimamente no me queda nada bien.

- Bueno cuando se metan contigo, te acordaras de mí – se separa de la cafetera, deja su vaso en el fregadero y sale hacia la puerta, pero antes se para al final de las escaleras.

- Ramiro, cariño date prisa o llegaras tarde

- Ya estoy terminando mamá – se escucha por la puerta de su habitación – que tengas un buen día, mañana te veo.

- Gracias, tu también ten un buen día – contesta – hasta mañana.

- Adiós – la digo cuando está cogiendo las llaves del coche, por probar su buen humor con mi hermano, pero lo único que consigo de respuesta es un gran portazo.

Nunca he tenido novio, sí que me han gustado algunos chicos, pero por estar más ocupada en otras cosas nunca los hice el caso suficiente, cuando éramos una familia unida, mi menor preocupación eran los chicos, porque yo ya tenía a los hombres de mi vida, Ramiro y mi padre.

Pero en un día perdí todo aquello que creía haber tenido y me gane el odio de mi hermano y el odio de mi madre, llegando a ser tal la rabia que ella me tiene, que no consiente que la llame mamá, y por supuesto que no me dirija a ella, tengo total libertad en hacer lo que quiera, claro diréis eso es genial, pues no, para mí no lo es, porque es la clara verdad de una realidad que no me gusta ¿No importarle a tu madre? Eso es una mierda. Todo lo que hago es bajo mi responsabilidad este bien o mal, yo me tengo que alegrar y regañarme por mi misma, y si me caigo, levantarme sola.

Pero esto no es todo de las hazañas de mi madre, si ha tenido un mal día y tiene rabia contenida lo paga conmigo, dejándome algunos moratones bastante serios.

R U MINE?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora