Cuando pasa a la sala no ve al chico, por lo que camina a su habitación y al momento de entrar a ella, Jongin va saliendo. Sus ojos desde la otra cara bajan de inmediato a la mano del más alto, que sostiene varios billetes en ella y luego vuelve a su rostro.

—¿Para qué es eso?

—Para hyung.

Kyungsoo frunce el ceño, sin entender por qué Jongin querría darle dinero. El menor lo fuerza en su mano y mira hacia abajo.

—¿Por qué me ofreces dinero? —Dice levantando los billetes y moviendo su mano en ademán para que Jongin lo tome de vuelta.

—Por- porque lo- lo puedes ne-necesitar. ¿No es... obvio? —Jongin finalmente sube su cabeza y se miran a los ojos, molestia en ambas miradas; una que nunca había visto antes en Jongin, escondida.

—¿Solo ha pasado un día y ya piensas que lo necesito? —inquiere Kyungsoo subiendo su tono un poco más de lo requerido. Podía mantenerlos a los dos, el tiempo que quisiera, no importaba si debía trabajar más; lo que le molesta sin embargo es que ni siquiera haya pasado un día antes de que Jongin ya se sintiese con la obligación de darle algo a cambio. Como si no entendiese que eso lo hacía por amor. Un día, y ese día, precisamente.

—¡¿Por qué, Jongin-ah?! —Ni siquiera Kyungsoo sabe por qué está reaccionando así, pero quiere a Jongin de vuelta; un Jongin serio, frío, y que intenta comprar el estar con él no es su Jongin. — No voy a volver a aceptar tu dinero.

—¡Es un regalo! —Exclama Jongin con sus puños cerrados. Enojado, por primera vez hacia él, Jongin se ha enfadado y Kyungsoo no sabe qué es eso que hay en su mirar, que le hace querer caer de rodillas y volver a pedirle perdón. — ¡Feliz... F-Feliz cumpleaños, hyung! —Y eso es dicho con un sarcasmo que Jongin, de nuevo, nunca había usado desde que lo conocía. No era ese jugueteo sarcástico y cariñoso; este era punzante y amargo.

—No quiero dinero, Jongin-ah. —El mayor deja caer su mano con los billetes, apretándolos, porque al igual que como hizo la Sra. Kim al entregarle dinero, Jongin estaba pensando que eso podría compensar algo que no era reparable. —Todo lo que he deseado desde que te fuiste, es a ti. Nada más. No quiero esto —abre su mano y deja que el dinero caiga liviano al suelo. —Te quiero de vuelta.

Jongin desvía su mirada, tragando y apretando sus labios.

—Estoy aquí.

—No... no lo... estás.

El hombre sube su mano hasta la mejilla de Jongin, haciendo que lo mire a él, a sus ojos y entienda.

Pero Jongin no lo hace.

Toma su muñeca y la baja, con la fuerza suficiente para retirar la mano sin brusquedad y, pasando por su lado, se dirige a la sala de estar, donde Kyungsoo lo ve tomar su abrigo y salir por la puerta.


***


Son pasadas las nueve de la noche cuando la puerta del apartamento es abierta, Kyungsoo girando su cabeza de inmediato desde el sillón, donde se había quedado con dos tazas de café esperando a que Jongin volviese; la suya hasta la mitad, la otra llena y fría, porque la había preparado con la esperanza de que el chico llegase mucho antes que a esa hora. Entra y se saca el abrigo con pequeños rastros de una nieve que probablemente había comenzado a caer hace media hora y no se había dado cuenta.

El menor deja su abrigo sobre una silla y pasa al baño, sale y va rápido a la pieza, de la pieza nuevamente al baño y Kyungsoo escucha el agua corriendo. Era maravilloso tener a Jongin ahí ese día, lo había pensado tantas veces mientras no estuvo con él; pero Jongin ignorándolo era casi tan doloroso como si hubiese tenido que pasar sus veinticinco años, recién cumplidos, completamente solo. Se para y calienta la comida que había dejado apartada para Jongin. Al momento en que está lista, el menor aún no sale del baño, por lo que la deja sobre la mesa y decide simplemente ir a su cama, la de él y Jongin realmente. Pasa por el pasillo y se da cuenta de que los billetes que se había negado en recoger ya no estaban ahí, probablemente tomados por el chico, y suspira largamente al entrar a su habitación. Se recuesta en la cama mirando la pared, apagando la lámpara de su velador y cerrando sus ojos, a pesar de que sabe que no podrá dormir hasta ser consciente de otro cuerpo caliente siendo presionado contra su espalda.

Escucha el baño abriéndose, escucha la silla siendo arrastrada hacia atrás en la cocina, escucha el repique de los palillos contra el plato, escucha el agua del lavavajillas abriéndose y corriendo, escucha a Jongin entrar por vez incalculable al baño. Escucha nerviosamente los pasos acercándose a la habitación y cómo Jongin suspira antes de deslizarse a su lado. Y Kyungsoo siente ese calor que tanto estuvo deseando pegado a su espalda, y muerde su labio cuando los brazos pasan por su cintura y hay un olfateo al cabello de su nuca.

—Estaba preocupado —murmura el mayor— muy preocupado.

—L-Lo siento, hyung.

Kyungsoo se gira para estar de frente al menor, arrimándose a él con su cabeza gacha porque de todas formas, aunque quisiese, no podría mirar a Jongin a los ojos; por la oscuridad y quizá algo más.

Jongin besa su frente y apoya su mentón sobre su cabeza, apretando sus brazos a su alrededor, y es increíble que con solo ese gesto, tan mínimo pero viniendo de Jongin, las malas sensaciones y nerviosismo se desvanezcan como si nunca hubiesen estado ahí. Con un simple lo siento, o un simple hyung, Kyungsoo puede olvidarse de todo lo malo y entregarse a un sueño profundo junto a la persona que ama.


***

III. Defective Abreaction; Kaisoo · Saga GCDär berättelser lever. Upptäck nu