cuarenta y cinco

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Chanyeol P.O.V

Corrí hacia su casa unos veinte minutos después de verla desaparecer por todos lados. Reaccioné y supe que debía de seguirla, en veinte minutos uno puede suicidarse con tranquilidad por las calles de Seoul y sentí miedo, no sabía por qué. Tampoco sabía que si lo que estaba dentro mi que era un remolino de sentimientos era porque tenía pena, y solamente eso. Era como ver a alguien intentar saltar a un vacío y no poder tirarte detrás de él porque también mueres, también caes y te golpeas con el suelo. Pero en el momento en que salvé a Hyenim, el vacío no estaba debajo de ella, el vacío estaba saliendo desde mi pecho como si fuera un huracán y por eso, corrí y corrí hasta sacarla de la carretera.

Presenciar una muerte era una de las últimas cosas que quería ver en mi vida, ver cómo alguien intentaba suicidarse porque la vida no había sido como esa persona quería.
Una de las peores cosas era que yo había sido una de las millones de razones de que Hyenim, esa noche, quisiera que un camión le pasara por encima y se fuera, se fuera para no volver. Suicidarse, sería algo que nunca haría, dejarlo todo solo por muchas malas jugadas, puede que el valor y fe que una persona se tiene desaparezca cuando todo el mundo te dice que debes matarte y que no vales nada pero, ¿dónde queda la esperanza de ser alguien que si puede salir de toda la mierda que está viviendo? Esa esperanza, esa luz que te dice que todo al final se va a arreglar, que todo va a ser mejor, va a ser como empezar de cero, un inicio con páginas en blanco para completar sobre las cosas que haremos cada día por más que sean cosas estúpidas.

No estaba lejos de la casa de Hyenim cuando se detuvo a respirar y caminar un rato. No era la mejor persona en atletismo pero no era que no tuviera resistencia física sino que el hecho de que mi mente estuviera pensando en otra cosa, me sacaba la concentración de mover las piernas velozmente para alcanzar a una chica, a una chica rara e intentar salvarla de lo que está viviendo.
Al ver la casa con las luces prendidas, supo que alguien estaba en la misma tanto como podía ser su padre como no pero si la persona que estaba ahí era Yongyuk, todo sería más sencillo, le contaría que encontré a su hija a punto de ser atropellada de un camión y que la salvé -no es necesario mencionar el hecho de que fue elección propia que el camión le pasara por encima, hay cosas que pueden ser omitidas de la historia-, y que si no estaba en la casa había que llamar a la policía o algo por el estilo para encontrarla y asegurarse de qué esté bien.

Mi corazón empezó a latir con fuerza cuando toqué el timbre y después la puerta, esperando que alguien me abra. No me di cuenta, al correr, del frío que hacía en Seoul. La temperatura había bajado muchísimo y estaba temblando.
La puerta se abrió y subí mi mirada, que estaba clavada en el piso, y apareció Hyenim con su pijama en la misma. Ella se me quedó mirando unos segundos, me examinaba de pies a cabeza pero no de una buena manera, realmente parecía como si me detestara y no la culpaba por ello. Hyenim se corrió hacia un lado y asentí con la cabeza antes de entrar, era como una manera de decir gracias. No sabía qué iba a decir, no esperaba encontrarse con ella... Realmente no lo esperaba.
Elevé mi vista para mirarla fijamente en los ojos, y ella me ignoró. Entendía lo que estaba haciendo, no sabía cómo mirarme después de aquella noche. Uno de sus secretos más guardados, más íntimos fue descubierto hoy casi a media noche y no era como contárselo a un amigo o a un perro, era como contárselo a un enemigo para que después se lo dijera a todas las personas que conocía y hacerla quedar mal. Para hacerla sentir débil y vulnerable como lo que era en ese momento. Estaba preparado para hablar pero ella no se lo permitió.

-Si vienes por pena, o porque quieres decir perdón, no quiero oírte. -Hyenim cruzó sus brazos por sobre su pecho, abrazándose a si misma. Era como mirarla y lo único que aparecía en tu cabeza era el dolor que debió de sentir todo este tiempo para que llegara hasta el punto de lastimarse a sí misma.

-Quiero ayudarte, a eso vine. -Las palabras salieron por si solas de mi boca. Realmente quería ayudarla pero no sabía cómo. No era psicólogo escolar o algo por el estilo, era otro adolescente que era tan raro de mente como ella.
Cuando vio sus ojos, intentó profundizar su mirada y parecía que esta decía: "¿Estas bromeando? Después de cada insulto, risa en mi cara, cada palabra diciendo que debería morir... Después de toda esa mierda, ¿quieres ayudarme? ¿Cuándo te enteras que estoy por matarme quieres salvarme?"

LET ME DIEーP. CHANYEOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora