7. Impulsos.

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Yuu ya había dejado a sus amigos y ahora hacía su habitual camino a la playa.

Chocó contra una persona más alta que él y quiso morir cuando se percató de quién se trataba.

Se miraron unos minutos, con el ceño fruncido pero después de unos segundos su padre decidió romper el silencio.

—Mocoso, ¿por qué no miras por donde caminas?

—Baka-Guren... tú fuiste quién no se corrió.

—¿Qué haces caminando a la playa con un bote de basura y sin tus amigos?—interrogó el mayor de los dos—. Acabo de ver que ellos iban para el centro.

—¿Y tú que haces con una bolsa llena de pan láctal y latas de mermelada? Ni a ti ni a Mahiru les gusta.

Se produjo un silencio incómodo, donde ninguno quitaba la mirada encima del otro.

—Nosotros nunca tuvimos este encuentro—confirmó Guren, en forma de propuesta.

—Hecho.

Y Yuuichirou salió disparado hacia la su destino, creyendo que se había salvado por completo.

Aunque en sus adentros le intrigaba que el padre comprara algo que ninguno en la casa comía, sobre todo si quería ocultárselo a los demás.
Mahiru no era su madre, ni siquiera le tenía cariño por lo que le importaría poco si Guren la engañaba.

Suspiró con pesadez y ya en la playa, con el bote de basura el cual le había instalado unas ruedas se fue hacia la roca.

Y ahí estaba Mikaela, más desanimado de lo usual. Sin duda le había pasado algo.

—Hey, Mika—saludó una vez que estaba a su lado—. ¿Qué te sucede?

Pero el recién nombrado, el cual era muy legible intentó camuflar lo que en verdad sentía. Su angustia era tan fuerte que ni siquiera se había percatado del bote de basura que llevaba el azabache consigo.

—Ambos van a morir al final, ¿no?

—Es eso, ¿eh?—comentó aliviado pero por dentro estaba preocupado por arruinarle el final.

—Igual aún me faltan varias páginas—agregó con un tono lastimero, muy inusual en él—. Pero parece ser un libro muy triste.

—Es mejor que mueran ambos, así no tienen que combatir la soledad ¿no?

Y por dentro, el alma de ambos se destrozaba con la sola idea de pensar cómo sería si la ausencia del otro se convirtiera eterna.

Y después de leer ese libro, Mikaela quería comprobar miles de cosas y una de ellas era:

—Yuu-chan, ¿qué es un beso?

—¿De dónde lo has leído?—soltó sin pensar, sonrojado por lo embarazoso que era el tema para él. Sin embargo, sabía con exactitud la página del libro.

—En muchas partes dice "beso", "besé", "nos besamos" ¿qué es eso?

Sin embargo, ya se daba una idea de cómo era.

Yuuichirou titubeó antes de contestar.

Él ya había besado. Más bien, lo habían besado, porque nunca correspondía.

Recordó con bochorno las escenas que pasó en la escuela o en aquel bar, donde tanto chicos como chicas lo habían besado pero en vez de recibir su correspondencia, recibieron insultos por parte del azabache o de Shinoa y Mitsuba que continuamente lo reclamaban como suyo, sabiendo la incomodidad que éste sentía cuando sus labios eran tocados por otro.

Tampoco nunca quiso besar a alguien y creía que las estrellas de cine no contaban. Nunca le había nacido un sentimiento de amor o de lujuria, por lo que toda su vida se había considerado asexual.

—Besar es sellar tus labios con los de otro—se dignó a responder—. Puede ser porque amas a la otra persona, o por pura lujuria. Puede ser entre el mismo sexo o el opuesto. Cuando se trata de romance o lujuria, no existen barreras que nos den un límite.

Al ver la playa desierta, Mikaela salió del agua, dispuesto a actuar.

Agarró las mejillas ruborizadas de Yuu y acercó su rostro, para por fin sellar sus labios.

Y Yuuichirou, por primera vez en su vida, correspondió. Movieron sus labios a un compás que solo ellos conocían, un ritmo tierno y lento donde demostraba cuánto se importaban el uno al otro.

El azabache con algo de temor, colocó sus manos detrás del cuello de Mikaela para intensificar el beso, preso de sus impulsos. No podía pensar con claridad, sólo concentrarse en si lo hacía correctamente, sólo se encargaba de disfrutar aquel momento.

Minutos después; Se separaron avergonzados de sus propios actos, con el rostro a punto de explotar.

Lo bueno era que Mikaela ya había conseguido aclarar sus verdaderos sentimientos pero al ver la mirada de Yuu, que parecía aún más confundida decidió amortiguar a su corazón.

—Seguimos siendo amigos ¿verdad?—preguntó Yuu tapando su rostro con sus manos, temiendo a lo que el rubio podría decirle y cómo modificaría ésto la relación que ambos tenían.

—Sí, Yuu-chan—confirmó sin el menor pudor.

—Sabes que los amigos no se besan ¿verdad?

A pesar de tal bochornoso momento, Yuu estaba sorprendido de la experiencia que había adquirido Mikaela con un par de palabras impresas.

—Pero ellos ni siquiera eran pareja cuando se besaron.

Pero los personajes de aquel libro no necesitaban palabras para saber los sentimientos que tenían. Mika y Yuu eran iguales, pero el primero temía perder todo su avance y el segundo estaba confundido.

Confundido porque era la primera vez que era tan impulsivo.

Confundido porque era la primera vez que correspondía un beso.

Confundido, por el solo hecho de sentir un cosquilleo en el estómago que eran causados por un hombre, el cual equivocadamente consideraba su amigo.

Y ambos no eran conscientes de que se habían quedado un largo rato en silencio, mirándose con un cierto brillo en los ojos que prefirieron ignorar en aquel momento.

Zafiro y esmeralda, ambos esperando una reacción por parte del otro.

—Te tienes que meterte en este bote de basura ¿sabes? No lo traje para nada.

—¿Qué? ¿Por qué?—preguntó Mika al fin saliendo de su trance.

—¿No es obvio? Vendrás a mi casa.

Le dedicó una deslumbrante sonrisa, que Mikaela admiró y la guardó en su memoria como si se tratara de la fotografía más bella.

Porque a pesar de que Yuu, siendo un fotógrafo, enfocaba al paisaje pensando que era lo más bello; no se percataba de la mirada de Mikaela quien pensaba que la fotografía sería más bella con él formando parte del paisaje.

Mermaid.【Mikayuu】〖Yuumika〗#ConcursoMejorFanficWhere stories live. Discover now