—Esta noche conseguí a unas gemelitas rubias —me dijo dándome un golpe en la espalda—. Hermano, dime que hoy si me acompañarás —cada día me invitaba a salir junto a un par de chicas que conseguía, cada día rechazaba la oferta.

—No puedo esta noche —cerré mi casillero—, será para la próxima.

—Llevas una semana diciendo lo mismo —dijo viéndome con una mirada de reproche—. Estás obligado a acompañarnos esta noche, no aceptaré un no como respuesta. No tienes que tener sexo con ellas si es lo que te preocupa, pero simplemente ve al bar por unos tragos con una de ellas.

Negué con la cabeza.

—Paso —me di la vuelta y empecé a avanzar por el pasillo vacio del edificio.

Escuché a Adrián lanzar un fingido suspiro de decepción pero yo seguí mi camino, después lo recompensaría.

* * *

Entré a mi dormitorio y lo primero que apareció en mi campo de visión fue una mirada de odio perteneciente a Gia que estaba de pie en medio del dormitorio. ¿Qué había hecho ahora?

Cerré la puerta detrás de mí y me encogí de hombros para hacerle entender que no comprendía el motivo de su mirada. Levantó una ceja como diciendo “¿estás seguro de que no sabes?” y de nuevo me encogí de hombros. Sus brazos estaban cruzados sobre su pecho y uno de sus pies golpeaba el piso.

—Perdón —terminé disculpándome—. Por lo que sea que haya hecho hoy —dije aun sin entenderla. No era nada extraño no comprender a Gia, después de todo era hija única y jamás podría entender a alguien que creció sola.

—¿Estás seguro que no has hecho nada idiota? —preguntó muy molesta.

—He hecho muchas cosas idiotas, es injusto que me pidas que recuerde todas… —bien, ni siquiera estaba dándome un poco de ayuda yo mismo—. Como sea, dime que fue lo que hice para poder remédiarlo.

Rodó los ojos y descruzó sus brazos para dejarme a la vista una pequeña caja de cigarrillos… ups.

—Puedo explicarlo —me apresuré a decir—… son de un amigo.

Gia caminó amenazante hasta donde me encontraba de pie, reposó sus manos sobre mis hombros y se alzó sobre las puntas de sus pies, su nariz rozó la mía y sus labios estaban a sólo unos milímetros de los míos, con un movimiento por muy pequeño que fuese pudimos habernos besado.

Se alejó de mí empujándome con ambas manos provocando que mi espalda golpeara con la puerta y frunció el ceño. Estiré mi mano y le quité la cajetilla.

—Definitivamente no son de "un amigo" —bueno, me descubrió—. Ahora dame esa caja.

—No —al momento en que intenté guardarla en el bolsillo de mi pantalón ella logró arrebatármela.

—No entiendo como siendo un deportista aun haces esa clase de estupideces —me regañó. Empezó a caminar hasta la cocina y se detuvo justo a un lado de la mesa, ahí había un vaso con agua e inmediatamente vi su intención, tomó la cajetilla con sus dedos índice y pulgar y la dejó caer dentro del vaso—. Bueno igual eres un tonto así que a estas alturas no debería sorprenderme nada de ti.

Me excusé ya que después de todo no era un adicto a fumar.

—Mira —la señalé—. Sólo fumo en casos de extrema ansiedad ya que si me llegasen a descubrir en el equipo me expulsarían sin dudarlo, así que fumar no es un hábito para mí. Además sé que al bebé le hace daño y estoy decidido a no hacerlo nunca más.

Kiss me, baby (KMB Libro #1)Where stories live. Discover now