Capítulo 3.

32.1K 2.5K 273
                                    

-si, es bueno en el sexo, ¿no?.- preguntó Nikki a través del teléfono.

-emm... si.- murmuré.

-¡no!, dudaste, ¡cuenta!.- gritó, empuñe los ojos. Sí que me conoce. Suspiré rascando mis piernas desnudas.

-osea, la tiene grande y todo, pero... se corre dos minutos después de empezar el coito.- expresé con verguenza.

-¡precoz!.- se burló sin pudor mi mejor amiga a través del teléfono.-¿y no le has dicho nada?.- preguntó, me mordí el labio.

-no, yo lo amo, creo que eso no es tan importante.- murmuré inocente.

-¡claro que es importante!, es el primer paso a que le seas infiel.- abrí los ojos.

-no. No le haría eso, para mi no es importante y punto.- cerré los ojos.

-uy, pos no hay porque alterarse, doña sentimental.- rodé los ojos mientras reía .-¿y no te másturbas para matar el estrés?.- preguntó Nikki.

-claro que no.-respondí con sinceridad.

-que tipa más rara.- rió, yo rodé los ojos.- bueno, te tengo una noticia.- me senté en la cama y esperé a que hablara.- ¡me mudaré a Brooklyn de nuevo!.- abrí los ojos y chillé de la felicidad.

-¿Qué?.- grité felizmente.

-¡SI!. Mi madre se divorció del italiano quitándole casi todo el dinero, el fin de semana ya estaré allá o posiblemente el viernes, mañana abordaré.- crucé mis piernas en modo indio inquieta.

-¡que felicidad!.- la sonrisa no cabía en mi cara, iba a morir de felicidad. Me tiré en la cama de espaldas y suspiré con una sonrisa.- te esperaré con ansías.

-lo sé, Jo, lo sé.- algo sonó en la cocina llamando mi atención. Mi corazón dió un vuelco al saber que estába sola.

-Nikki, tengo que dejarte.- susurré, mirando hacía el pasillo a oscuras.

-bien, me tengo que ir a dormir.- dijo.

-Buenas noches.- deseé.

-Buenas noches.- y cerré, puse el celular en mi mesita de noche y me deslicé por la cama tocando el piso. El vello de mi nuca se erizó, el corazón lo tenía a mil. Caminé hacía el escritorio cerca de mi cama y de el vaso lleno de lápices, cogí una tijera. Era larga, creo que era de costura pero la compré sólo para más facilidad para cualquier que hacer en la casa. Caminé semi-desnuda hacia la cocina sin encender nada. Eran las 12:08 am, había durado un buen rato hablando con Nikki.

Agarré la tijera con fuerza y caminé lentamente hacía la puerta de la cocina, al llegar no ví nada por que tenía todo apagado, pero deslicé la mano por la pared y encendí la luz. Era el maldito gato de la vecina. Bajé la tijera y bufé. Dejé la tijera en el taburete, me relajé, aparté mi cabello rubio de la cara y miré al gato con indignación.

-por Dios.- gruñi. Cerré mis ventanas de la cocina y agarré al gato de la señora Bennett entre mis manos, ojeé la tijera encima del taburete y abrí la puerta de la casa para dejarlo afuera. Cerré mis puerta con todo los seguros, y caminé hacía la cocina para cóger la tijera y ponerla en su lugar, pero... no estába.

Me quedé con la mano tendida viendo el taburete vacío. Estoy segura que la dejé aquí, miré al piso a ver si por accidente la cola del gato la había golpeado, pero no. Nada. Desapareció.

Ahí si mi corazón comenzó a palpitar de manera desmensurada. Corrí hasta mi habitacion y me aseguré de que todo estuviera cerrado y en su lugar. Y así lo era, todo cerrado y en orden. Miré hacía atras y ahí estaba la tijera, en el vaso de los lápices, justo donde iba. Ya estoy asustada. Miré el teléfono y lo primero que se me cruzó por la mente es llamar a Tanner, pero me acordé de que estaría ocupado. Quería llorar, están jugando con mi mente. No sé quién sea o por qué sea. Pero están jugando de una manera que nunca nadie lo había hecho.

-¡déjeme en paz sea quién sea!.- grité a todo pulmón, después de mi grito la casa quedó en silencio, como siempre. Mi pecho subía y bajaba.

-demasiados gritos para mi gusto.- mi corazón dió un vuelco.- por cierto, tienes el culo más caliente que he visto.- me dí la vuelta, topandome con esos ojos rojos. Estába sentado en la ventana abierta, en la que me había asegurado, de que estába cerrada.

Me miró de arriba a abajo sin pudor, yo lo miraba con temor, no sabía que tramaba, ni que quería, solo quería que se fuera.

-¿Qué  haces en mi casa?.- pregunté con la voz acongojada. Hasta ahora no me preocupaba mi desnudez de las piernas para abajo, solo estába centrada en él y en el temor que sentía.

-vine a matarte.- miró sus zapatos con simpleza, mis ojos se aguaron sin ninguna razón aparentemente. Mis oídos podían escuchar el exagerado bombeo de mi corazón.

-¿por qué?.- pregunté al borde del llanto.

-porqué me han mandado.- respondió mirándome.

-¿quién?.- pregunté. No soy mala persona, ¿por qué alguien mandaría a matar a una buena persona?, ni siquiera tengo una vida social, no tengo nada, no tengo dinero, solo soy una chica que busca una nueva vida lejos de su pasado. Lejos de la muerte de mis padres. Lejos de todo el daño que pase cuando ellos murieron.

No le he hecho nada a nadie.

-creo que eso no interesa.- se levantó. Su cuerpo era grande y musculoso, mi cabeza llegaba a su pecho. Me eché para atrás. Me miró desde su ensombrecedora altura con esos ojos rojos como la sangre.- soy Balthasar Cantherville, un vampiro.- sonrió y en eso se vieron dos colmillos largos y filosos, los miré con miedo, él caminó hacía mí y yo mientras tanto eché para atrás. Ya tenía la cara empañada de lágrimas, pero no me quejaba. Negué.

-no me mates.- murmuré. -no le he hecho nada a nadie.- cerré los ojos mientras bajaba la cabeza.

-será rapido. Me han mandado y si no lo hago, me mataran a mí.- explicó, yo negué.

-no es justo, yo no he hecho nada malo, por lo menos explícame por qué.- lo miré, mis brazos se desgonzaron.

-no te voy a decir nada, absolutamente nada, te mandaron a matar, nada más, yo sólo cumplo ordenes.- rugió, yo en un momento estúpido me volteé y abrí la puerta para escapar hacía algún lado, pero él la cerró con su mano gigante. Me acorraló entre su cuerpo y la puerta. Quedé con la cara pegada a la misma, inhalo el aroma de mi cabello y luego pasó  su nariz por mi cuello, haciendo que se me erizara la piel, lloré más fuerte, pero aún no me quejaba.

-tu sangre huele tan bien.- lanzó un gruñido.- pero sabe mejor.- Pasó su mano por mi cintura atrayendome más a su cuerpo. Tenía una erección dura y caliente.

-déjame ir.- lloré, como una niña.

-cuando mueras.- clavó dos agujetas en mi cuello, grité de sorpresa, dolía un montón pero absorbía demasiado, mis ojos ya pesaban, mis rodillas ya no podían soportarme, hasta que caí dormida. O eso creo.

Opuestos  (Two Souls #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora