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Meli y James recorrieron por el área turística, estaban asombrado de tanta belleza. Compraban artesanía y otras cosas que a Meli le gustaban.

—Esto es vida —exclamó Melissa. Él sonrió por verla tan Feliz, sin dudas, así la quería para siempre.

Corrían por la playa, caminaban por las calles, sonreían cada momento y sus corazones palpitaban de tantas emociones juntas.

En un momento en que james miraba unos chicos jugar en las arenas, Melissa cambió su jugo favorito por el jugo que el mas odiaba, el de limón.y para el colmo lo había pedido sin azúcar y muy cargado.

James dirigió su mano hacia el jugó y lo guió hacia su boca, al tragar sintió su estomago arder y lo expulso queriendo vomitar hasta el alma.

—¿Que pasa amor ? —preguntó inocente.

—Me han dado jugo de...—James la miró fijamente, conocía esa mirada de maldad—. ¿Fuiste tú? —preguntó achinando sus ojos.

—No fui yo. —Melissa se levantó dispuesta a correr de él. Y James se preparó para seguirla.

Corría lo mas que podía pero se detuvo al sentir un fuerte mareo mezclado con un dolor en la cabeza. Se apoyó sobre una pared y James al notarla decaída corrió hacia ella para ayudarla.

—¿Que te pasa? ¿te sientes mal? — preguntó pero Melissa no quería hacerle ver que si estaba mal.

—No tonto, es broma —dijo sonriente.

—Uf que susto —respondió creyendo la  pequeña mentira de Meli. Ella se levantó pero notó que no tenía tantas fuerzas, aun así se paró y sonrió.

—Vamos al hotel —pidió en tono de suplica. 

Se marcharon al hotel. Pero ella moría de sueño, mientras james se duchaba quedó rendida por el dolor en su cabeza.

James sentía que algo le sucedía, el tenía ese dolor profundo de que algo pasaría. No quería, no podía asimilar que podría perderla. La amaba mas que a su vida misma, ya nada importaba que no fuera ella. Mientras se duchaba dejó caer varias lágrimas. Se arrodillo en el piso con  muchísimo pesar,  cuanto le dolía su corazón,  su pecho también.  Era una sensación amarga y vacía. 

—Señor, tengo tanto tiempo que no busco de ti. Te he abandonado, pero tu... Tu no abandonas a tus hijos, por favor, recurro a ti para suplicarte por la salud de Melissa. Dios mío ella es una niña fuerte, una niña que desea vivir, te ruego  por favor que la sanes, que la libre de ese mal que habita en su cuerpo. Por favor, no nos abandones, te suplico que me escuches. Por favor. —lloró desahogando ese dolor en su corazón. Dios podría estar escuchándolo, pero él sabía como hacer todo. 

Cada quien tiene su destino de vida marcado. 

Salió de la ducha y se encontró una meli dormida. Notó lo pálida que estaba, sabía que esa enfermedad volvía atacar. Pero se sintió culpable de estar quitándole el tiempo a su salud. El debía llevarla a que tomara esas terapias. El quería apoyarla y estar en todo momento con ella.

Se durmió a su lado respirando su aroma a vainilla fresca.

Mas tarde cuando despertaron, él la invitó a cenar ya que quería decirle algo a Meli, se sentía mejor luego de tomarse unos medicamentos.

Se vistió con un short blanco y una camisa verde clara. Dejó su pelo suelto.

Salieron juntos tomado de las manos. Fueron al bufete y a tan solo minutos se encontraron cenando los maravillosos platos servido.

—¿Que me querías decir? —preguntó curiosa mientras saboreaba el exquisito sabor de una lasaña. James, luego de tomar un poco de vino, la miró dispuesto a decirle todo

—Meli, ésta tarde supe que no todo estaba bien con tu salud. —Melissa toció, y el tomó su mano —. Pero quiero que sepas, que te amo. Sé que me mentiste al decirme que todo estaba bien, solo para no preocuparme, pero amor, me preocupo porque te amo. Estar tanto dias en éste lugar me ha hecho entender que podría perjudicar mas tu salud. Quiero apoyarte y estar a a tu lado desde que inicie la quimioterapia. —aquello no se lo esperó Melissa quien soltó la mano de James, molesta y adorolida.

—No James, no quiero perderme éste momento para iniciar la quimio. Necesito estar contigo, no sabes lo doloroso que es para mi que me veas moribunda, te amo, y por favor, gocemos ésta semana aquí, luego de regresar, iremos al doctor ¿si?.

James bajó la cabeza, se sentía mal, pero a la vez le parecía bien regresar en los días que le queden en ese hotel.

—Está bien amor. Será como digas — besó la delicada mano de su adorado tormento.

Cenaron evitando mencionar el tema hablado anteriormente. Al terminar decidieron ir a bailar un poco en el bar de la playa.

Esa noche fue un momento más para disfrutar.

Al pasar los días los dos salían a divertirse, se subieron a un bote, hicieron un recorrido turístico por el bosque, conocieron ríos y muchos animales que difícilmente ven en su país.

Mientras James se asoleaba en la piscina, Melissa quiso hacer de la suya,  colocó en el piso un poco de aceite de bebé. Su maldad no tenia limite.

—James ven, rápido.

El pobre James se levantó y corrió asustado pero cuando entró en la casa, se fue de culo. Melissa se reía, pero aunque a el le dolió, no iba a quedarse así.

—Te atraparé —le gritó tratando de levantarse, pero el aceite lo hacía caer, y se fue gateando hasta lo seco, y al lograr pararse decidió buscar a Meli.

Jugaban como perros y gatos. Melissa le dio vuelta a la casa entera hasta que James la alcanzó y la cargó dispuesto a jugar de la misma manera.

Por mas patadas y berrinches de Meli, no fue  suficiente porque James se lanzó con ella en la piscina.

—¡Idiota. Tonto!  —gritó ella, el la tomó por la cintura y juntó sus labios con los de ella. Se besaron olvidando sus bromas. El la cargó bajo el agua y la guió hacia los escalones bajo de la piscina, hay tenerla ahí, acarició su cabello.

—No podemos hacerlo aquí. Nos verán los vecinos de al lado, vamos a la cama —susurró ella, y sí, habían otros vecinos observando. Él sin importancia la cargó y trató de caminar con ella, mientras se besaban sin despegarse para respirar.

Pero lo que James no sabia, es  que se dirigía por el mismo piso donde estaba el aceite.

El caminó olvidando todo por completo, hasta que al pisar el aceite se fueron de nalga los dos, Melissa cayo encima de el por suerte, y empezó a reírse sin parar.

—No te burles. Todo es tu culpa —dijo  entre bromas, ella lo besó nuevamente y se olvidaron de que estaban encima del aceite. Eso no era importante para ellos, se necesitaban uno al otro.

James despojó del bikinis a Melissa y dejándola desnuda debajo de su cuerpo,  bajó un poco su boxer  después de besar su cuerpo entero,  y lentamente se adentró en ella. Sus besos se mezclaron mientras cuerpos unidos danzaban al momento. Melissa nunca pensó que aquella sensaciones fueran tan placenteras. Descubrió miles de emociones, no tenía palabras para todo lo que James le hacía sentir.

Perdón por la tardanza. Les tengo una noticia que quizás sea triste, el siguiente capítulo es el epílogo, en la descripción del libro había avisado que era una historia corta. Espero que les hayan gustado.





Mi adorado tormento-  (Terminada)Where stories live. Discover now