León estaba hecho un desastre, en algún otro momento abría sido gracioso verlo tan estresado pero en ese momento no me gustaba verlo así, sentí lastima por él y por el bebé.

—¿Tienes auto? —le pregunté y sólo asintió—. Toma las llaves.

Entré al dormitorio y fui hasta el bebé para tomarlo en mis brazos, al hacerlo sentí una punzada de dolor en mi corazón y pude haber llorado en ese mismo momento pero por fortuna León llamó mi atención y aclaré mi mente.

—No lo llevaré a la policía —me retó con la mirada.

Nuestros ojos se conectaron y él me ganó, tuve que desviar mi vista de la de él porque me sentí intimidada.

—Deja de decir estupideces y préstame algo para cubrirlo.

Aun desconfiando de mí me ofreció su chaqueta y con esa cubrí al pequeño.

—No quiero que lo mates de hambre —dije pasando por su lado, dirigiéndome hacia la puerta.

Tuvimos que salir por el estacionamiento de los profesores ya que ahí no había guardias. Hice que León condujera hasta una de esas tiendas que estaban abiertas las 24 horas. Cuando salí del auto una ventisca helada golpeó mi cuerpo, iba en pijama así que no estaba tan cubierta, el propósito de esa pijama no era cubrirme el frio después de todo, se supone que debía estar fresca durante la noche.

Sentí algo cálido sobre mis hombros, de reojo vi a León colocarme la chaqueta que él había llevado puesta, no le agradecí.

Entré a la tienda y rápidamente me fui a la sección de bebés y cuidado personal, tuve que leer diferentes tipos de pañales hasta encontrar la talla del bebé. Cuando tenía los pañales en mi mano escuché la voz de León detrás de mí.

—¿Segura que son esos? —preguntó curioso.

—Dice que son de 0 a 6 meses —dije sin voltear a verlo ya que ahora estaba buscando la leche que debía tomar un bebé de dos meses.

Cuando por fin encontré la leche fuimos hasta la caja para pagar, fue mucho dinero y ya que León no llevaba ni un peso en los bolsillos yo me ofrecí a pagarlo, después de todo tenía dinero para darle al bebé.

—Te pagaré —insistió cuando regresábamos al auto.

—No es necesario —dije por milésima vez.

Entramos al auto y ya que él iba manejando yo sostuve en mis brazos al pequeño, de nuevo ese fastidioso nudo en la garganta me molestó, cerré mis ojos y alejé cualquier cosa que me quisiera hacer llorar. Recargué mi cabeza en el respaldo del asiento y no dije ni una palabra hasta llegar al dormitorio de León.

—Muchas gracias por ayudarme.

—No hay de qué —suspiré viendo al bebé dormido nuevamente. Que envidia, yo tenía clases a primera hora—. Sólo dale de comer y cámbiale el pañal cuando sea necesario. Probablemente ese paquete sólo le dure un par de días pero supongo que estarás bien por el momento.

Asintió sin despegar su vista de mí. Estábamos un poco distanciados, él estaba cerca de su cama y yo casi en la puerta del dormitorio.

—¿Realmente piensas cuidar de él? —pregunté evitando un bostezo.

—Sí —me dio la espalda y se acercó al pequeño—. No puedo llevarlo a ningún lugar con tan pocos meses de nacido. Tampoco sé como buscar a su mamá, pero intentaré cuidarlo.

Estaba tan cansada que mis ojos casi se cerraban pero aun así tuve energía para alegar con él.

—¿Crees que será fácil? —susurré molesta—. ¿Crees que podrás estudiar y cuidar de un bebé? Tal vez funcioné un par de semanas o un mes pero tarde o temprano se darán cuenta y te expulsarán del campus. No seas tonto y haz lo mejor para el bebé.

Kiss me, baby (KMB Libro #1)Where stories live. Discover now