Hacía muchísimo frío y me acobijé un poco más con las frazadas en busca de calor.

El silencio de mi habitación fue el impulso a que saliera corriendo hacia mi armario y comience a cambiarme rápidamente la ropa que tenia puesta de pijama, con temor a que aquel niño volviera a reaparecer.

Metí cualquier libro de mi biblioteca personal en mi mochila y la colgué en uno de mis hombros.

Bajé por las escaleras y me encontré a todos (menos a Dylan) desayunando.

Papá,como lo habitual, tenia el periódico en la mano, en la sección de deporte y mamá miraba el noticiero que pasaban en la televisión mientras que Olivia le daba de comer a su muñeca con comida imaginaria.

—Buenos días. —dije, llegando al final de las escaleras.

Nadie respondió.

—¡BUENOS DÍAS DIJE!—repetí, aumentando aun más la voz.

Los tres se volvieron de forma unisona, y mi padre se llevó la mano al pecho, como si se hubiera asustado.

—¡Angélica no grites por favor! —reclamó él, acomodándose sus lentes.

—Eso les pasa por no oírme. — reproché.

—¿Cómo te encuentras, cielo? — me preguntó mamá, poniendo toda su atención en mí.

Me quedé parada frente a ellos, y largué el aliento.

Era una pregunta muy, pero muy, difícil de responder.

—Simplemente, no lo sé. —contesté con franqueza.

—Quizás continúes con temor a lo de anoche —adivinó papá—. Quiero que sepas que aquí no murió nadie cariño y que esta casa está libre de fantasmas.

¿Pero cómo explicar lo de anoche?¿Cómo convencerlos de que lo que vi no fue producto de mi imaginación?

—Lo sé. Me voy a caminar al centro, sólo para despejarme.

—¿Sola? —preguntó papá—Sabes que no puedes salir si no es acompañada de alguien.

—No voy sola, Cleo me espera en el parque y de allí iremos juntas al centro. —mentí.

Ojala Cleo se levantara un sábado a las diez de la mañana.

Al ver que mis padres cruzaban miradas de dudas, agregué en un susurro por si mi hermano lograba escucharme:

—Resulta que Cleo está enamorada de Dylan y anoche se besaron, y quiero ver si ella y él terminaron juntos, ya que el idiota de tu hijo no quiere contarme nada.

—¿Cleo y Dylan? —se sorprendió mamá—Vaya, eso no me lo esperaba...

—Yo sí —soltó papá, encogiéndose de hombros—. Dylan salió igual de galán que su padre.

Mamá lo fulminó con la mirada, echó la silla hacia atrás y se levantó a regañadientes.

—Ve, pero llévate el auto, no quiero que vayas caminando sola hasta allí —dijo, tendiéndome las llaves.

Las tomé rápidamente por si cambiaba de opinión, la saludé con un beso en la mejilla al igual que a mi padre.

Y por ultimo le apreté las mejillas a Olivia quien intentó morderme la mano con salvajismo.

En cuanto salí de la casa el auto ya estaba en la acera, ya que garaje no teníamos.

El cielo, prometía lluvia una vez más.

Subí al Falcon de mis padres que ya tenía sus años, y apenas cuando encendí el calefactor pude sentirlo.

Con las manos en el volante lo puse en marcha.

No te olvides de Angélica.Where stories live. Discover now