Capítulo 11

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—Come.

—¡No!

—Come.

—¡No!

—Que comas.

—¡No! ¡No!

Una débil risita se escuchó detrás de la cámara, seguida de unas palabras dichas en tono divertido.

—Vaya, es la primera vez que opone tanta resistencia.

La mujer había dicho aquello con la cámara en mano, enfocando esta en la escena que se desarrollaba y con un tono burlón en sus palabras, riéndose de la situación en la que padre e hijo estaban involucrados, que al parecer le divertía de sobremanera.

Gakuhou solo pudo fruncir el ceño, girar la cabeza para mirar a la cámara y a su mujer con molestia, y luego resoplar por lo bajo. A pocos metros del hombre, Gakushuu no se atrevió a hacer nada, aunque tampoco era necesario que lo hiciera, se podía adivinar lo que pasaba allí perfectamente.

Estando en la cocina de la casa, el pequeño estaba sentado en una trona, con un babero puesto alrededor de su cuello, el cuál estaba manchado y repleto de una especie de puré que también cubría las mejillas y gran parte de su cara. El niño sostenía entre sus brazos aquel peluche que tanto adoraba mientras miraba con algo de molestia y enfado a su padre; Por otra parte, Gakuhou estaba sentado en frente de él, mirándole con seriedad y firmeza mientras en su mano derecha sostenía un plato de lo que parecía ser ese puré, y en la izquierda una cuchara que contenía parte de este.

Al parecer Gakushuu no era muy receptivo a la hora de la comida.

—Come.— Repitió Gakuhou mientras acercaba la cuchara a la cara de su hijo, con la intención de darle de comer.

—¡No!— Gritó el niño con rapidez y un tono enfadado mientras volvía la cabeza, rehuía la cuchara y abrazaba más a su peluche.

Gakuhou intentó acercar más la cuchara, al menos para que tocara la boca de su hijo, pero fue el inútil. El pequeño estaba tan decidido a no comerse aquello que se echaba hacia atrás, inflaba las mejillas, movía la cabeza hacia los lados y gruñía como un animalito enfadado. Al final después de tanto movimiento por parte del crío, lo que contenía la cuchara acabó manchando aún más su cara y su babero, haciendo que Gakuhou suspirara con pesadez y la madre tras la cámara volviera a reír.

—Gakushuu, llevamos aquí casi una hora.— Empezó a decir el adulto cogiendo otra cucharada del puré.— No vamos a movernos de aquí hasta que te comas todo el puré ¿Lo has entendido?

Cuando terminó de decir aquello, Gakuhou cogió otra cucharada del plato y se la tendió a su hijo, esperando a que este se diera por aludido con sus palabras y decidiera inclinarse y abrir la boca para comer de una buena vez.

Cosa que no fue así.

Pues el niño pareció sentirse gravemente ofendido por las palabras de su padre, sin poder (ni querer) aceptar siquiera que tenía que comerse aquello para poder bajarse de la trona y llevar a cabo sus productivas e importantes actividades diarias, como lo eran revolcarse por el suelo, pintar animales deformes en un folio, tirar sus juguetes al suelo para ver cómo sonaban al chocar contra este, llorar y luego callarse cuando sus padres fueran a ver qué le pasaba o intentar atrapar con las manos las pelusas de polvo que volaban por el salón. Esto hacía que un enfado y berrinche similares al que tuvo cuando el adulto le quitó el chupete le dominara, y en vez de hacerle caso e intentar comer, al ver que la cuchara se volvía a aproximar a su cara, abrió la mano, extendió el brazo y le dio un manotazo a esta con la esperanza de mandarla a volar a la otra punta de la cocina y que no volviera.

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