Capítulo 3

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Un llanto descontrolado e infantil rompía el silencio de la noche, causando un revuelo en la casa y sonando fuerte en el vídeo que grababa la cámara, la cuál había sido olvidada por un despiste encima de una mesa y encendida por culpa del botón roto de inicio.

Grabando inevitablemente la cuna donde se encontraba el bebé, se podía ver y escuchar como este lloraba con fuerza en mitad de la oscuridad de su habitación.

Se escucharon unos pasos apresurados por el pasillo y luego la puerta de la habitación abriéndose con fuerza. Alguien pulsó en el interruptor de la luz y la habitación se iluminó, dejando ver a un Gakuhou en pijama, despeinado y con ojeras, mirando con algo de reproche a la cuna donde se encontraba su hijo, que aún después de haber entrado él se empeñaba en llorar como si no hubiera un mañana.

Con algo de mal humor y una expresión seria, el hombre se acercó a la cuna para inclinarse sobre esta y mirar al niño desde arriba mientras le replicaba.

—¿Qué? ¿Qué es lo que quieres ahora? ¿Qué te pasa?

El niño le ignoró y siguió llorando.

—Son las cinco y media de la mañana, ya te hemos dado de comer, te hemos cambiado de pañal ocho veces y es la octava vez que tu madre me obliga a levantarme para ver qué te pasa.

Más llantos.

—Quiero dormir, por favor.

Y más llantos.

—No pienso cogerte en brazos, ya te conozco y sé que no va a funcionar.

Los lloriqueos cesaron un poco ante esto, para escucharse unos leves balbuceos y sollozos del niño, que desde abajo parecía querer llamar la atención de su padre. Gakuhou siguió allí, mirándole desde su posición y negando con la cabeza mientras se frotaba los ojos. Eso de ser padre primerizo le pasa factura a cualquiera, al parecer.

—No voy a cogerte.

Más balbuceos, esta vez más fuertes que antes. Como si el bebé quisiera decirle algo al adulto desde la cuna.

—He dicho que no.

El crío volvió a sollozar, cada vez con más fuerza.

—No me mires así, un no es un no.

Pasaron los segundos y el bebé seguía en sus trece, esta vez intentando hablar mientras volvía a llorar, cosa que resultaba inútil porque obviamente no se le entendía, pero al parecer él era feliz así.

—Por favor, no me pongas esos ojos de cachorrito.

En el vídeo no podía verse, pero al parecer el niño estaba mirando a su padre desde abajo con ojos de cordero degollado y sollozando, esperando a que el adulto tuviera compasión por él y le sacara de aquella cuna de una maldita vez.

—Por favor, no.

A pesar de que le estaba hablando a un bebé, parecía como si este estuviera intentando convencerle de algo realmente malo, aunque desde el punto de vista de Gakuhou el chantajearle emocionalmente usando esos ojos grandes y violetas le parecía toda una ofensa.

La cámara se tiró más de dos minutos grabando la misma imagen, la de un Gakushuu de seis meses llorando y balbuceando a su padre mientras que este le observaba desde arriba con ojeras y una expresión preocupada.

Sin embargo, cuando muchos pensarían que el adulto ya se había rendido en hacer callar a su hijo, fue un balbuceo más fuerte que los demás que parecía significar la sílaba "Pa", lo que hizo que este reaccionara y suspirara con pesadez mientras bajaba la cabeza.

—Maldición.

Después de decir esto, sencillamente el hombre se inclinó hacia delante, cogió a su hijo en brazos y acabó estrechándole entre estos.

Como era de esperarse, el bebé se calló al instante, moviendo sus bracitos con ilusión y dejando su cabeza apoyada en el pecho de su padre. Algunos jurarían que incluso el niño se había reído, pero no era seguro porque fueron las palabras del padre lo que hizo que el vídeo terminara con honores.

—Vas a ser mi ruina.— Murmuró Gakuhou suspirando con pesadez.


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