3. Bienvenida

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De todos los retos habidos y por haber en este universo, me parecía absurdo y hasta surrealista que la fraternidad considerada la más poderosa de la universidad me hubiesen pedido enamorar a uno de sus miembros o uno de sus amigos -porque no estaba muy segura quién demonios era el tal Ash- en un límite de tiempo.

Estaba empezando a pensar que esta gente estaba loca. 

¿Enamorar a un chico que ni si quiera conocía en tres meses? ¿Ese era el reto que tenía que cumplir para formar parte de su fraternidad?

Me esperaba que me retasen a hacer algo realmente ridículo delante del alumnado de la universidad. O que robase la mascota de otra universidad. Cualquier otra cosa menos eso.

-¿Qué dices?- volvió a hablar la misma chica, retándome con la mirada y sacándome de mis más bizarros pensamientos -¿Te atreves o no?

-¿Vais en serio?- 

-Solo es un juego- soltó el chico Ninja -forma parte del reclutamiento

Nada tenía sentido para mí.

Me quedé callada, pensativa, con el ceño totalmente fruncido. 

Y fue un error. 

Porque se tomaron mi silencio como un sí. 

-No hay reglas- 

Y así, sin más, la chica salió de mi campo de visión. No dándome la oportunidad de siquiera saber su nombre.

Estaba allí de pie, sin saber qué hacer. Hasta que la rubia del grupo me cogió desprevenida abrazándome como si fuéramos amigas de toda la vida.

-¡Qué guay!- exclamaba con mucho entusiasmo

De verdad que intenté sonreírle de la manera más dulce que sabía, pero no pude. Ni siquiera me salía una sonrisa falsa, solo una mueca.

Pero la chica no pareció notarlo porque siguió tan feliz como una perdiz y empezó a preguntarme cosas que ni siquiera entendí por lo rápido que hablaba. Mi estado de desconcierto tampoco parecía importarle porque ella seguía con lo suyo, dándome a entender que esta chica o bien podía caerme bien a lo largo de los días o bien podía sacarme de quicio.

-Ven, te presentaré a los demás- dijo con el mismo entusiasmo, cogiéndome por el brazo y arrastrándome de mi lugar

Yo todavía seguía como si mi mente estuviese en la luna en vez de estar en la tierra. Sentía como me movía pero eso no era lo que me importaba ahora. Ahora, yo estaba pensando en una sola cosa.

-¡Espera!- exclamé causando que la rubia se detuviera -Tengo una pregunta- entonces, vi como la otra chica, que ya estaba saliendo del salón, se detuvo y giró el rostro para mirarme -¿qué pasa si no lo consigo?

-Yo de ti me aseguraría de cumplirlo.

Y se fue.

Mi ceño volvió a fruncirse. Ahora sí que estaba confundida.

¿Qué quería decir eso?

Ahora sí que estaba dudando en si había hecho bien en venir a la Élite.

-Janet solo lo dice para meter miedo- dijo la rubia intentando acaparar mi atención –No le hagas caso.

Entonces me presentó a la otra chica, aquella con la expresión aburrida, y resulta que se llamaba Hailey, Hailey Morrison. 

-Es un poco tímida- comentó la rubia cuando Hailey ni siquiera se molestó en decirme un 'hola'

Después me presentó a ese chico que parecía estar muy confundido, pero a la vez muy curioso, por mi presencia. Se llamaba Thomas Finn.

Nick era el moreno que no despegaba los ojos del móvil. Estaba tan desinteresado que ni siquiera se molestó en presentarse como era debido.

-¿Tu padre no será el dueño de Johnson's baby, no?

Era Jason Wellingham, el cual había bautizado como el chico Ninja. Y era increíblemente insoportable. Y eso que solo le conocía de hacía una hora, más o menos. Su sonrisa socarrona deslumbrando a todas horas me sacaba de quicio. Y sus intenciones de ser gracioso me parecían muy patéticas, por no mencionar su comentario anterior.

¿En serio? ¿Johnson's baby?

-Jase- dijo la rubia con aburrimiento cuando este empezó a reírse de su propio chiste -¿Cuándo vas a madurar?

-¿Pero dónde tenéis el humor chicos?- exclamó con aires de indignación

Iba a responder. Le iba a dejar en claro que mi padre no era el dueño de esa marca de gel de ducha para bebés, sino el dueño de casi todo Washington D.C. Pero, como a mí nunca me había gustado fardar del dinero ni poder de mi padre o de mi familia en general, me callé, guardándome los insultos para otra ocasión.

-Tu no tienes humor Wellingham.

Dirigí mi atención hacia la fuente de aquella voz y me encontré con el castaño que me había estado observando con el semblante tan serio. Era la misma expresión que tenía Janet. Sin embargo, no me intimidaba tanto como lo hacía ella.

-Y este es el encantador Asher- me dijo la chica que tenía al lado mientras rodaba los ojos ante el comentario del susodicho

-¿Este es Ash?- le susurré a la rubia sin desviar mi mirada de él

-El mismo- contestó él como si hubiera escuchado lo que acababa de decir.

De repente el silencio decidió reinar sobre nosotros.

Miré a Asher, luego a la rubia. Volví a mirar a Asher, luego volví a desviar la mirada y descubrí que ya no quedaba nadie más en ese salón excepto, la rubia, Asher, Jason  y yo.

Los demás se habían ido, lo que me demostraba que no les interesaba demasiado mi llegada, y ahora estaba delante del chico que tenía que enamorar porque ellos decidieron que era la mejor forma de darme la bienvenida. Nótese mi ironía.

Incómodo. Esto es muy incómodo.

-Bueno- habló la rubia rompiendo el silencio tan incómodo, cosa que agradecí -¿Quieres que te enseñe tu habitación? Creo que te gustará.

La rubia seguía hablando mientras me halaba hacia algún lugar incógnito para mí. Aquella casa era demasiado grande para mi gusto.

La chica, la cual aún me tenía agarrada por la muñeca, estaba hablando de algo que no me interesaba en absoluto.

No fue hasta que llegamos a detenernos cuando caí en la cuenta de que la chica había hablado de todos los integrantes de la fraternidad menos de ella misma.

Sabía como se llamaban los demás, menos ella.

-La habitación la elegí yo, bueno, siempre las elijo yo porque ellos nunca se deciden- decía la rubia -¿Sabes lo que es rodearte de gente tan indecisa? ¡Uf! ¡Es realmente frustrante! Pero, con el tiempo les acabas cogiendo cariño a todos ellos...

Hablaba tanto que no sabía cómo interrumpirle. Era peor que una muñeca de esas parlantes que se tiran las horas muertas diciéndote que quiere ser tu mejor amiga.

-Yo misma decoré mi habitación- seguía hablando la rubia –Mi madre es diseñadora de interiores y, pues, creo que heredé sus dotes- dejó escapar una risa floja –Si quieres te puedo ayudar a decorar la tuya...

-Me encantaría- le contesté por primera vez, interrumpiendo su monólogo –Pero, ¿Cómo te llamas?

Muy bien Alison, te veo muy discreta.

-Oh- esta vez sí que rió con ganas –Estaba tan preocupada por hablarte de los demás y de la fraternidad en general que se me ha olvidado decirte mi nombre... -volvió a reír –Soy Caitlin.

Caitlin me dedicó una sonrisa amable, la cual devolví con gusto.

-Bienvenida a La Élite, Alison.

La ÉliteWhere stories live. Discover now