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—Buenos días, Tetsu-kun, ¿Cómo te sientes hoy?

Minami sonríe demasiado alegre para ser legal un lunes en la mañana. Estaba atareada en escarbar entre los documentos dentro de un cajón metálico. Siempre frenética y sin aliento, con sus enormes ojos castaños, abiertos a fuerza de cafeína, mirando a todos lados.

—Fértil.

La hizo reír en suaves carcajadas y él se aseguró de fingir reírse un poco.

—Eso se escucha bien, te necesito fértil y sumiso el día de hoy ¿Sabes que toca esta semana?—inquiere comenzando a teclear con efusividad, casi azotando las teclas.

Kuroko hace una mueca totalmente disgustado, cierra los ojos, suspira y vuelve a abrirlos con la esperanza vana de que fuese un sueño.

—Revisión—respondió con una fingida tranquilidad—Veré a John.

Lo odiaba en demasía, era simple y llanamente desagradable ver irrumpido su intimidad de tal manera. Un dolor de cabeza comenzaba a punzarle las sienes.

—Así es, bonito—sonrió enormemente, estaba claro que ella no entendía, ni siquiera le interesaba el porque de su desagrado—Bien querido, necesito que me prestes tu brazo.

Minami se levanta de su asiento y camina hacia un estante donde hay algodones, tubos de plástico y jeringas. Con este material camina de vuelta hacia el Omega quien subió la manga de su suéter sin mucho entusiasmo y sin moverse mientras le sacaba sangre. Eso era rutina, una innecesaria rutina, debían hacerle estudios cada mes para ver los niveles de su fertilidad, los cual seguía aumentando un poco cada mes. Nada fuera de lo común para Kuroko Tetsuya, el Omega Sigma quién era sometido a medicación y terapias de fertilidad innecesarias.

—Bien, ahora tendrás que esperar una hora para ver el resultado

Kuroko asintió sin interés alguno de conocer los resultados, en esos últimos años había alcanzado la sorprendente proporción de 198% de fertilidad lo cual dió un revuelo entre los medios quienes agraviaron el acoso ante el pequeño Omega. Hablando de tasas de fertilidad que abundaban en un 78-80%
Se necesitaba un 75% para ser considerado un candidato decente a poder embarazarse. Bajo de eso era imposible.

Ante los ojos del mundo, el Omega Sigma, era inexplicablemente pequeño, no podían imaginarse al dulce jovencito con una barriga descomunal sin que su cuerpo se partiese. Kuroko tampoco se lo imaginaba, a pesar de escuchar que lo haría tarde o temprano desde muy pequeño. Y no importaba.

—Tetsu-kun, ¿Estás listo?

Pregunta la mujer mientras deja las muestras en una bandeja que es recogida prontamente por alguien mas.
Después de aquello venía un pequeño cuestionario emocional el cual era aún mas cansino e innecesario que lo anterior. Kuroko se limitó a asentir con monotonía.
Era un simple puñado de preguntas sobre cómo se sentía y si el gato terminó por cruzar la vereda. No tomaba más de cinco minutos pero esta vez Minami se extendió un poco.

—¿Sabes que pasará la semana que viene?

El muchacho se removió, incómodo en su propia piel. Quería evitar el tema.

—Sería imposible olvidarlo con todos diciéndomelo a cada momento.

—¿Y qué sientes al respecto?

Torció la boca, molesto por la insistencia y decidido a no cuidar su boca esta vez al responder.

—Dígame usted ¿Qué debería sentir? Quiero decir, estoy a una semana de embarazarme múltiples veces y ser sometido a un seguro trauma emocional y físico. Así que supongo que entre la histeria y la calma estoy notablemente más cerca de la segunda.

Omega SigmaWhere stories live. Discover now