Capítulo 1: Miss Sonrisas. †

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Peter iba por las calles de Nueva York, camino al hospital donde trabajaba su tía, May. Según ella le haría bien ir de vez en cuando a verla, socializar. Después de la muerte de Gwen, no quería saber nada con nadie y después del ataque del rinoceronte y el regreso del Hombre Araña, volvía a hablar con mas personas, ir a comprar, cosas que una persona normal hace de vez en cuando.
    Decidió comprar flores para su tía : bonitas, de color violeta. Seguro le gustarían a su adorable May, siempre trabajando y cuidando de el, mostrando el mejor camino a seguir.
   El hospital se alzó frente a él con su enfermo color amarillo, letreros indicadores y constante circulación. Al cruzar el umbral, chocó con una enfermera. Era realmente bella , con ojos verdes, cabello negro ondulado y una limpia sonrisa. Se disculpó igual de sonriente y siguió caminando, había mucha cordialidad en sus gestos, pensaba Peter.

POV PETER:
La enfermera siguió caminando como si nada, con su tranquilizadora sonrisa hacia el pabellón donde mí tía trabajaba, así que la seguí en silencio acomodando las flores que milagrosamente se habían salvado del choque. Miss sonrisas estaba sentada, ahora, sobre un escritorio moviendo las piernas sin molestar. Llevaba un uniforme verde con una camiseta negra debajo. Anotaba algo en una tableta cuando se percató de mí mirada,saltaba a la vista por su belleza y carisma, imposible no observar la gracia con la que hacía todo, eso podría servir de excusa para seguir mirándola como si fuese a conocer cada aspecto de su vida con solo esa acción.
- Disculpa - dijo ella frente a mí. Me quedé helado mirando sus ojos inquisidores - ¿buscas a alguien?- preguntó viendo las flores que llevaba.
- Sí.. yo...
- ¿Peter?- la dulce voz de Tía May me salvó de la explicación- Hasta que al fin llegas - Rió.
- Hola - sonreí- te traje flores - le extendí el ramo, el cual aceptó todavía riendo.
- Así que, tu eres Peter - dijo sonrisas.
- Ahora sabes que tengo razón - May codeó a la chica - es muy guapo, ¿verdad, Hera ?
   La morena se sonrojó violentamente ante la pregunta y su sonrisa afloró nerviosa e incontenible. Con una risa nerviosa, se excusó y se marchó hacia el escritorio donde había estado sentada antes, donde, con una torpeza muy parecida a la mía, se sentó en su silla tratando de no hacer contacto visual conmigo. Pobre chica, parecía que quería salir corriendo.
   Tía May reía.
- Estás hecho un tomate - Ese comentario hizo que Hera me mirara y riera. Gracias tía May, eres la mejor.
    Me di una palmada mental.


    En la hora del almuerzo de May, fuimos a una pequeña sala donde Hera abría su comida. Una caja de Pizza de mí lugar favorito. Parecía sorprendida cuando notó nuestra presencia.
- No los escuche entrar - rió. Abrió la caja por completo- ¿quieres? - me ofreció.
- Gracias - me senté frente a ella bajo la mirada divertida de May. Por otro lado, Hera me miraba con curiosidad, sus llamativos ojos verdes, que podrían incomodar a cualquiera, parecían vigilar cómo y qué hacía.
- Así que - comenzó con una porción de pizza en la mano- ¿estudias?
    Su pregunta, me dejó con mí porción a medio camino de la boca. Creí que empezaría la conversación con algo un poco mas irrelevante como el clima o como que le gustaba el queso y el pan... O al menos eso haría yo, quizás es por eso que ninguna chica me contesta, porque mis conversaciones son tan profundas como una piscina para niños.
- Estoy buscando empleo - respondí - Te preguntaría de que trabajas pero es un poco obvio.
   Hera rió y seguí hablando, ahora con un punto a favor.
- ¿Estudias además de trabajar aquí?
- tengo un título en psicología, filosofía, teología, ingeniería genética y medicina - Enumeró.
   Me quedé mudo. no parecía tener mas de 21 y tenía tantos títulos. ¿Estaba jugando conmigo?
- ¿Cómo hiciste para estudiar todo eso?
   Se encogió de hombros.
- Digamos que me adelantaron varios años y eso me permitió hacer mas de una carrera al mismo tiempo. Mí padre estaba orgulloso, o eso me dijeron - rió bebiendo gaseosa.
   Tres toques en la puerta no me dejaron hablar. Hera se levantó con un resoplido, limpiando sus manos con una servilleta de papel. Abrió la puerta de un tirón dejando ver a una rubia mujer, de cabello corto, probablemente de la edad de May. Rebajó a Hera en cuanto sus ojos marrones se levantaron de su tableta de pacientes.
- Ponte la chaqueta, niña - ordenó y la morena solo rodó los ojos tomando su chaqueta del respaldo de su silla para vestirse.
- Puedes comer lo que quieras, Peter - dijo ella caminando a la puerta y sonriendo a May, que había estado comiendo una ensalada en silencio apoyada en la encimera.
     Salió molesta de la sala. Me acomodé junto a mí tía deseando preguntar que había pasado, pero May solo sonrió como pudo, dejando algunas palmadas sobre mí hombro antes de volver a salir para trabajar.
    Esa tarde no pasó mucho más. Hera se dedicó a trabajar mientras yo observaba que hacía. Sonreía y hacia chistes mientras ayudaba a May. Bajé algunas cosas del depósito con Hera ya al final de la tarde.
     Al fin y al cabo, mí tía no estaba tan equivocada, salir fue bueno. Era una chica de lo más agradable, que hacía que olvide mis problemas unos segundos.
    La morena estaba subida a una escalera tratando de encontrar guantes de goma, mientras hacía el inventario para su pabellón. Había estado refunfuñando y contándome que la doctora que la había rebajado en la sala de descanso, era quien se solía encargar de probar hasta dónde podían llegar los nuevos, y aunque ella había estado trabajando más tiempo, la mujer seguía ensañada con que no era buena en nada de lo que hacía.
- La parte de subir aquí arriba no me divierte - decía ella mientras revisaba el estante mas alto. - El tamaño de este lugar, hace imposible encontrar algo cuando lo necesitas ...
    Me di vuelta para decirle algo cuando la vi caer desde lo mas alto de la escalera. Estiré los brazos y la agarré sin dejar que se golpeara. Ella asustada por la caída se agarró de mí como si fuera un salvavidas, pero al intentar estabilizar su cuerpo y no caerse, toco el mecanismo en mí muñeca haciendo que se active.
   Soltó un grito sorprendida cuando la telaraña cubrió la escalera. Se acercó con los ojos abiertos como platos, se volteó para hablarme pero ya no estaba detrás de ella, estaba oculto detrás de unas cajas, nervioso. Dijo mí nombre varías veces, pero no me quedé a averiguar que mas había pasado. Corrí por los pasillos hasta la sala donde había dejado la mochila y salí del hospital como alma que se lleva el diablo. Maldije varias veces mientras me dirigía a mí casa, parecía que la mala suerte no se cansaba de acosarme en los peores momentos; había caído sobre mis mecanismos, se me habían caído, y nada, pero Hera solo los había tocado, y ahí estaban, activándose en el momento menos oportuno.

La chica Osborn / Marvel  - Peter ParkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora