Capitulo 1 Parte 1

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- Las tangas, afuera. ¡Ahora!

Sofia miro expectante a su jefe: -Señor Pain no haré eso...
- ¡Dije que ahora!
- Y yo que no.- dijo desafiante.
El musculoso cuerpo de Lyan se incorporó hacia delante, imponiendo más miedo de lo normal, llevando su mirada dura y severa hacia la dulce mirada de la aún inocente Sofia.
Sofia temblaba de pies a cabeza, ese hombre nunca la había intimidado tanto como en aquel momento, ese instante en el que los ojos marrones oscuros del señor Paine mataban con la mirada a Sofia fue tenso, pero no solo había una pizca de malestar en ellos sino que se denotaba una gran lujuria en ellos.

- Ahora...- entre dientes y con la mandíbula totalmente apretada.

Sofia se sopesó la idea de salir corriendo del despacho pero no le serviría de mucho, con una sola palabra podría estar rodeada por cuatro hombres de casi dos metros devolviéndosela a Pain.

Los colores subieron a ella, llevaba su mirada a todas partes, estudiaba cada cosa perfecta que se encontraba en el despacho. Miró hasta los pájaros que se veían a través de las ventanas de cristal.
Llevó temblorosa sus manos a su falda azul de tubo y la hizo desaparecer de la vista de Lyan, este se sentó para disfrutar relajadamente de las vistas mientras acariciaba su polla por encima de la tela.
La señorita mordió su labio inferior, sintiendo que se ponía más roja, si fuera posible. El siguiente paso que dio fue despojarse de esa camisa irritante y dejar a la luz sus pechos sostenidos por un sostén de encaje negro. La polla de Lyan se ponía más dura con cada uno de sus movimientos y más al verla toda entera con ropa interior de encaje. Como a él le gustaba.

- Quitatelo.- gruñó.- Todo.

Se dio la vuelta y le saco el dedo medio antes de poner la mano en el manillar y decir:

- Ahora que lo pienso, no tengo porqué hacerlo.

La frustración de Lyan creció más que antes y se acerco hasta ella tan rápido que Sofia no tuvo tiempo de salir de aquel inútil despacho para Don rico.
Se acerco a ella amenazadoramente, con ganas de hacerle de todo menos cosas buenas.
La agarró de las muñecas y, con un movimiento ágil, le dio la vuelta y pego su espalda duramente contra la pared del al lado de la puerta.
El frío de esta recorrió toda la espalda de Sofia y de su fina boca salio un gemido, música para los oídos del señor Pain, delicia pero a la vez dolor para su polla.

Lyan llevó las manos de Sofia por encima de la cabeza de ella, pego cuanto pudo su erección a su vientre y su boca a su oído.

- Podría destruirla en dos segundos... A usted y a la pequeñaja a la que tanto cariño le tiene.
Sofia abrió los ojos como platos. A ella no le podía pasar nada o sino no se lo podría perdonar, mataría a quien le tocara un pelo.
Llevó sus ojos a los de él y lo miro con el mayor odio que pudo.

- Ahora, ¿obedeceras como una buena chica?
Sofia apretó los puños como pudo y asintió indignada a tener que obedecer todas las ideas perversas que se le ocurriera al depravado de Lyan.

- Entonces, sientate allí, pero antes...

Liam se interrumpió así mismo. Soltó las manos de Sofia y se bajó hasta quedar a la altura de su entrepierna.
Sujetó cada lateral de las tangas y las deslizó despacio por las piernas de la chica. Sofia sentía como su corazón se iba a salir de su pecho.
Nunca había hecho algo tan... Atrevido. Nunca la había tenido un hombre así.
Sólo uno, mas la abandonó al día siguiente y no volvió a querer saber de los hombres. Pero Lyan, aunque era peligroso, un tanto egoísta y de carácter muy fuerte, habia sido el único que habia conseguido que mojara tanto sus panties.

Cuando la braga llegó a la altura de sus tobillos levantó cada pie, alternativamente, para que la tanga desapareciera de su campo.

- Sientate y quiero verte abierta de piernas.

Como toda una sumisa Sofia obedeció y se sentó en la silla de cuero rojo que se encuentraba frente al escritorio de Lyan.
Posicionó cada pierna en cada brazo de la silla, dejando ver su coño empapado y también dejando ver su lado tímido.

- Tocate.

Sophia lo miró fijamente, esperando a que fuera una broma pero cuando vió que Lyan le dirigió una mirada severa llevó su mano hasta su clítoris y con manos muy temblorosas dio el espectáculo que Lyan había soñado con ver cada noche en su cama.
El señor Pain dejó liberar su erección de esos pantalones de traje, y empezó a masturbarse bajo la ilusa mirada de Sophia que miraba su miembro asombrada.
Él se concentraba en darse placer el mismo, se prohibía en su interior levantarse y follarsela ahí mismo. Follarsela como tantas veces habia soñado, hacérselo sin piedad.
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Nada Más Que Tú *En Venta*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora