Hoy presentamos: Un desafío peligroso

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¡Qué! ¡que te irás a entrenar a una montaña helada!—gritó casi infartada Rosetta, absorta al escuchar lo que su amiga Sora había dicho.

—Así es—asintió ella con los ojos cerrados como si se disculpara por el hecho.

—Pero ¿estás segura de lo que vas a hacer? Es decir, ¿te arriesgarás?—inquirió su amiga ahora preocupada.

—¿Eh?... ¡Claro que sí Rosetta! No importa las circunstancias, voy a dar lo mejor de mí para desempeñar ese papel que es tan importante para todos, incluso para la propia Mía quien fue la que lo ideó—expresó con el ceño fruncido como síntoma de la irrevocable decisión que tomó.

A Rosetta no le quedó de otra que asentir con una sonrisa de aprobación mezclada con resignación pues ¿quién como Sora? No existía nadie con esa actitud tan demoledora como la suya allá, nadie la podía detener cuando se empecinaba en sus ideas impulsivas; había que abrirle más bien el paso y el sitio solo.

Ambas conversaban tras bastidores, bajo el resplandor de los tenues rayos solares del ocaso que se filtraban por los recovecos de las puertas. Era increíble lo muy amigas que se habían hecho y es que gracias a la dulzura y entusiasmo de Sora, Rosetta dejó de ser la fría y arisca "princesa del diábolo", la que todos querían más por su gran talento que por su persona. Eran tanto los elogios y el interés desmesurados por su destreza, las presiones de su agente-o más bien las injerencias de su propia madre- y las exigencias de las falacias que rodeaban su entorno y estilo de vida que había olvidado por completo quien era, dejando que otros tomaran el curso de su vida, desprendiéndose de sus verdaderos sueños hasta el punto de llegar a ser el títere de un montón de desconocidos enmascarados hasta que el aborrecido sortilegio se deshizo el día en que recuperó la sonrisa perdida gracias a Sora y el Escenario Kaleido que la condujeron a su anhelo de actuar en el trapecio y contar con el privilegio de que sus retinas presenciaran al Espíritu del Escenario, el verdadero juez de las estrellas dignas de manejar tan preciado instrumento. Por ello y por muchas cosas más es que estimaba a su gran amiga, por esa causa estaba presente para cuando más la necesitase, como una verdadera compañera.

—¡No puedo creerlo!—interrumpió May, apareciendo como un fantasma inoportuno. Las dos amigas dieron un respingo—. No puedo creer que vayas con el joven Leon a semejante barbaridad sólo para manejar una simple técnica. ¡Es algo súper grotesco!

Señaló con el rostro enfurruñado a las narices de Sora. Claro, ninguna de las dos supo cómo explicar el que May estuviera enterada pero su intromisión las dejó completamente desalmadas, en especial a Sora, quien no encontró argumentos para refutar su repentina presunción.

—Ah... Bueno May, es que el joven Leon me aseguró que esa era la forma más certera de dominar la técnica a la perfección. Aparte de ser acróbatas somos actores y si en mi caso, conoces lo que es el frío intenso que es parte de la temática de la obra, más te encarnarás en el papel hasta llevarlo a un punto donde se confundirá la realidad con la mímesis y eso es lo que ambos queremos lograr: cautivar los corazones de cada uno de los espectadores—elucidó lo mejor que pudo con el sudor chorreando su frente de puro nerviosismo-. Pero tú ¿qué haces aquí?

Le preguntó rápidamente como si se acordara. May aún la miraba inquisitiva y cruzada de brazos.

—Detalles, detalles... Sólo quiero advertirte que el susodicho entrenamiento no será nada fácil, ¿quién sabe si te congelas en el intento y no regresas viva? ¿Quién lo representará después?—dijo a modo de reconveniencia.

Sora palideció y se imaginó a sí misma como la Estrella Kaleido preservada para la posteridad como la eterna princesa de las nieves a la que el público observaba con cierta mezcla de fascinación y terror. ¿La lección? No intenten esto jamás en su vida, ni siquiera en casa.

Kaleido Star: Nothing is impossibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora