Hoy presentamos: Un espectáculo maravilloso y fascinante

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La cuenta regresiva estaba llegando a su final. Era cuestión de horas, de días y segundos para que el Escenario Kaleido pusiera en escena su próximo espectáculo y la tensión podía sentirse en las instalaciones con el correteo de todo el staff quienes montaban y ensamblaban la escenografía a usar. Los creadores de vestuario cosían y probaban cientos de diseños para la indumentaria, los técnicos se aseguraban de que no hubiera fallas en el sonido así como en los instrumentos a usar, los organizadores con las boletas, los asientos... el lugar era un verdadero y caótico enjambre de avispas sobresaltadas ante la conmoción y el estrés que generaba la producción del show.

El mismo ajetreo no dejaba indiferentes a los propios artistas, quienes eran los mayores responsables de que el espectáculo saliera a flote y de ellos y de nadie más que ellos, dependía tanto su éxito como su fracaso, por ende, las expectativas los tenía agazapados a cada uno de los que participarían en la tan aclamada "Espíritu de las nieves", esa que llevaban días transmitiendo la publicidad en cada planta televisora o de radio y la que se apreciaba en cada valla y cartel de la concurrida ciudad; la misma de la que todos comentaban y exponían sus expectativas por cada boleto que compraban por adelantado. Todos anhelaban verla, disfrutarla, aplaudirla o abuchearla si ese fuera el caso, eso y hasta mucho más, era lo que se esperaba, por eso y con el objetivo de poner en la cima el prestigio y la calidad del Escenario Kaleido es que Sora se las ingeniaba bajo un clima de lo más inclemente y contra toda dolencia carnal u obstáculo físico que le pudiese importunar ese deseo que vibraba con más y más fuerza a medida que el reloj marcaba las horas decisivas.

La señorita Layla, quien presenciaba el montaje preparado para el show, no dejaba de pensar en sora, en cómo le estaría yendo y si en verdad sería capaz de vencer tan difícil prueba y no fracasar en el asunto. Ella sabía mejor que nadie lo fuerte y valiente que era Sora, lo tenaz que solía ser para esos asuntos que a simple vista eran imposibles y el empeño que ponía por salir airosa de las adversidades. Con todas esas cualidades tan positivas no resultaría inaudito pensar que sí pero cuando de repente se cruzaba con la imagen descarnada de sus pies amoratados, con las venas salientes y enormes protuberancias rojas a causa de la exposición abusiva al hielo y los magullones entre saltos y brincos mal calculados que le arrancaron gritos casi guturales llenos de dolor, le venía a la mente todo lo contrario; una avalancha de pensamientos negativos que a duras penas podía evitar.

"Sora... el gran día se acerca. ¿Lo has podido lograr?"

Entretanto y luego de casi un mes completo de entrenamiento y prácticas, Sora y el joven Leon volvieron a apersonarse al lugar gélido donde todo comenzó: el pico de la montaña nevada.

Era ya el último día, que de no haber sido por un correo enviado por Kalos con el aviso de la fecha de estreno, el asunto se hubiese extendido a un mes más y considerando el tiempo que habían invertido con cada uno de los días transcurridos en las lecciones, ya era suficiente con lo adquirido y Sora por su parte ya no tenía más que perder sino mucho que ganar y dar, todo ya lo había entregado en cuerpo y alma para esta función.

—Bien Sora, este ya es el día definitivo. Estamos aquí para realizar una última prueba y comprobar que el tiempo que estuvimos aquí practicando no fue en vano, por lo que no te permito ni un solo error, ¿te quedó claro?—dijo el joven Leon mirándola severamente mientras le ataba del arnés.

—Entendido, prometo que lo haré sin fallas esta vez—asintió cerrando los ojos, esta vez sin la necesidad de la venda y mientras el joven Leon la esperaba desde el otro lado, ésta retrocedió unos pasos, respiró hondo y saltó rápidamente con el impulso adquirido.

Voló por los aires como un cisne impulsada por las frías corrientes de aire para descender como una elegante paloma hacia el otro lado sin tapujos ni inconvenientes, a la que el joven Leon tomó de las manos para mandarla de regreso al mismo lugar. Lo logró tal y como lo había decretado.

—Muy bien Sora, lo hiciste. Ya estás lista—le dijo a modo de elogio. Tenía esa sonrisa, la misma que había recuperado tras interpretar "El lago de los cisnes" junto a ella porque sólo ella, con su espíritu y gracia a la hora de realizar cada proeza, le recordó a su fenecida hermana Sophie, la causa por la cual no había vuelto a ser feliz y que ahora, todo era diferente.

—¡Sí, lo hice! ¡Ya estoy lista!—reviró Sora llena de alegría.


Veintiuno de enero. Una enorme vaya colocada en la fachada del Escenario Kaleido anunciaba la apertura esa misma noche a las ocho el estreno de su nuevo espectáculo "El Espíritu de las nieves" en donde podía apreciarse el inmaculado rostro de Sora mostrando una piel palidecida, cubierta con vestigios de escarcha, las pestañas cristalizadas con rocío de bisutería, los labios azules y portando una espectacular tiara que imitaba los hilillos puntiagudos del agua al congelarse de un modo que no se apreciaba si eran falsos o reales, un prestigioso trabajo de los creadores de vestuario. Con tan solo ver el magnífico trabajo publicitario, el transeúnte tenía que verse tentado a detenerse y verla.

Ken, quien recibió la respuesta de Sora a través de su cuenta de e-mail se dirigió corriendo como un trastornado hacia el lugar donde se encontraba el elenco, en el salón de pruebas de vestuarios, allí estaban probándose cada quien su respectivo traje acorde al personaje que se le asignó.

— ¡Escuchen todos Sora regresa hoy!—informó con los ojos deslumbrantes por la emoción.

— ¡AAAAHHH...!—gritó Mei quien se cubrió con una tela azul y le lanzó un retazo naranja a la cara en cuento se percató de su presencia—. ¡QUE NO TOCAS ANTES DE ENTRAR!

—Ejem... lo siento—dijo apenado dando la espalda—No era mi intención importunar.

—Ya puedes voltear—dijo Mei con un mohín de mal gusto.

—Pues ni modo, hoy es la presentación—reviró Anna denotando la obviedad de la misiva.

—Entonces quiere decir que Sora ya superó la fase de los entrenamientos ¿te dijo que era así?—indagó Rosetta aguardando con esperanza la respuesta de Ken ya que ella había dicho que de no pasarla, no regresaría aun fuese el día del estreno. En esa parte todos mantenían la duda pues con o sin prueba superada, la presentación tenía que llevarse a acabo.

— ¡Por supuesto!—respondió agitando la cabeza.

El grito de júbilo no se hizo esperar, si hasta lo celebraron dando saltos por todo el lugar contagiando de alegría hasta al personal de trabajo presente y a la misma Layla a quien la noticia impactó como si se enterara de que un potente terremoto azotara una zona del país, ya que se quedó un tanto en shock que al canalizarlo, dibujó una sonrisa liberadora, dándole paz a su torturado espíritu negativo.

"Bien hecho Sora..." suspiró entre sus pensamientos, detrás de la puerta que Ken dejó abierta. [...]


Kaleido Star: Nothing is impossibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora