Capitulo 6

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Pasó una tarde de noviembre. Unos cuantos días después de atrapar a Phineas hablando con otro de los retratos del despacho, aunque la apresurada conversación había muerto en cuanto percataron su presencia.

—Vaya ¿Qué es esto?

Inquirió Dumbledore abriendo el pergamino que la recién llegada lechuza pardo  le había dado. Leyó sin contemplaciones y pronto se encontró riendo consigo mismo... hacía tiempo que no recibía correo equivocado.

—Válgame, me están cobrando un kit de joyería de fuego azul —río nuevamente— y parece que él paquete ya fue entregado a la dirección correspondiente —miro a su alrededor como si el artículo en cuestión pudiera aparecer en cualquier momento— no sé nada de joyería, pero sería un buen pasatiempo —asintió de acuerdo consigo mismo— bueno, querida —miro a la lechuza con clara disculpa— me temo que no puedo pagarte tres galeones y ocho sickles por algo que no ordené, ni tampoco recibi. Pero dame un segundo, te escribiré una nota explicando el mal entendido...

—Albus —le corto Phineas— Albus, págale a la lechuza.

—Disculpa, querido Phineas —le lanzó una mirada inquisitiva— creo que no te entiendo.

—Yo pedí el paquete —gruño con un ligero rubor avergonzado— págale a la lechuza, dudo mucho que unos cuantos galeones afecten tu economía.

—Claro, claro —acepto sin mucha protesta— aquí tienes, querida.

La lechuza salió volando en cuanto recibió la paga.

—¿Tan pronto te marchas, Phineas? —pregunto en cuanto vio al antiguo director levantarse— espero que el paquete haya llegado a salvo, hazme mandar algo de esa joyería de fuego azul ¿Quieres? Se oye fascinante.

—Si, si lo que digas Dumbledore —gruño mientras se retiraba.

Le despidió con una suave sonrisa. Sabía de antemano que Phineas no le diría a donde se marchaba, y por lo tanto, tampoco a quien había mandado el paquete. Era un misterio que resolver, y que mejor diversión que descubrirlo a su debido tiempo, lo que más emoción le daba era encontrar la persona con la que Phineas pasaba tanto tiempo.



—Bien, déjame verlo —dijo poniéndose unos lentes redondos— muy bonitos —concedió mientras examinaba el fuego azul que bailaba en espirales dentro de las piedras— ¿Ya leíste el instructivo?

Adhara asintió vigorosamente mientras examinaba el resto de los contenidos.

—Vienen diseños establecidos, pero no los voy a usar —le confesó Adhara— dijiste que entre más rareza, mayor valor, así que voy hacer cada pieza única.

—Bien pensado —felicito Phineas— es tu primer negocio, así que procura hacer piezas accesibles y otras de mayor rango de precio.

—Si, lo haré —acepto Adhara contemplando las diminutas piezas de plata que venían en el paquete— ¿Se pueden encantar?

—¿En qué tipo de encantamiento estabas pensando?

—Quiero hacer unos aretes que dejen una estela de brillo azul a su paso —confesó mientras diseñaba sus propios patrones en su cabeza— tal vez un collar que parezca chispear ligeramente, en el cuello indicado parecería que se está vistiendo verdadero fuego.

—No es mala idea, pero lamentablemente aún no tienes varita, ni tampoco conoces alguien capacitado para hacer ese tipo de magia.

—Claro que si, conozco a Kreacher.

—¿El elfo? —pregunto atónito.

—Puede hacerlo —dijo con firmeza— la magia de los elfos es diferente a la nuestra, pero su poder no es inferior por ello.

—Si tú lo crees —contesto Phineas de mala gana— no olvides hacer una pieza para el director de Hogwarts, después de todo lo forzamos a financiar esta pequeña operación —miro a su alumna brevemente— y Adhara... feliz cumpleaños.

—Gracias, Phineas —le sonrió resplandeciente— realmente a sido un día estupendo.

Kreacher le había dado su primer pastel de cumpleaños de la vida. No sabía cómo lo había hecho, pero había conseguido todos los ingredientes para hornearle un precioso pastel de chocolate, esponjoso, y sumamente cremoso. No dejo de agradecérselo toda la mañana. Se lo volvería agradecer cuando la llamará a comer y le sirviera otra rebanada.

El viejo Mike la había encontrado un día de mayo, pero resultaba que Adhara había nacido un once de Noviembre, y hoy cumplía Diez años.



Rasgo una pequeña línea en la pared, amontonada junto a una centena más, y contó con con sus dedos trémulos las marcas. Tenía años de práctica, sabía muy bien que día era hoy, incluso si esas horribles criaturas trataban de desquiciarlo.

—Adhara, Adhara, Adhara —repitió con cierto aire ausente— mi pequeña Adhara —un sonido gutural salió por sus labios—. Feliz, feliz cumpleaños —canturreo sin ánimos antes de soltar un alarido y golpear salvajemente la pared— ¡Adhara! ¡ADHARA! ¡ADHARA! —dio otro alarido lleno de dolor— ¡QUIERO VER A MI HIJA! ¡ADHARA! —volvió a gritar mientras se deshacía en lágrimas— ¡¿DÓNDE ESTÁ MI HIJA?!

—¡Cada año haces lo mismo! —exclamó con molestia un celador que había oído toda la escena— ¿Quieres que te mande un dementor? ¡Cállate de una buena vez!

—¡¿DÓNDE ESTÁ ADHARA?! —grito con el rostro crispado de rabia.

—¡Ya deberías saberlo Black! —grito de vuelta el celador— ¡Seguramente muerta!

No era un secreto, ni siquiera para Sirius, de que Adhara Black jamás había sido encontrada después de la captura de su padre.

Aurores habían ido a su domicilio con el explícito motivo de poner a su hija bajo la custodia del ministerio, pero al llegar solo encontraron a la elfa que la cuidaba muerta, su paradero era un misterio que el ministerio de magia no se había esforzado en hallar. Después de todo, solo Merlin sabría la barbaries que la hija de un asesino en masa podría cometer, los Black ya habían demostrado que la mala sangre era heredada.

Era mejor que Adhara Black jamas fuera encontrada, así lo creía el ministerio de Magia.

Sirius lanzó un grito desde lo más profundo de su corazón. Todo el mundo decía lo mismo, que su hija seguramente estaba muerta, otros incluso especulaban que él la había asesinado. Nadie podía ayudarlo, llevaba siete años detrás de esos barrotes, lamentándose, suplicando a James y a Lily que lo perdonara, rogando a su amada Loraine que no lo odiara.

Lo había perdido todo, su libertad, a su ahijado, y a su hija. Todo por que había sido un estúpido al ir en busca de venganza, tendría que haber buscado primero a Remus ó a Dumbledore, alguien que lo hubiera hecho entrar en razón y lo hubiera forzado a no actuar tan precipitadamente.

No debió dejar a Harry, no debió desconfiar de Remus, no debió tratar de vengarse,no debió reírse como un demente cuando los Aurores lo capturaron, no debió dejar a su hija. Soltó un risa seca. Realmente lamentaba haber dejado Adhara, era su culpa que su hija se encontrara desaparecida.

—Adhara —susurro con gruesas lagrimas cayendo por su rostro— feliz cumpleaños, Adhara.

Espero que les guste el capítulo nuevo. Poco a poco se van integrando más personajes, y espero pronto lleguemos a los capítulos de Hogwarts.

¿Qué les pareció el fragmento de Sirius?  No me gusta hacer sufrir al probaré hombre, pero es parte de la historia.

Adhara BlackWhere stories live. Discover now